Investigadores de la Universidad McMaster analizaron los hábitos alimentarios de casi 16.000 adultos y concluyeron que un mayor consumo de proteínas animales no eleva el riesgo de muerte. Incluso hallaron un efecto protector modesto frente a la mortalidad por cáncer.
La investigación, publicada en la revista científica Applied Physiology, Nutrition, and Metabolism, analizó los datos de 16.000 adultos de entre 19 y 65 años. Los registros fueron extraídos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición de Estados Unidos (NHANES III), realizada entre 1988 y 1994, y vinculados con datos de mortalidad hasta 2006.
El estudio que desafía mitos sobre las proteínas animales
Los resultados revelaron que no se encontró mayor riesgo de muerte asociado al consumo de proteínas animales, contradiciendo estudios anteriores que advertían lo contrario.
“Este trabajo aporta claridad para quienes buscan tomar decisiones informadas sobre lo que comen”, explicó Stuart Phillips, profesor de Kinesiología de la Universidad McMaster y uno de los líderes del estudio.
Beneficios inesperados contra el cáncer
Uno de los hallazgos más relevantes fue la reducción modesta pero significativa en la mortalidad por cáncer entre quienes consumían más proteínas animales.
Los datos mostraron una asociación inversa entre ingesta de proteínas de origen animal y riesgo de muerte por cáncer (HR = 0,95; IC 95%: 0,91-1,00; P = 0,04). Incluso al evaluar incrementos de consumo de 5 y 10 gramos diarios, el efecto protector se mantuvo.
En contraste, la ingesta de proteínas vegetales no mostró relación significativa con la mortalidad por cáncer ni con otras causas.

Sin impacto en enfermedades cardiovasculares
El estudio también descartó vínculos entre proteínas, sean animales o vegetales, y la mortalidad por enfermedades cardiovasculares. Esto contradice trabajos previos, como el de Levine et al. (2014), que había asociado el consumo elevado de proteína animal con un mayor riesgo de muerte.
Los investigadores atribuyen estas diferencias a metodologías más robustas en el nuevo estudio, que corrigió errores de medición y equilibró mejor los grupos de análisis.
El papel del IGF-1 y la edad
Otra teoría señalaba que las proteínas podían aumentar el riesgo de cáncer a través del factor de crecimiento similar a la insulina 1 (IGF-1). Sin embargo, los investigadores no encontraron relación entre los niveles de IGF-1 y la mortalidad general, por cáncer o por enfermedades cardíacas.
Este patrón se repitió en todos los grupos etarios, incluyendo a personas entre 50 y 65 años, consideradas de mayor riesgo en investigaciones previas.
Implicaciones para la alimentación saludable
Aunque se trata de un estudio observacional, que no establece causalidad directa, sus resultados refuerzan la idea de que las proteínas animales pueden formar parte de una dieta equilibrada sin incrementar la mortalidad.
“Cuando se combinan estudios poblacionales como este con ensayos clínicos, la evidencia sugiere que tanto las proteínas animales como las vegetales promueven la salud y la longevidad”, concluyó Yanni Papanikolaou, presidente de Estrategias Nutricionales y coautor de la investigación.