La falta de descanso no sólo se siente en el cuerpo: está transformándose en un fenómeno global con efectos reales en la salud.
Un estudio reciente reveló que, en promedio, las personas han perdido unas 17 noches de sueño por año en los últimos cinco años. Detrás de este cambio están los hábitos de vida modernos, el estrés crónico, las pantallas, y un entorno que deja poco lugar para el descanso profundo.
Los datos provienen de 1,29 millones de usuarios de dispositivos inteligentes de salud, como básculas, relojes o analizadores de sueño, de la empresa Withings, que recopiló información entre marzo de 2020 y marzo de 2025. El resultado encendió las alarmas entre expertos: dormimos menos, peor y con consecuencias concretas.
El sueño, una clave olvidada para vivir más y mejor
“Dormir no es sólo descansar. Es una función biológica esencial para mantener el equilibrio físico, emocional y metabólico“, explicó el cardiólogo y especialista en sueño Pierre Escourrou, coautor de varios estudios en la materia.
La pérdida de sueño no se queda en una sensación de cansancio, también aumenta el riesgo de obesidad, enfermedades cardiovasculares, e incluso ciertos tipos de cáncer. Según el informe, las personas con obesidad duermen, en promedio, 21 minutos menos por noche que aquellas con un peso saludable.
Además, quienes presentan mejor salud arterial, lo que indica un menor riesgo cardiovascular, duermen casi media hora más que quienes tienen arterias más rígidas, un indicador de mayor riesgo de enfermedades cardíacas.

El verano quita horas de sueño
Entre los hallazgos, también se descubrió que las mujeres duermen unos 28 minutos más que los hombres, aunque esto no necesariamente implica mejor calidad del sueño.
Además, los seres humanos siguen influenciados por los ciclos estacionales, es decir, duermen más en invierno y menos cerca del solsticio de verano, con una diferencia de hasta 27 minutos entre ambas estaciones.
Para Aline Criton, directora médica de Withings, estos estudios son una herramienta valiosa: “Los dispositivos de salud conectados permiten entender, con gran escala y en tiempo real, cómo se comporta la población. Nos dan una foto clara de lo que más está afectando nuestra salud”.
Dormir bien: más importante que nunca
Los investigadores coinciden en que el sueño debe ser una prioridad de salud pública. De hecho, forma parte de los llamados “ocho hábitos esenciales para vivir más y mejor”.
Dormir bien mejora la memoria, el estado de ánimo y el sistema inmunológico y también reduce el riesgo de enfermedades crónicas y mejora la esperanza de vida.
Pierre Dinon, director de Modelización de Inteligencia Artificial en Withings, remarcó que estas grandes bases de datos ayudan a detectar patrones de riesgo y a guiar futuras políticas sanitarias: “La ciencia necesita comprender cómo vivimos para ayudarnos a vivir mejor”.