La cuarentena derivada de la pandemia por coronavirus nos obligó a todos a llevar una vida mucho más virtual. Si bien ya antes de que surgiera el Covid-19 el mundo digital ganaba espacios en nuestras rutinas, lo cierto es que a partir de 2020 todo se aceleró.
Así es como ahora pedimos comida en la rotisería de la esquina usando una aplicación de celular; trabajamos más tiempo desde casa aplicando sistemas remotos; compramos desde ropa hasta electrodomésticos por plataformas de comercio electrónico, y hasta realizamos consultas médicas o de psicología por WhatsApp o por Zoom.
Pero quizá lo que más se incrementó durante la pandemia es el uso del home banking. Según datos del Banco Central de la República Argentina (BCRA), en 2020 unas 2,3 millones de personas por mes realizaban transacciones bancarias a través de medios digitales, mientras que en 2021 ese número llegó a 7,7 millones. Un 230 por ciento más.
Pero así como crecieron las operaciones bancarias virtuales, también aumentaron de manera significativa los ilícitos perpetrados por medio de diferentes canales de internet. De hecho, en los últimos tres meses (junio, julio y agosto) la Defensoría del Consumidor de la Provincia de Córdoba receptó 191 denuncias por estafas virtuales en cuentas bancarias o a través de tarjetas, según pudo conocer La Voz. Casi tres por día hábil.
Estos ilícitos pueden llegar a tener formas más o menos elaboradas, pero en la mayoría de los casos se trata de estrategias con las que los delincuentes atraen la atención de usuarios de cuentas digitales para hacerse de sus datos personales y, entonces, robarles dinero, hacer consumos con sus tarjetas o pedir créditos de rápido otorgamiento.
Ante el reclamo de los clientes, en algunos casos los bancos suelen reconocer los ilícitos cometidos a través de sus canales de operación. Pero no en todos, y la alternativa es entonces realizar la denuncia ante organismos regulatorios. Muchas veces, la respuesta es positiva.
Además, advertidos de este incremento en el número de estafas, los propios bancos vienen robusteciendo sus estándares de seguridad informática y lanzando campañas de concientización dirigidas a sus carteras de clientes, en las que señalan los cuidados que deben tener.
El denominado phishing a través de correos electrónicos o de mensajes de texto es la modalidad más extendida que asumen estos ilícitos, pero también vienen en aumento la clonación de tarjetas y la suplantación de identidades bancarias.
Los especialistas insisten en recomendar no dar datos confidenciales por teléfono, correo o SMS; ingresar al home banking siempre a través de la página oficial del banco (y no por un buscador); nunca ir a cajeros automáticos si alguien lo solicita por teléfono, y verificar que las cuentas de redes sociales de los bancos cuenten con el tilde azul de validación.
Para el experto en ciberseguridad Alexis Sarghel, el problema pasa por la falta de una educación digital y financiera, lo que –a su juicio– explica por qué en la Argentina todavía funcionan ataques virtuales que utilizan técnicas delictivas antiguas que afectan, sobre todo, a quienes iniciaron su proceso de bancarización de forma reciente y, por ende, son más vulnerables.
El mundo digital llegó para quedarse, con o sin pandemia. Ello nos obligará a estar atentos y a ser cada vez más cuidadosos cuando usemos este tipo de herramientas virtuales. Las entidades bancarias y los gobiernos también deberán hacer lo suyo en este tema. De lo contrario, la gran promesa que ofrece internet de hacernos la vida más fácil puede transformarse, de un momento para otro, en una pesadilla que nos complique la existencia.
