Iliana Más y su familia atienden el comedor más antiguo del emblemático Camino de los Túneles, en Pocho, allá en el oeste cordobés.
Hace casi 100 años, su abuela acogía a quienes construyeron los famosos túneles del camino que se abría. Sus padres ampliaron y sostuvieron el negocio, que hoy sigue ofreciendo las viejas recetas con productos de la zona, donde se destaca el cabrito a las brasas. La historia de la familia es en parte la de la comarca.
El paisaje luce volcanes, palmeras caranday, pircas inmemoriales y corrales de piedras hechos por manos que quisieron quedarse para siempre entre esos cerros.
Hace unos años, la llegada del asfalto a la ruta abrió el sector al turismo, y empezó un tiempo de prosperidad que este año se ve dañado por el corte del acceso al histórico camino, por obras de reparación en marcha.
El árbol comedor
En la década de 1930, cuando María Teresa Cáceres de Moyano, la abuela de Iliana, supo que por ahí pasaría un nuevo camino dijo: “Yo acá voy a poner un comedor”. Eran tiempos donde toda la región, desde Traslasierra hasta Cruz del Eje, carecía de pavimento.
“Mi abuela empezó aquí, al lado del arroyo Las Aguilas, debajo de un tala, a darle el almuerzo a los ingenieros que venían a diseñar los túneles; después siguió con los obreros, después con la gente que pasaba, y así se estableció el negocio”, cuenta Ileana a La Voz, con acento pochano.

“La abuela al principio tenía solamente 10 cubiertos, si venía más gente debía pedirle a los vecinos, entonces un vaso de vidrio se valoraba como un diamante, pero como el piso era de tierra regada se rompían menos”, aclara Ileana sonriendo.
María Teresa cocinaba arroz con pollo criollo, chivitos y asado con sopa seca en verano. Los inviernos impunes de la meseta se enfrentaban con locro, buseca, guiso de lentejas y otras delicias. Los postres llegaban con higos en almíbar, queso de cabra con arrope o ambrosías.
Su “mano” de cocinera era legendaria, y se convirtió en un personaje conocido cuando los túneles de la ruta provincial 28 abrieron el paso hacia el pueblito de Chancaní y a los llanos riojanos, hasta San Juan.
“Después por aquí pasaba la empresa Socasa, que venía de Córdoba por Los Gigantes y se dirigía a San Juan, aquí llegaban los colectivos a la una de la mañana a la ida, y a las tres de la mañana a la vuelta, y mi abuela los esperaba con sándwiches y café”, cuenta Iliana.
Un sándwich y un amor
Una tarde de 1965, el joven camionero Benjamín Más, sanjuanino, volvía con el equipo lleno de maíz desde la Pampa de Pocho, entonces capital de ese cereal. Se bajó en el comedor Las Águilas, que parecía cerrado.
Doña Teresa no estaba, pero una de sus hijas, a la que llamaban “Pelusa”, se asomó al camino. Era una flor silvestre.

La joven le preparó al viajero un sándwich tan rico que le trastocó la vida. Conversaron hasta la noche y se despidieron sin olvidarse.
Entre idas y vueltas, nació un amor que se hizo matrimonio. Luz del Huerto Moyano se casó con Benjamín Más en 1969, en Salsacate. “El padre Pedernera no quería venir a la Iglesia de Las Palmas porque el camino estaba muy roto, entonces los novios tuvieron que ir hasta allá”, relatan ahora.
Nacieron las dos niñas mientras “Pelusa” se convirtió en la nueva reina de los sabores pochanos.
“Ella se fue al cielo en 2010, yo era enfermera, dejé todo y me vine a seguir con el lugar, acá, junto a mi hermana”, dice Iliana.
Pero a mil metros sobre el nivel del mar, el cielo en Pocho está cerca.
Hoy, don Benjamín, con 83 años, sigue capitaneando la parrilla. Ileana y su hermana Fabiana dirigen el comedor, en el que también trabajan sus hijos.
El menú “diente libre” a 20 mil pesos por persona, incluye empanadas, chivito, ensalada, papas fritas y pan.
Fabiana confiesa parte del proceso de las famosas empanadas: “La masa es casera, con un secreto para que no salgan aceitosas, y el relleno tiene carne cortada a cuchillo, cebolla, y los condimentos de la receta de la abuela (sal, pimienta, ají); todo hecho en cocina económica, con leña, por eso su sabor es único, son siempre fritas en una mezcla de aceite y grasa de cerdo”.
Del olvido al turismo
En los años ’60 se abrió la ruta 15, entre Villa Cura Brochero y Cruz del Eje. El flujo vehicular comenzó a circular menos por la ruta 28, el mantenimiento empezó a ser inexistente y los túneles quedaron prácticamente olvidados. Eran un emblema, que nadie miraba.
El comedor Las Águilas, sin embargo, resistió.
Iliana cuenta: “Llegamos a los años ’80 y ’90 siendo un lugar olvidado. Casi nadie sabía de los túneles, excepto los viajeros del turismo de aventuras que venían en vehículos de doble tracción”.
El siglo 21 mejoró algo la afluencia pero el viejo camino a La Rioja y San Juan pasó a ser un recuerdo. Quienes llegaban a la zona lo hacían para visitar los cinco históricos túneles cavados entre los cerros, que en 2008 fueron declarados una de las Siete Maravillas de Córdoba, entre las construidas por los humanos.
La historia cambió en 2019, cuando llegó el pavimento. Entonces los contingentes de turistas comenzaron a arribar diariamente y la zona cobró vida. “Los jóvenes no sólo empezaron a no irse, como antes, sino a regresar. Antes nuestro comedor era el único, junto con el Anita, pero de Taninga, y ahora hay casi 20 lugares para comer, y todos son de familias de acá”, afirma Iliana.
El chivito manda en todos ellos.

“El azote”
Alrededor de los comedores hay venta de minerales, artesanías, cueros o hierbas serranas.
“Hoy toda la economía de la zona gira en torno al turismo, desde los chivitos hasta el dulce, el queso, la leña o el pan casero. La mayoría de nuestros insumos, son de nuestros vecinos, por eso sufrimos tanto este corte de ruta”, dice Ileana.
La vecina se refiere a la interrupción del camino impuesta luego de los incendios y las lluvias de septiembre pasado. Por el peligro de derrumbes, Vialidad Provincial cortó la ruta antes del primer túnel y ejecuta reparaciones.
“Se nos vino la noche, estamos como viviendo otra pandemia, estos meses han sido un azote en lo económico y en lo emocional”, grafica la mujer. Y agrega: “Hay comedores que se cerraron, vecinos que tuvieron que irse de nuevo, y mucha carencia porque el turismo no viene”.

El Gobierno provincial dispuso subsidios para vecinos de la zona. Pero no es lo mismo, ni se parece.
Igual, hay gente que llega a El Águila y otros comedores. Al menos hasta donde está habilitado el tránsito. Pero se siente que no son los que eran.