La ciudad de Córdoba entera tiene una isla de calor que, en promedio, subió su temperatura 1,4 grados en los últimos 20 años. A su vez, una mancha que abarca casi toda el área central y pericentral y se extiende hacia el noroeste capitalino presenta este fenómeno de calentamiento tanto de día de como de noche y en algunos meses, en sectores muy densos como los barrios Centro, Nueva Córdoba o General Paz, la diferencia térmica excede los 4 grados en comparación con áreas más alejadas, con más espacios verdes, en la propia ciudad.
A su vez, en estos mismos sectores ultradensos, con edificios en altura pegados uno al lado del otro, se verifica en los meses de invierno una “isla fría”: temperaturas más bajas que en la periferia durante el día, un fenómeno que extrema la amplitud térmica en estas zonas como consecuencia de la sombra de las “torres” y la falta de verde natural.
Estos son algunas de las conclusiones del primero de una serie de estudios realizados por un equipo transdisciplinar de investigación liderado por Elisabet Lilia Estallo -doctora en Ciencias Biológicas, investigadora del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas (IIBYT) de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC)- que consiguió apoyo y financiamiento de National Geographic y será publicado en los próximos días por la prestigiosa revista científica Journal of Climate Change and Health, luego de haber pasado la etapa de revisión de pares y la aprobación de su comité de expertos.

“Un estudio de este tipo permite ver cuáles son las zonas más afectadas por el fenómeno de la isla de calor e identificar allí los hogares con mayor vulnerabilidad, superponiendo los mapas de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI)”, explicó Estallo.
La isla de calor es un fenómeno conectado al cambio climático, como también lo son las olas, de frío o de calor, más frecuentes, más extremas. Pero no son lo mismo.
“La isla de calor es un fenómeno derivado de la actividad humana, que hay que distinguir bien de ola de calor, que es cuando hay varios días seguidos de temperaturas que están 3 o 4 grados por encima de las medias, y es algo estrictamente climatológico. La isla de calor es un fenómeno térmico que deviene del cambio de uso de la tierra en el que se reemplaza la cubierta natural por cemento y hormigón y esto hace que se caliente más la superficie y tarde más en enfriarse por la inercia térmica”, definió, a su vez, la doctora en física María Lila Asar, recibida en Famaf, profesora adjunta en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en la UNC y en el IIBYT.
Para medir la evolución del calentamiento de la isla de calor en la ciudad de Córdoba el equipo analizó imágenes satelitales desde 2003 a 2022: un set de 20 años de registros. Es el estudio más exhaustivo que se hizo para documentar el fenómeno. A lo largo de los años, lo que se ve es que la isla de calor se va extendiendo, de día, a toda la ciudad y de noche avanza desde el área central a barrios ubicados en un radio de 2 kilómetros de la plaza San Martín, en el casco chico histórico de Capital y a la vez se extiende hacia el noroeste cruzando barrios como San Martín y Cerro de las Rosas, entre otros.
Por un acuerdo de exclusividad con la revista científica, no se pueden publicar aquí los mapas precisos, aún. Pero se trata de una mancha grande, no un surco de unas pocas manzanas: la isla de calor permanente, de noche y de día, ocupa una buena parte de la superficie de la ciudad.

Disponer de evidencia científica sobre el calentamiento que provoca el desarrollo inmobiliaria en altura problematiza la idea de densificación que promueven desde la gestión municipal actual y es sostenida desde hace años por diversos expertos urbanistas y ecólogos. La ciudad de los 15 minutos, tal vez, sea el ejemplo más conocido de esta apuesta por densificar en lugar de seguir extendiendo las ciudades hacia sus periferias, encareciendo la prestación de servicios y saturando sus calles de autos y de problemas de movilidad. Lo que introduce el estudio de Estallo y otros es un matiz: es relevante pensar cómo densificar considerando que haya suficientes espacios verdes o cubiertas vegetales en las construcciones para no agravar los fenómenos de isla de calor, que vienen asociados desigualdad y a otros problemas, algunos de los cuales forman parte del racimo de investigaciones paralelas que desarrolla su equipo.
En efecto, a la par de investigar islas de calor con imágenes satelitales, el equipo midió las temperaturas del aire en terreno con equipos especiales de data loggers haciendo recorridos desde el centro de la ciudad hacia cuatro puntos diferentes del mapa, en operativos complejos que involucraron la participación de Defensa Civil y de la Secretaría de Salud de la Municipalidad de Córdoba, con la que firmaron un convenio de cooperación. Esta medición se hizo para cruzar datos con la colocación de trampas de mosquitos en 30 puntos de la ciudad durante dos años para catalogar la cantidad y la variedad de mosquitos que están presentes en terreno.
Esta actividad que se llevó adelante con el paraguas de la ciencia ciudadana: participaron vecinos de la ciudad que voluntariamente permitieron que se pongan las trampas de mosquitos en sus hogares.
El Instagram de este proyecto es proyectoislasdecalor.
Como parte de este trabajo,se identificaron 14 especies de mosquitos adultos, pero las conclusiones se siguen trabajando en vistas a otra publicación científica.
Y hay más: también con ciencia ciudadana se colocaron pluviómetros en distintos puntos de la ciudad para medir de qué modo las precipitaciones se ven afectadas por los fenómenos de isla de calor. Se quiere ver si hace que haya más o menos intensidad, explican. El Instagram de esta línea es lluvias.en.córdoba.
“En ese proyecto rescatamos también la participación de las escuelas y de las familias, porque uno de los aspectos claves en la prevención no es que haya información, sino que se produzca el cambio de conducta en los hogares”, valoró Estallo. Palabras más, palabras menos, es lo mismo que decía cuando se presentó el estudio: “Más que hablar de cambio climático, deberíamos poner el foco en la conciencia ciudadana porque si hoy las temperaturas se detuvieran y dejaran de aumentar igualmente las condiciones para que el dengue avance ya están dadas y todo depende de nuestra actitud como sociedad”.
La propia estrategia de involucramiento de las comunidades mereció una publicación internacional. Con el título “Empoderando a las comunidades a través de la ciencia ciudadana: prevención del dengue en Córdoba”, la revista Biology publicó cómo desde la ciencia ciudadana y la contribución de los estudiantes se podían elaborar investigaciones que también podían servir para mitigar el impacto del virus en la comunidad.
La mayoría de las investigaciones reseñadas aun están en proceso de análisis de resultados y serán publicadas, también, en revistas científicas con referato internacional.
El fenómeno opuesto: la isla fría
En junio y julio de cada año la temperatura durante el día es más baja en el área central de la ciudad que en las periferias. El cemento es más caliente en verano y más frío en invierno que los sectores con mayor proximidad a la cubierta vegetal. El efecto frío permanece algunas horas durante el día, en los meses de invierno. “Es algo que sentimos cuando buscamos cruzarnos de vereda, buscando algún rayo de sol, cuando caminamos por el Centro o por Nueva Córdoba”, ejemplificó Asar.