Durante décadas, la intuición fue vista como algo irracional o incluso místico. Pero la ciencia demuestra que ese “sexto sentido” es un mecanismo cerebral real, rápido y preciso, que se basa en la experiencia y el conocimiento acumulado para guiar las decisiones cotidianas.
Así lo plantea el investigador Mikel Alonso, doctor por la Universidad Complutense de Madrid, en su libro El valor de la intuición (Ariel), donde detalla cómo funciona este proceso y cómo puede desarrollarse.
Un cerebro que decide sin que lo sepas
Según Alonso, de las 35.000 decisiones que tomamos al día, sólo unas 100 son conscientes. El resto las realiza el sistema intuitivo, un módulo cerebral que recopila información, detecta patrones y se anticipa a lo que ocurre. “La intuición no es magia, es un proceso inconsciente orientado a la acción, rápido y probabilístico”, explica.
El investigador la define como una herramienta del cerebro que permite ahorrar energía y reaccionar con eficacia ante situaciones cotidianas.
Cuándo falla la intuición
Pese a su precisión, Alonso advierte que no siempre conviene fiarse de la intuición, especialmente en el terreno afectivo.
“En el amor no funciona bien porque estamos inmersos en una fiesta de neurotransmisores”, ironiza.
También distingue entre intuición y sesgos cognitivos. Mientras los sesgos son atajos mentales que pueden distorsionar la realidad, la intuición se basa en el conocimiento y la experiencia real. “Una persona que desarrolla su intuición reduce la influencia de los sesgos en las decisiones relacionadas con su campo de experiencia”, afirma.
¿Existe la intuición femenina?

El especialista señala que diversos estudios apuntan a una mayor rapidez y precisión intuitiva en las mujeres, algo que vincula a su entrenamiento natural en procesos sociales y empáticos.
Sin embargo, aclara que la intuición puede entrenarse en cualquier persona, gracias a la plasticidad del cerebro. Los hombres, dice, pueden alcanzar el mismo nivel si desarrollan habilidades relacionadas con la empatía y el trato humano.
La experiencia, la gran maestra
“La intuición es muy rápida, pero aprende despacio”, explica Alonso. Requiere acumular vivencias significativas que sirvan como base para futuras decisiones.
Con la edad, el cerebro intuitivo se mantiene más estable que el racional, lo que explica por qué las personas mayores suelen tomar decisiones más acertadas. Es porque poseen más experiencia y más datos implícitos en su memoria.
Cómo entrenar la intuición
El autor propone siete pasos para fortalecer este sistema mental.
- Darle espacio: dejar actuar a la intuición antes del razonamiento.
- Nutrirla de información: cuanto más se aprende, más rica se vuelve.
- Practicar el optimismo, que calma las emociones negativas y mejora la claridad.
- Mantener una actitud de aprendizaje permanente.
- Acumular experiencias diversas y significativas.
- Observar las corazonadas y aprender a reconocer cómo se manifiestan.
- Reducir los enemigos de la intuición: sesgos, miedos, juicios extremos o estereotipos.
Pensar menos, concluye Alonso, puede ser la clave para decidir mejor.

























