La arquidiócesis de Córdoba, una de las más antiguas e importantes del país, ya cuenta formalmente con una conducción acorde a su extensión y actividad pastoral. Anoche al arzobispo Ángel Rossi y al obispo auxiliar Ricardo Seirutti se sumaron formalmente el presbítero Horacio Álvarez y el reverendo padre Alejandro Musolino en la tarea.
La investidura formal ocurrió en una ceremonia masiva en la parroquia María Auxiliadora de barrio Alberdi. Fue la primera actividad formal del reciente cardenal Rossi en Córdoba desde su regreso de Roma esta semana.
Los nuevos obispos auxiliares habían sido contactados a fines de julio por el nuncio apostólico Miroslaw Adamczyk para contarles sobre el pedido de Francisco, tras una primera solicitud de Rossi. Tras un breve período de reflexión, en agosto decidieron aceptar el desafío.
Gratitud y pueblo “malherido”
En su discurso, Rossi les agradeció a Álvarez y a Musolino por aceptar el desafío. “Ese ‘sí, del cual soy testigo privilegiado, tiene sabor a despojo, les ha implicado un desgarro, un renunciar al pastoreo de un rebaño en el que han metido el corazón a fondo. Gracias al barrio Oña y a Formosa que nos entregan con generosidad y entre lágrimas a sus pastores para conducir un rebaño más amplio”, sostuvo.
El arzobispo de Córdoba les pidió a los nuevos obispos que tengan una actitud sinodal y caminen junto a los curas, religiosas y demás agentes pastorales y principalmente al lado de la gente “que nos espera y necesita como nosotros a ellos”. Rossi habló de “un pueblo malherido y maltratado que a pesar de todo da un testimonio heroico de no bajar los brazos y de empezar una vez más”.
De la ceremonia participó el intendente electo de la ciudad Daniel Passerini, la senadora Carmen Álvarez Rivero –hermana de Horacio Álvarez–, miembros del Comité Interreligioso por la Paz (Comipaz) entre otras autoridades provinciales y municipales, judiciales y militares.
Los coconsagrantes de la asunción de los obispos auxiliares fueron Carlos Ñáñez (arzobispo emérito de Córdoba), José María Arancibia (arzobispo emérito de Mendoza), monseñor Esteban María Laxague sdb, obispo de Viedma, y Juan Carlos Romanín sdb (obispo emérito de Río Gallegos). También participaron decenas de sacerdotes y religiosas de la arquidiócesis.
Los perfiles de Álvarez y Musolino
Álvarez ya desempeñaba desde marzo la función de vicario general de la arquidiócesis por decisión de Rossi y también lo había hecho durante varios años durante el obispado de Carlos Ñáñez. Ahora continuará con su coordinación pastoral pero ya con el título de obispo.
Álvarez, de 66 años, es párroco del templo Ascensión del Señor en barrio Oña hasta que designen muy pronto a su reemplazante, lleva más de 40 años como sacerdote y se desempeñó como rector y profesor del Seminario Mayor. También fue secretario del Consejo Presbiteral y trabajó con asociaciones y movimientos laicales.
En cambio Musolino, de 51 años, tuvo que dejar la dirección de la obra Salesianos en Formosa en septiembre para su nuevo servicio en la ciudad de Córdoba. Con un perfil decididamente hacia los jóvenes, anteriormente fue formador de aspirantes y prenovicios, vicedirector del Instituto Domingo Savio, consejero y tesorero de la Inspectoría Argentina Norte y director del Colegio Pio X. Además, es profesor de Filosofía y de Ciencias de la Educación.
De esta manera los obispos auxiliares colaborarán con el arzobispo de Córdoba, Ángel Sixto Rossi, quien asumió en la arquidiócesis el 17 de diciembre de 2021.
El otro obispo auxiliar es monseñor Ricardo Seirutti, quien cumple su labor desde el 18 de diciembre de 2015.
