El arzobispo de Córdoba Ángel Rossi dijo que “en tiempos difíciles la Iglesia tiene la obligación de acompañar a todos y sobre todo de un modo particular a los que andan más cascoteados por la vida“.
Lo hizo en el marco de un abrazo “fraterno y solidario” que se desarrolló esta mañana en los hospitales del Polo Sanitario de la ciudad de Córdoba, organizada por la Pastoral de la Salud.
Si bien habitualmente desde distintos sectores de la Iglesia existe un acompañamiento y servicio de escucha en hospitales, la presencia de la máxima autoridad como un gesto concreto de cercanía y compasión no tiene precedentes.
En la explanada del hospital San Roque, Rossi hizo una oración de bendición y dirigió unas palabras de consuelo para las personas presentes: enfermos, familias y profesionales de la salud.
Al ser consultado por la prensa sobre si no tenía temor de molestar al Gobierno con este tipo de manifestaciones, el cardenal respondió: “Yo creo que agradecer no molesta a nadie. Si les llega a molestar un agradecimiento, van a tener que venir a ver un psiquiatra”.
“Esta reunión es para expresarles un profundo agradecimiento a los agentes de salud, voluntarios, servidores, acompañantes y enfermos. Son combatientes del dolor cuya tarea muchas no veces no es debidamente comprendida y agradecida. Ustedes curan cuerpos y almas y ayudan a disminuir la montaña de dolor que vive nuestro mundo”, expresó el cardenal en su primera aparición pública tras su participación en el cónclave.
Apoyo a personas con discapacidad
El cardenal también manifestó su apoyo al sector de la discapacidad que se realizó este jueves en la Plaza San Martín.
“Si nuestra sociedad, no sólo el Gobierno, no sólo los médicos, si nosotros no cuidamos la discapacidad, está indicando una sociedad casi decadente. Uno va deseando que los más débiles sean los más atendidos“, concluyó Rossi.
Gestos para vivir en comunidad
Además del abrazo en el Polo Sanitario desde la Pastoral de la Salud proponen tres gestos concretos que cada comunidad puede adaptar según su realidad para continuar con este ímpetu jubilar:
- Celebración de una Misa con una ofrenda solidaria: la donación de pañales para niños o adultos en situación de pobreza, en fechas significativas del calendario pastoral.
- Meriendas comunitarias en barrios populares o centros de jubilados: momentos de encuentro, escucha y fraternidad con los más pobres, con adultos mayores, con personas en situación de vulnerabilidad.
- Gestos territoriales de abrazo y presencia: invitar a las comunidades a «llegarse» hasta los espacios de sufrimiento, como dispensarios, hogares, centros de salud, llevando un mensaje de esperanza, ternura y dignidad.
