“Ese primer momento en el que sentís el fuego, el calor, la temperatura, el humo. Las primeras veces te sentís sofocado y te preguntas ¿saldré de esta o no saldré?”
¿Profesión? ¿Camino elegido? ¿Forma de vida? De qué se trata, realmente, ser bombero voluntario todos los días, toda una vida.
Hay una palabra que lo define, a priori, en simples rasgos: vocación.

La etimología de la palabra viene del lat. vocatio, -ōnis “acción de llamar”. También, puede considerarse como una voz. Una voz de los dioses que lo llama a uno.
Al parecer, Roberto tuvo una convocatoria, un llamamiento a la pronta edad de 13 años.
En el marco de la semana del día del Bombero Voluntario (2 de junio), La Voz conversó con Roberto Carlos Cuello. Es bombero voluntario hace 33 años y forma parte del cuartel de Tanti.
Fue cadete, hizo limpiezas y mantenimientos de lo que hiciera falta, fue suboficial, oficial, comisario, y ahora, se convertirá en jefe de la institución.
La coronación por su constancia y pasión durante tantos años se desarrollará el próximo sábado 7 de junio.
Allí se hará el nombramiento oficial de Jefe del cuartel de Bomberos Voluntarios de Tanti. Exactamente en el lugar que se crió, desarrolló y profesionalizó desde los 13 años.
El anterior jefe fue Marcelo Taboada. Según Roberto, se caracterizó por su liderazgo y sus grandes aportes a la institución. Le mostró su cariño y agradecimiento por todo lo que hizo por los bomberos que ha tenido a su mando.

Todos los jefes que han pasado le dejaron un lugar muy alto para ocupar.
Apagar fuegos en lugar de ser adolescente
Roberto entró en junio de 1992, con 13 años, por curiosidad. Cuando estaba en la secundaria, escuchaba a sus compañeros hablar de los bomberos.
Volvió a su casa y le dijo a la mamá que le gustaría ir y saber que hacían, en ese momento, los desconocidos bomberos.
Roberto es de Tanti y, como todo pueblo, las personas se conocen todas con todas y en especial, las madres.
Su mamá conocía a un integrante del cuerpo. Como había confianza, lo dejaron participar y ahí se quedó toda una vida.

Estuvo presente con el paso del tiempo, de los días, de los años.
Al principio, cómo no podía salir con las alarmas porque no era mayor de edad, comenzó como cadete, yendo diariamente al cuartel en dónde le dieron instrucciones, le enseñaron primeros auxilios, normas básicas para apagar el fuego y cómo atar nudos.
Estuvo años viendo lo que hacían desde afuera.
“Ver las actividades de los bomberos más grandes me generaba más curiosidad y más ganas de seguir”, comentó Roberto.
Al comienzo, mientras cursaba el colegio secundario, de lunes a viernes, Roberto se juntaba con sus compañeros los sábados y domingos en el cuartel.

Eran los momentos más esperados para ellos porque los bomberos capacitados les daban instrucciones.
“Sonaba la sirena y yo corría al cuartel aunque no podía hacer mucho por la edad. Pero no me importaba, veía como el resto se cambiaba y salían en un estanciero o, si estaba roto por falta de mantenimiento, usaban los mismos vehículos personales de los bomberos. Si tenías auto lo ponías para las emergencias”, recordó Roberto Cuello.
En 2008 comenzó a trabajar en la ambulancia del dispensario municipal y a los 4 años, en 2012, se recibió de enfermero.
A pesar de sus estudios y su trabajo, las guardias, la presencia frente a las alarmas y el socorro en emergencia nunca las dejó a un lado.
“Cuando entré a trabajar en la ambulancia, nosotros teníamos el conocimiento de la parte de emergencia, la parte pre hospitalaria, pero había muchos conocimientos que me faltaban. Muchas cosas que se requieren para la buena atención del paciente. Entonces, ahí sentí que ya sabía mucho, pero que no era suficiente y que tenía un límite hasta dónde podía llegar con mis conocimientos”.
El impulso por saber más, para ayudar más, lo llevó a estudiar la carrera de enfermería.
¿Los bomberos pueden llorar?
Ahora, trabaja en el dispensario municipal en la parte de ambulancias. De ese sector, le gusta la adrenalina y la emergencia.
Él se encarga de la vía pública, domicilios y traslados sociales.
A veces, cubre la parte del vacunatorio de enfermería en el dispensario de Tanti. Además, es enfermero en el dispensario de Cabalango.
“Me gusta mucho la presión y la adrenalina de los dos lados. Como bombero y como profesional en una ambulancia. Pero, desde el uniforme de enfermero, la emergencia se vive de otra forma. Ves muchos ámbitos diferentes. Ver cómo la gente sufre, causas sociales complejas, enfermedades terminales que generan mucha sensibilidad. También ves la fortaleza de la gente en primer plano”.

Sin embargo, “En el cuartel es diferente. A pesar que entre los bomberos nos decimos que podemos llorar porque somos personas, sobre todo, vos sólo te ponés el traje de bombero y con él te colocas una coraza”.
“Ahí es donde decís, acá no me tiene que pasar nada, no puedo llorar, no puedo sensibilizarme, sino que tengo que tratar de ayudar y superar este momento”, finalizó Roberto.
Su objetivo es que la emergencia esté sobre todo sentimiento y sea resuelta de la mejor manera.
El cuartel de bomberos de Tanti fue un hogar y el jefe, un padre
Roberto reconoció por muchos años a la institución a la que forma parte como una casa, literalmente como un hogar.
A partir de la separación de sus padres, y la tristeza por sentir que su familia se estaba desarmando, acudió a su lugar seguro. El cuartel de bomberos.
Desde los 15 hasta los 21, 6 años, Roberto vivió dentro del cuartel de bomberos.
“Me aferré mucho al cuartel para sentirme bien, útil, y evitar recaer en juntarme en la plaza con amigos y hacer cualquier cosa. Quería otra forma de pasar esa situación de tristeza”, comentó Roberto.
El jefe que estaba en ese momento, Eduardo Díaz, más allá de ocupar su cargo, fue un padre y un guía para él.
Falleció este año y Roberto lo recuerda con gran admiración.

“Me gustaba eso, la tarea que hacíamos. Me gustaba que, cada vez que llamaban, estaba cerca para poder salir, estar en la primera tarea de dotación”, dijo Roberto en diálogo con La Voz.
Al parecer se trata de eso. De estar siempre ahí, esperando el llamado. Incendio, rescate o accidente.
Desde los 15 hasta los 18, que vivía en el cuartel pero no podía socorrer por la edad, hacía el mantenimiento, la limpieza y se encargaba de todo tipo de ayuda que hacía falta.
“Por suerte el jefe y todo el grupo de compañeros que tenía en ese momento me contuvieron mucho”.
Además, Roberto comentó que por querer mucho a la institución fue tomando más responsabilidades, entonces cumplía con guardias, asistía en las alarmas, seguía las órdenes del jefe y no discutía en nada.

Siempre sintió que le debía y le sigue debiendo mucho al cuartel y a su gente.
A partir del temprano comienzo en su formación, fue ascendiendo a todos los puestos dentro de la institución.
Pasó desde cabo hasta suboficial, oficial principal y desde el 2023 tiene el cargo de comisario, el que ahora dejará para convertirse en jefe.

En el momento en el que vivió dentro de la institución, trabajaba de diciembre a marzo.
En un principio en una fábrica de hielo de Tanti, en otro momento de mozo en eventos, pero siempre agarraba las “changuitas” qué surgían. La plata que recaudaba en esos meses la guardaba y la tenía para todo el año.
“Trabajaba solo por temporadas y el resto del año era estar dentro del cuartel y hacer los trabajos que nos ofrecían los conocidos. Desde hacer una losa hasta cavar zanjas. Me sumaba con ellos y hacía un laburo de lo que se encontrara mientras seguía en el cuartel”, explicó.
Su familia, su hermana, también lo ayudaban.
Profesión como vocación
- ¿Considera su profesión como una vocación?
- Si, es una vocación de servicio. Totalmente. No es fácil, no es fácil continuar en esto. He visto pasar a mucha gente, tuve compañeros durante muchos años que después tuvieron que dejar por diferentes situaciones. Desde el cansancio, la situación económica, la decisión de continuar la vida en familia.

Roberto trató de llevar ambas cosas en equilibrio. El tiempo parejo para la familia y para el cuartel.
“El cuartel me dio mucho a mí, desde sus inicios, desde mis 13 años que me viene enseñando mucho”. Comentó que allí aprendió desde cómo actuar frente a las emergencias, hasta sobre la parte humana. Siempre gracias a los compañeros que fue teniendo.
“Absorbí todas esas vocaciones de servicio. Porque si bien uno nace con esa vocación también los otros te la van contagiando. Las ganas que le pone el resto , contagian”.

Es fácil, si no tenés apoyo desde los costados cercanos, preferir enfocarte en la familia o en el progreso económico y hacerte a un costado.
“El cuartel me dio mucho, porque todo lo que llegué a ser hasta ahora es gracias a la institución, gracias a los compañeros con los que inicie y con los que continúo. Día a día confirmo que al cuartel le tengo que seguir dando todo lo que tengo, o lo que puedo por como me formó”.
Arriesgar la vida, rescatar compañeros, sufrir por ellos
“Pertenecer a este cuartel, estar en la institución, haber visto pasar todas estas personas por acá fue muy lindo y me permitió aprender algo de cada uno de ellos que me marcó y me dejó enseñanzas para continuar adelante con mi vida”.
Los primeros incendios en los que Roberto empezó a trabajar fueron los que más lo marcaron.

“Ese primer momento en el que sentís el fuego, el calor, la temperatura, el humo. Las primeras veces te sentís sofocado y te preguntas ¿saldré de esta o no saldré?”.
Según él, después tomó experiencias y el día a día se volvió distinto.
No se lo toma de manera natural pero fue actuando de alarma en alarma. Trató de resolver las situaciones y las pasó mejor o peor en el momento, pero les fue teniendo más respeto a las emergencias.

“Llega un momento en el que ya no nos metemos en el fuego y tratamos de pararlo como sea. Si se quema 5 o 10 metros más, bueno, pero cuido mi vida y las de mis compañeros”
“En los momentos en los que ves la recuperación de un compañero en el Instituto del Quemado es que te das cuenta que arriesgamos la vida en cada alarma. Desde los accidentes, rescate en pozos, rescate en ríos, hasta los incendios”, recordó sobre el rescate de tres de sus compañeros que llevó a la hospitalización y larga recuperación de uno de ellos.

- ¿Cuál es la mayor satisfacción que sentís después de poner constantemente tu vida en peligro?
- La verdad que ya es un ámbito mucho más grande. Al trabajar en accidentes por tanto tiempo, uno se siente mucho más capacitado, con más experiencias y poder ayudar a personas en situaciones en dónde la están pasando mal, se siente muy bien.
Hay personas que están pasando por algún momento grave y necesitan de nuestra experiencia y equipamiento. Llegar con todo eso, poder dar una mano y que después tenga una buena recuperación es muy reconfortante.

Además, Roberto agrega que muchas veces, en los incendios les toca salvar tanto las vidas como los bienes de esas personas.
“Es tener el respaldo de decir: señor evacúe, y vos quedarte a proteger la vivienda y salvarla lo que nos mueve”
Desde la mirada de Roberto, esas situaciones le dan ganas de seguir siendo bombero. Porque no es fácil serlo, no es fácil tomar la decisión de ser bombero voluntario y después, es más difícil mantenerse en el tiempo. Es una elección de todos los días.

“No era fácil decidir trabajar 3 meses para después dedicarme todo el año en el cuartel”, dijo.
“Gracias a Dios llegue a donde llegue. Gracias a Dios pero también a todos los compañeros que estuvieron al lado mío, a mi familia, a la institución que sigue creciendo. Desde un galponcito y una fosa de la municipalidad con una estanciera a tener un cuartel propio, con 5 camionetas, 5 autobombas y vehículos de rescate”, remarcó quien será el nuevo jefe del cuartel de Tanti.

La familia: “No estaría acá si no fuera por ellos”
Roberto hace hincapié en que si no fuese por la ayuda que le ha dado su familia, hermana, mamá, esposa, si no fuese por el apoyo de ellos, no estaría en donde está en este momento.
Ni en la institución ni con el cargo que tiene. Él expresa que es una compañía que si o si la necesitas para hacer lo que hace él todos los días.
Hubieron navidades, fines de año y cumpleaños de familiares que las pasó en el cuartel de guardia esperando.
“Porque decís, en algún momento va a pasar algo, la gente va a necesitar la ayuda, entonces esperas el llamado”

Roberto se perdió muchas cosas por elegir al cuartel. Sin embargo, no se arrepiente de esas elecciones.
“Me hago cargo y afirmó que fueron las mejores decisiones que hice”, afirmó con mucha contundencia.
Siempre hizo todo para equilibrar el tiempo con su familia y con los bomberos. “Estoy muy orgulloso de lo que soy, de lo que hago y de lo que vengo haciendo”.

Roberto está próximo a ser padre por primera vez.
- ¿Le recomendarías a tu hijo ser bombero voluntario?
- Me pregunto eso todos los días. A mi me gustaría, si a él le gusta yo lo apoyaría porque es muy lindo, todo lo que aprendes, la gente que vas conociendo. Creo que, sí sigue existiendo el ámbito de bombero voluntario, me gustaría que lo sea. O, que también elija algo en el que pueda ayudar a la gente, creo que lo más importante es fijarse en qué necesita el del lado.
Ayudar al prójimo sería lo primero que le inculcaría.
Cuál es la convocatoria que tienen hoy, los bomberos voluntarios
La concurrencia es alta pero la constancia no tanto. Finalizar los esquemas de estudios, aprobar todas las materias, cumplir todas las asistencias se hace más complicado.
Muchas veces, las personas ingresan pero no pueden continuar con esa metodología por priorizar a la familia o a lo económico o, muchas otras situaciones que se presentan.

Roberto comentó que entre 20 personas, se suelen terminar recibiendo 8, aproximadamente.
Hay muchas ganas de ser bombero pero es difícil la continuidad.
- ¿Cuáles son las funciones que adquiere con el rol de jefe de bomberos voluntarios?
- La responsabilidad es mucho más. Estar pendiente de las necesidades del bombero y de la institución para continuar creciendo. Desde capacitar al personal a reforzar el equipamiento de vestimenta.
Además, es fundamental para este puesto buscar constantemente lo necesario para que el bombero se sienta con ganas de seguir siéndolo.
Porque por ahí, el estancamiento o la falta de recursos, no ver el progreso cercano, te hace sentir desganado.

La responsabilidad es mayor porque quiero que el personal se sienta como en su casa y que sigan teniendo las ganas de ser bombero, que día a día pongan todo de sí para continuar con sus funciones.
Roberto ahora, busca que se sientan como en su casa como a él lo hicieron sentir.