En su discurso sobre “el rol de la población en el crecimiento económico” en el foro de AmChan, el presidente Javier Milei atribuyó la caída en la natalidad a la aprobación del aborto legal, entre otras legislaciones y derechos que genéricamente atribuye a la “Agenda 2030″.
“Se les pasó la mano en atacar a la familia, a las dos vidas, y ahora estamos pagándolo con caídas en la tasa de natalidad. Ahora el miedo es que el mundo se quede sin gente. Lo hubieran pensado antes, nos hubiéramos ahorrado bastantes asesinatos en el vientre de las madres”, dijo, sin más, Milei.
La relación entre aborto legal y caída en la curva de fecundidad no es lineal. El número de nacimientos por mujer venía cayendo desde mucho antes en el país que 2019, fecha en la que se legalizó la interrupción voluntaria del embarazo.
Hay, además, buenos motivos para no tomar como un dato negativo la caída en estas cifras, puesto que una proporción importante de ese descenso se cimenta en una brusca caída del embarazo adolescente, por definición no deseado. El año pasado siguió cayendo el embarazo en la franja etaria de 15 a 19 años, que pasó de 3.062 casos en 2023 a 2.571 en 2024, en Córdoba.
“El descenso de fecundidad argentina se profundiza a partir de 2014. En paralelo, Chile, Perú, Colombia, El Salvador, Costa Rica registran descensos de fecundidad sin ley de aborto. Y no hay datos de abortos clandestinos previos a la ley”, remarca el demógrafo Enrique Peláez.
A su vez, entiende que la “caída de fecundidad adolescente más profunda que la caída en la fecundidad general es buena noticia”.
Y agrega: “El embarazo adolescente viene ligado a deserción escolar, empleo precario y reproducción de la pobreza. Y no es una política pública recomendable aumentar natalidad con nacimientos no deseados”.

En la provincia, en una década, se pasó de casi 60 mil nacimientos a casi la mitad. En 2014, Córdoba tuvo 59 mil nacidos vivos. En 2023, se perforó la línea de los 40 mil y en 2024 fueron 33.887.
Haciendo un zoom poblacional, es posible hacer otra lectura relevante: la mayor proporción de caída de nacimientos se da en las mujeres con menor nivel de instrucción. El análisis es aportado por la epidemióloga Eugenia Peisino: “Los nacimientos descendieron un 10% en general, pero al desagregarlos por nivel de instrucción de las madres se ve que entre quienes tienen primario incompleto el descenso es del 25% y entre las de secundario incompleto un 16%. Esto se contrapone con las de secundario completo con el promedio de 10% y las de instrucción superior, de 5%”.
El dato, con su interpretación: “Las de niveles de instrucción más bajo están comenzando a poder elegir”, resume Peisino.
Existe también una relación entre nivel de instrucción de la madre y caída en los nacimientos. En Bolivia, en 30 años se pasó de 5 años de escolaridad promedio en las mujeres a 12 y en ese lapso la fecundidad bajó de cinco a dos hijos, aportó Peláez, para ilustrar el fenómeno.
Lo cierto es que la caída en la natalidad es un fenómeno global. En algunos países ya no es baja la fecundidad, sino muy baja, por debajo de un hijo por mujer. En Corea, por caso, es de 0,7. La tasa de reemplazo poblacional es de 2,1.
Un fenómeno difícil de revertir
Allí donde se puso en marcha la curva descendente, ya nunca se revirtió.
“Ante esta caída de la natalidad una opción política puede ser atraer migrantes”, planteó Peláez. Justo lo contrario están planteando gobiernos conservadores como los de Milei, con fuertes restricciones para la atracción de población extranjera.
A su vez, entre los demógrafos surgió como un estudio de mucho interés el realizado por un investigador sueco que identificó un grupo poblacional diferente como potencial sostén de una mayor cantidad de nacimientos: las familias con altos ingresos.
Los datos demuestran que la fertilidad y la renta están íntimamente relacionadas, pero de una forma diferente: los hogares con mayores ingresos tienen más hijos, planteó el demógrafo sueco Martin Kolk, en una investigación publicada por la universidad de Estocolmo.
“Existe una intensa relación positiva entre la renta disponible acumulada y la fertilidad en los hombres de todas las cohortes, y una transformación gradual desde una pendiente negativa a una positiva en las mujeres”. Las mujeres con más renta o que pertenecen a hogares más ‘ricos’ están empezando a vivir un boom de la natalidad, llegando a superar de forma holgada los 2,1 hijos (tasa de reemplazo) que se necesitan para mantener un crecimiento vegetativo positivo en condiciones normales", explicitó Kolk.
¿Por qué los hogares con más renta están teniendo más hijos? Para el demógrafo sueco, la explicación tiene varios factores, pero entre los más importantes destaca la estabilidad económica.
“Tener hijos es una inversión que implica grandes costes, tanto directos (alimentación, vivienda, educación) como indirectos (reducción de la participación laboral, pérdida de ingresos en los años de crianza). Las familias con ingresos altos pueden asumir mejor estas cargas sin comprometer su calidad de vida”, interpreta el estudioso.
En su resumen, el paper académico plantea sus conclusiones de este modo: “Existe un fuerte gradiente positivo entre el ingreso disponible acumulado (y en menor medida los ingresos) y la fertilidad para los hombres en todas las cohortes y una transformación gradual de un gradiente negativo a uno positivo para las mujeres. En particular, los ingresos acumulados son sustancialmente menores para los hombres y mujeres sin hijos que para aquellos con hijos. Para los hombres, la fertilidad aumenta con el aumento de los ingresos, mientras que para las mujeres gran parte del gradiente positivo resulta de la baja fertilidad entre las mujeres con ingresos acumulados muy bajos en las cohortes posteriores. La mayor parte del gradiente positivo entre ingresos y fertilidad puede explicarse por los altos ingresos de los hombres y mujeres con dos a cuatro hijos”.