El fallo judicial por el que ayer se condenó a Claudio Contardi, exesposo de la modelo y conductora Julieta Prandi, por violencia sexual, física, psicológica y económica, generó repercusión social y mediática.
La sentencia, que llegó tras cinco años de denuncias, pruebas y exposición pública, volvió a poner en el centro la pregunta de cómo el sistema de justicia y la cultura en general abordan la violencia de género, incluso cuando involucra a mujeres con independencia económica y visibilidad mediática.
Dos especialistas consultadas por La Voz analizan el alcance de este caso y lo que deja como aprendizaje para la sociedad.

“Un patrón frecuente que atraviesa lo sexual, lo económico y lo psicológico”
Para Laura Cantore, abogada especialista en violencia de género y autora del libro Reparación social de víctimas de abuso sexual intrafamiliar, lo sucedido con Prandi no es una excepción.
“Un agresor de estas características ve en su víctima un objeto, algo de su propiedad. Si se casó con vos, cree que tiene derecho a tu cuerpo. Incluso el sufrimiento que provoca puede resultarle placentero”, dijo.
Cantore explicó que en este caso hubo un cruce de distintas formas de violencia: sexual, económica y psicológica. Contardi, por ejemplo, se quedó con la casa que la modelo había comprado antes de casarse, incluso estando ella embarazada.
“No se trataba de una mujer dependiente económicamente de él, sino al revés. Luego fue manipulando y acorralándola para quedarse con sus bienes y el manejo de su sueldo, para hacerla dependiente”, agregó.
La especialista insiste en que es necesario repensar el concepto de “amor romántico” que aún se transmite desde la cultura y los medios: “Ese amor que idealiza al otro, que genera una atracción intensa, dependencia emocional y búsqueda de felicidad inmediata, nos deja vulnerables. Más aún si estás embarazada o sos madre y tenés miedo por tus hijos”.
Para Cantore, desmitificar esta noción es clave para prevenir relaciones que terminan escalando en violencia. Y advirtió que, cuando se idealiza a la pareja, se pierde capacidad de defensa: “El agresor puede aislar, quedarse con bienes y someter psicológicamente, sin empatía alguna”.
El peso del camino judicial
Cantore también reflexionó sobre la dificultad de que los tribunales crean en la palabra de la víctima, sobre todo en casos de abuso sexual: “La prueba en estos casos suele ser indirecta. Nadie estuvo en la habitación, pero hay signos claros como el estrés postraumático. No siempre esa prueba se valora igual y no a todas las víctimas se les cree de la misma forma”.
En el caso de Prandi, la especialista dijo que destacó su tenacidad para sostener la denuncia y aportar pericias, frente a un acusado que presentó apenas un testigo.
“Fueron cinco años para confirmar una sospecha es un calvario. Hay una violencia institucional enorme, y también mediática. Ella necesitó de los medios para visibilizar pero a su vez contar todo allí de nuevo genera una revictimización”, marca Cantore.
En cuanto a las víctimas, aconsejó denunciar siempre que sea posible y armar redes de acompañamiento. La especialista dijo que eso quedó claro en el caso de Prandi que se sostuvo en su familia, amigos y luego en su nueva pareja para sobrellevar la situación.
Cantore también destacó que a pesar de las reiteradas situaciones de violencia vividas por la mujer su reacción para comenzar a salir de allí surgió cuando vio vulnerado los derechos de sus hijos.
También expuso: “No todas las víctimas tienen la energía o la estructura psíquica para denunciar y allí hay que buscar otras formas de reparación. Ahora, cuando hay hijos vulnerados, sí o sí hay que denunciar. En otros casos, hay que respetar los tiempos y buscar soluciones que permitan reparar y seguir con la vida”.
“El derecho se construye desde la práctica, no solo desde la ley”
Natalia Monasterolo, docente universitaria, funcionaria judicial y miembro de la organizacion Penalistas Feminisitas, planteó que la Justicia aún arrastra prácticas que dejan fuera la narrativa de la víctima.
“La ley no es el derecho. El derecho se construye en la práctica: cuando un juez falla en un sentido, transforma esa ley en derecho. Pero todavía se estandariza demasiado y se intenta encajar la experiencia de la víctima en un molde previo, en vez de partir de su relato singular”, opinó.

Para Monasterolo, un obstáculo frecuente es la “injusticia epistémica testimonial”, concepto de la filósofa Miranda Fricker, que describe cómo ciertos prejuicios hacen que la palabra de una persona valga menos. “Si escucho a una mujer mediática con estereotipos en mi cabeza, probablemente le crea menos. Eso sigue ocurriendo”, advierte.
Violencia que escala con la complejidad del vínculo
Monasterolo también propone mirar cómo se construye la violencia en una relación: “Cuando compartís vivienda, bienes, crianza, y en la base hay violencia, ésta se complejiza y se incrementa con el tiempo y luego se aplican estas categorías de ‘violencia económica, violencia psíquica, violencia física’, entre otras, pero que son parte de un mismo vínculo que se creó desde la violencia.
También remarcó la necesidad de discutir cómo se construyen los mandatos de masculinidad en la sociedad: “Así como se construye a una víctima, también se construye al agresor como un monstruo. Pero nadie se reconoce en un monstruo, que no lo son. La discusión debe ser cultural para evitar reproducir modelos violentos”, explicó.
Un caso que no es aislado
Ambas especialistas coincidieron en que el caso de Julieta Prandi debe leerse como un hecho social y no como algo aislado.
Cantore recordó que en lo que va de 2025 hubo 126 femicidios en Argentina, uno cada 34 horas, con un 16% de víctimas que habían denunciado previamente.
En Córdoba, ya se registraron siete femicidios según el conteo que realiza La Voz.
Para Monasterolo, el fallo es un precedente importante, pero no alcanza: “Es necesario revisar cómo narramos estos casos, incluso desde el feminismo, para que los mensajes lleguen y no se vacíen de contenido. No podemos quedarnos tranquilas repitiendo consignas: hay que seguir ajustando el discurso y la práctica para que la justicia sea realmente accesible para todas las víctimas”, sostuvo.