Tras el paso de las llamas, sobrevienen los intentos de reparación de daños y asoman historias de solidaridad para enfrentar la situación.
Un fuego devastador arrasó con más de 10 mil hectáreas en los primeros días de septiembre en el valle de Calamuchita: avanzó entre los parajes El Durazno y Pinar de los Ríos, en jurisdicción de Villa Yacanto. Fue el peor incendio de este año en Córdoba, por daños y por tamaño. Dejó como consecuencia graves pérdidas por una decena de viviendas quemadas, campos con forestación y de pastizales hechos humo y la muerte de miles de animales, entre otras consecuencias, además del impacto ambiental.
Pasado el fuego, aparecen relatos de remediación. Por ejemplo, el de una familia a la que se les quemó parte de su campo serrano y una de las viviendas construidas en ese predio y que puso en marcha una campaña para movilizar la solidaridad y ayudar, ante la emergencia, a los productores más afectados.
Fernanda Martínez, desde su cuenta de Instagram @secasacorazon (una tienda de productos artesanales en Villa Yacanto), organizó una colecta para conseguir donaciones de dinero y de alimentos destinados a asistir a los animales que quedaron en los campos incendiados, heridos y sin comida. Muchos murieron.
“El martes siguiente del incendio, cuando vimos los animales quemados y nuestros vecinos devastados nos dejó el corazón destrozado, ahí que pensé que podía hacer algo por ellos”, contó Fernanda.
Junto a su familia, comenzaron a mandar mensajes a conocidos que pudieran donar desde 1.000 pesos con el objetivo de comprar alimentos para el ganado en grave emergencia.
La colecta se fue multiplicando y trajo sus frutos: se juntó el dinero para comprar una carga de camión con 32 rollos de alfalfa, que ya fueron entregados a productores. “Juntamos $1.600.000 en el costo del equipo y $850.000 para cubrir el flete”, precisó Fernanda a La Voz.
Pero la ayuda no terminó ahí: una familia de Buenos Aires donó 10 rollos más, también ya distribuidos.
Además, el mismo día en que se estaba descargando el alimento conseguido, Fernanda recibió un llamado desde Rufino (Santa Fe) que le comunicaban que el próximo lunes llegarán a Villa Yacanto otros 60 rollos de alfa y cinco toneladas de maíz, donados por productores rurales de esa zona.
“Cuando escuché lo que me decían por teléfono, me largué a llorar de la emoción”, relató Martínez. “Ahora estamos gestionando la intervención de Bomberos y de la Policía para la llegada de esos dos camiones. Por la magnitud y el tamaño, habrá tramos de la ruta que deberán ser cortados porque ocuparán toda el ancho”, dijo sobre lo que sucederá el lunes próximo.
Respecto a la distribución de los alimentos recolectados, indicó que junto a la Municipalidad de Villa Yacanto reunieron datos de un relevamiento realizado inmediatamente después del incendio, que define cantidad de productores y animales muertos y en riesgo de cada propiedad.
El municipio contabilizó a unos 30 productores de ganado afectados, a los que llegará esta ayuda, para unos 2.500 cabezas de ganado.
El primer cálculo tras el incendio estimó en 12.600 la superficie afectada y un relevamiento satelital posterior lo ubicó en unas 10.700, al descontar áreas internas que se salvaron del fuego.
El enorme daño en la fauna silvestre es mucho mas complejo de dimensionar.
“Sabemos que hay muchas personas muy humildes y trabajadoras que no tiene cómo reponer esas pérdidas”, reflexionó Fernanda Martínez.
La colecta continúa abierta, para cubrir más necesidades en el tiempo. Los impactos no se remedian en pocos días.
Las pérdidas en su campo
Fernanda y Marcelo compraron hace 11 años un campo ubicado en esa zona, frente al loteo de montaña Umepay. Allí construyeron primero su casa y años más tarde sus cuatro hijos hicieron sus viviendas, del tipo contenedores.
El 2 de septiembre, cuando comenzó el fuego, su hija alertó a la familia sobre lo que estaba sucediendo en el lugar. “Nos habla y le dijimos que se vaya, que se salve, aunque se queme todo”, recordó Fernanda sobre la angustia de ese día.
“Tengo todavía en mi cabeza las imágenes de los animales corriendo, de los vecinos que nos pedían comida, de vacas y caballos quemados, de árboles y paisajes transformados en un infierno”, apuntó la mujer.
El hijo menor del matrimonio perdió su casa. “Se quemó entera, en ese momento no estaba y le tuvimos que contar que no le había quedado nada”, relató.
La familia tiene en su campo un tanque australiano relevado por bomberos para poder sacar agua de allí. El día del incendio fue utilizado. Pero nada alcanzaba. Además de árboles, suelos, plantas, y la casa quemada, hubo pérdidas en cañerías e instalaciones eléctricas del campo serrano.
La mujer tiene un negocio de artesanías en Villa Yacanto, desde el que comenzó la colecta solidaria. “Nosotros estamos bien, a pesar de todo; quise enfocar la colecta en los animales porque siento que ellos nos necesitan”, enfatizó. “Cuando empecé con esto confiaba que iba a ser así, porque nadie puede ser inmune a la tristeza de lo que le pasa a nuestra tierra y a lo que le pasó a los animales”, completó.
A las campañas solidarias, se sumó tras el incendio la asistencia anunciada desde la Provincia para productores rurales y vecinos afectados, mediante el Fondo de Asistencia para Desastres.
