Es pleno mediodía y el fuego está avanzando sobre suelos de la región. Varias dotaciones del cuartel de Bomberos Voluntarios de Jesús María están desplegadas sierra adentro, junto a unidades que llegaron desde La Granja, Río Ceballos, Salsipuedes, Totoral y Deán Funes.
Fue en el último incendio grande que tuvo Córdoba, que quemó unas 200 hectáreas entre Ascochinga y Jesús María, con inicio en la zona de Estancia La Paz.
El relato corresponde a ese foco reciente. pero puede repetirse para cada incendio forestal o rural que se genera en territorio cordobés. En esta época son frecuentes.
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Cuando el fuego avanza, comienzan a operar como refuerzo clave del trabajo en tierra los aviones hidrantes del Plan Provincial de Manejo del Fuego. Si hay chances y el foco suma complicaciones, se agregan unidades del Servicio Nacional de Manejo de Fuego.
En ese último incendio relevante, por la zona afectada Jesús María se convirtió en la base de abastecimiento de estas naves que desde el cielo tratan de enfriar con agua las zonas más calientes de avance de las llamas.
Cómo funcionan las piletas móviles
El cuartel de Bomberos Voluntarios de Jesús María cuenta con la única base móvil de abastecimiento de aviones hidrantes de todo el norte de Córdoba. Es clave, en una región de alto riesgo de fuego.
Diseñaron dos piletones desmontables (tipo “Pelopinchos”) que contienen 14 mil litros de agua y pueden desarmarse y trasladarse de acuerdo al viento o a las condiciones que requiera cada situación.
Cuatro efectivos de bomberos, con dos autobombas y un equipo de respaldo, son los encargados de llevar adelante esta maniobra que permite que, en ocho minutos, un avión hidrante aterrice, recargue su “buche” –tanque interno de agua– y despegue nuevamente hacia la zona del incendio.
Así lo explica el oficial ayudante Hugo Mercado, que forma parte de ese cuartel y es el coordinador de este operativo especial, que se monta cada vez que ocurren este tipo de siniestros.
Desde tierra, mantienen contacto permanente con los pilotos de los AT-802 que hacen los “lanzamientos” en los sectores más difíciles del incendio.
Minutos antes del aterrizaje preparan las autobombas y las enormes mangueras –líneas- y aguardan que la nave se acerque a unos 40 metros de lo piletones.
Una vez conectados al avión, en menos de cinco minutos recargan el tanque de unos 3500 litros para que éste pueda retomar el vuelo.
Esta rutina se repite durante toda la jornada, cuando es necesario, hasta que se dé por finalizado el operativo aéreo desde el comando coordinador. Todo está muy protocolizado y aceitado para que funcione sin ningún contratiempo.
Cada uno de los que participan forman parte de un sistema diseñado específicamente para luchar contra el fuego.
Mercado contó que la posibilidad de contar con una base de recarga de agua desmontable les posibilita a los pilotos realizar un carreteo mucho más corto con el tanque cargado.
Como siempre, se realizan recambios de guardia cada determinada cantidad de horas, pero un bombero sabe siempre cuándo comienza su labor, pero no cuándo termina.
El sistema móvil es una alternativa imaginada para áreas donde no hay, o no alcanzan, los sistemas fijos de cisternas de carga de agua.
En Córdoba, además, desde hace unos años se sumó otra alternativa: el avión hidrante incorporado que baja sobre los embalses serranos y carga agua directamente desde esa fuente: es uno de los cuatro aviones con que cuenta la Provincia.
