Hace menos de 24 horas Potrerillo era una de las puertas de ingreso al infierno.
El fuego consumió todo lo que quiso. Engulló un pinar añoso en pocos minutos y transformó el suelo en un cementerio de cenizas aún humeantes.
En ese lugar se prendieron fuego y quedaron consumidas 47 cabañas, de las 80 casas que fueron arrasadas por los diferentes focos que hubo en Córdoba. Fue el epicentro del espanto.
GALERÍA. Imágenes del espanto
Arrasó con 47 de las 50 cabañas de esta villa serrana y dejó sólo en pie a sus esqueletos cenicientos. Lo que queda en pie es una cicatriz de una tragedia.
El arquitecto Efraín Agustinoy, propietario de los lotes afectados, y creador del complejo, se mostró conmocionado por lo sucedido.
“Han quedado 2 cabañas, y el restaurante, y había 50. Las cabañas tenían cada una su propietario, su dueño”, dijo.
“Era un pueblito de montaña”, recordó Efraín, quien dijo que en el lugar sólo vivían 10 familias que ayudaron a tratar de apagar el incendio, aunque les fue imposible.
Este jueves, una cuadrilla de personal municipal de Potrero de Garay, colaboradores y vecinos salió a controlar los focos que se iban reactivando, para enfriar la zona y rastrillar el margen, para reducir el riesgo de que los vientos reinicien las llamas.
El intendente de Potrero de Garay, Gerardo Martínez, confió que además de las viviendas arrasadas en Potrerillo, se quemaron otras 10 en villa El Cóndor. “Afortunadamente no había personas ocupando estas viviendas, que son casas de fin de semana o de alquiler. Y los 100 evacuados, en otros puntos, ya pudieron retornar a sus hogares”, dijo a La Voz.
Un sol pálido apenas ilumina este jueves en el lugar. Es una luz blanca. Una capa de cenizas nubla la visión y amortigua el calor que ayer superó los 36 grados. Hoy la máxima será de 15 grados.
El olor a humo es intenso, se pega en la nariz, se impregna en las ropas. Es omnipresente, todo huele a quemado, se toca tizne, se pisa ceniza. Pero lo peor es el aire: irrita. De algún lado caen pequeñas cenizas como copos de nieve.
Lo que fue un ícono del turismo serrano de primer nivel, una villa serrana de categoría, luce como campo arrasado.
La mayoría perdió todo. Por suerte no hubo que lamentar víctimas ni heridos. Sí hubo pérdida materiales millonarias y se produjeron muertes de animales que no pudieron escapar de las llamas. Un panorama desolador.
Hierros y chapas retorcidos. Estructuras de piedra con hollín y tizne. Es todo lo que hay, todo lo que quedó, aquí.
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