Durante la lactancia, una de las preocupaciones más frecuentes es la sensación de que el cuerpo no produce suficiente leche para alimentar al bebé.
Esta percepción, que suele estar atravesada por presiones sociales, consejos mal dados y escaso acompañamiento profesional, puede derivar en lo que se conoce como hipogalactia, o baja producción de leche.
Pero según Leticia Grub, puericultora diplomada en lactancia humana y colaboradora de la Fundación Iberoamericana de Salud Pública (FISP), “en la mayoría de los casos, el problema no es fisiológico, sino informativo”. La clave está en diferenciar si realmente hay una baja producción o si se trata de una percepción influida por factores externos.
La hipogalactia no es una enfermedad, sino una señal
Tal como explica la especialista, la hipogalactia no es una enfermedad en sí, sino un síntoma de una causa subyacente que puede ser fisiológica, hormonal, anatómica o incluso emocional. Por eso, el tratamiento no debe enfocarse únicamente en “aumentar la leche”, sino en detectar qué la está dificultando.
“Es como una alarma que nos pide investigar y acompañar, no una sentencia definitiva”, afirma Grub.
Causas frecuentes de la baja producción de leche
Entre las causas más comunes de hipogalactia, la profesional distingue dos tipos:
- Primarias (anatómicas o hormonales): como hipoplasia mamaria, problemas endocrinos, retención de restos placentarios o hemorragia posparto.
- Secundarias (funcionales o técnicas): como acople ineficaz del bebé al pecho, tomas poco frecuentes, uso temprano de suplementos o separación madre-bebé.
Uno de los problemas más habituales, explica Grub, es el frenillo lingual restrictivo en el bebé, que impide una succión eficiente. Esto puede generar un vaciamiento incompleto del pecho y, por lo tanto, menos estímulo para producir leche.
Cómo se aborda la hipogalactia de forma integral
El abordaje de la hipogalactia debe ser personalizado e interdisciplinario. No hay una solución única, sino un proceso que se adapta a cada mamá y bebé. Según Grub, el primer paso es una evaluación completa: historia clínica, observación de una toma completa al pecho, análisis de la anatomía mamaria y revisión de la fisiología oral del bebé.
A partir de allí, el plan de acción puede incluir:
- Mejoras en la técnica: corregir el acople, aumentar la frecuencia de las tomas, permitir la libre demanda.
- Estimulación adicional: extracción manual o mecánica si el bebé no logra vaciar bien el pecho.
- Tratamiento médico: si se detectan causas hormonales o restos placentarios.
- Apoyo emocional: acompañar la ansiedad, frustración o culpa materna.
- Seguimiento continuo: con profesionales especializados y grupos de apoyo.
Sostener la lactancia sin culpas: el rol del acompañamiento
“La falta de contención lleva a muchas mujeres a abandonar la lactancia antes de lo deseado”, señala Grub. Por eso, insiste en la importancia de contar con acompañamiento empático y actualizado, que no se limite a pesar al bebé o sugerir suplementos sin evaluar el contexto.
El objetivo, dice, no es forzar la lactancia, sino sostenerla cuando es deseada y ofrecer herramientas reales para resolver las dificultades.