El hígado graso, o esteatosis hepática no alcohólica, solía asociarse principalmente con el sobrepeso y los malos hábitos alimentarios. Sin embargo, cada vez más mujeres activas, con un peso saludable y estilos de vida aparentemente sanos reciben este diagnóstico.
A partir de los 40 años, el cuerpo femenino atraviesa cambios hormonales y metabólicos importantes. La disminución progresiva de estrógenos y el aumento de cortisol impactan en la sensibilidad a la insulina y favorecen la acumulación de grasa en el hígado. Por eso, el problema puede aparecer incluso en ausencia de sobrepeso.
Síntomas invisibles que pueden indicar hígado graso
Muchas mujeres no presentan síntomas evidentes. Sin embargo, algunos signos sutiles pueden ser pistas importantes:
- Fatiga persistente
- Sensación de digestión pesada o inflamación abdominal
- Niebla mental o dificultad para concentrarse
- Piel opaca y retención de líquidos
- Problemas para dormir
Dado que el hígado graso a menudo pasa inadvertido, es común detectarlo solo mediante estudios de rutina.
Un plan integral para cuidar el hígado y revertir la esteatosis
La especialista Carolina Winograd, experta en wellness y yoga facial, recomienda un enfoque integral que combine nutrición, ejercicio consciente y manejo del estrés para acompañar al hígado en su proceso de regeneración.
Priorizar alimentos que favorecen la función hepática, como verduras amargas (alcaucil, brócoli, rúcula), remolacha, coles, cúrcuma con pimienta negra, té verde, frutas antioxidantes (arándanos, granada) y grasas saludables (aceite de oliva extra virgen).
Reducir al máximo azúcares simples, harinas refinadas, alcohol y ultraprocesados.
Ayuno circadiano para optimizar la limpieza natural
Un ayuno de 12 horas entre la última comida y el desayuno ayuda a mejorar la sensibilidad a la insulina y facilita los procesos naturales de depuración del hígado.
El hígado responde mejor al movimiento consciente: caminatas, entrenamiento de fuerza moderado, movilidad miofascial y respiración diafragmática son ideales para mejorar el metabolismo sin generar estrés.
El cortisol elevado afecta directamente al hígado. Dormir bien, hacer pausas reales, evitar multitareas y practicar respiración lenta contribuyen a reducir este impacto negativo.
La rigidez en el plexo solar y el abdomen alto puede dificultar la movilidad visceral y el drenaje linfático. Liberar estas zonas con técnicas de digitopuntura y respiración puede favorecer la digestión y la función hepática.
Preguntas frecuentes sobre el hígado graso en mujeres mayores de 40
- ¿Puede aparecer sin sobrepeso? Sí. No siempre está relacionado con la grasa corporal total, sino con cambios hormonales, inflamación y estilo de vida.
- ¿Cuáles son los síntomas? Suelen ser sutiles o inexistentes, pero pueden incluir fatiga, digestión lenta, inflamación abdominal y dificultad para dormir.
- ¿Se puede revertir? En la mayoría de los casos, sí. Con cambios sostenibles en alimentación, ejercicio, manejo del estrés y descanso, el hígado tiene capacidad de regeneración.
Más que una condena, el hígado graso es una señal de que el cuerpo necesita orden, descanso y una nueva energía. Escuchar estos mensajes es clave para alcanzar un bienestar real y duradero después de los 40.