En otro gravísimo hecho sucedido en una fuerza castrense, la Sala A de la Cámara Federal de Córdoba confirmó el procesamiento de varios soldados voluntarios que habrían abusado sexualmente de un compañero al que habrían sometido a vejaciones, burlas, golpes con naranjas y hasta el amedrentamiento con una picana.
Los vocales Abel Sánchez Torres, Graciela Montesi y Eduardo Ávalos confirmaron el procesamiento de Lucas Samuel Dorea como supuesto coautor de vejaciones o apremios ilegales agravado por grave daño en la salud de la víctima, y procesaron a Néstor Fabián Correa, Gonzalo Adrián Ochoa y Juan Armando Aguirre por abuso sexual simple agravado.
La Fuerza Aérea no brindó comentarios y dirigió la consulta al Ministerio de Defensa de la Nación, por lo que La Voz presentó un pedido de información pública sobre el caso.
Otro grave hecho en una fuerza de seguridad en Córdoba
El gravísimo hecho ocurrió varios años antes de los escándalos que se registraron en otras fuerzas de seguridad nacionales, lo que parece marcar una práctica reiterada y nunca desterrada del todo, de “bautismos” lacerantes y humillantes, bajo la forma de “bromas”.
Cobraron notoriedad en los últimos tiempos el peligroso “bautismo” en el Ejército en el que rociaron con cal viva a soldados y el escándalo de las 100 gendarmes que fueron obligadas a desnudarse por orden de una superiora.
Ahora, La Voz conoció que en otra causa que se sustancia por estas horas en los Tribunales Federales de Córdoba, varios militares quedaron bajo sospecha de graves delitos en contra de un compañero.
Los hechos se remontan a 2017 en el complejo turístico que tiene en Ascochinga el Instituto de Obra Social de las Fuerzas Armadas y de Seguridad (Iosfa). Entre junio de ese año y septiembre de 2019, es decir, durante 27 meses, la víctima habría tenido que soportar situaciones de maltrato que pasaron de lo verbal a lo físico: desde ataques con naranjas, insultos y hasta humillaciones delante de su esposa.
“Lo que presencié fue lo de los naranjazos: fue al horario de salida y fue un juego entre todos, sólo para divertirnos. Era jodiendo, con motivo de divertirnos. En ningún momento dijimos: ‘Agarremos todos a…’; era todos contra todos”, dijo un compañero.
Sin embargo, la víctima no describió los hechos como un “juego” en el que participó voluntariamente, sino como un hostigamiento extremo en el que, además, llegaron a rayar las paredes del complejo con su nombre para provocar que los encargados lo sancionaran.
En medio del contexto hostil, denunció que Ochoa lo agarró y le ató las manos con una soga para arrastrarlo, al tiempo que Aguirre lo tiró al piso y Correa le maniató los pies. Pero Correa habría ido más allá y lo habría abusado.
No conformes, Aguirre habría no sólo filmado, sino también publicado las imágenes en un grupo de WhatsApp que los imputados integraban, para maximizar la humillación. Llegaron a calificar los repudiables hechos, según la investigación, como la “broma” de “estar cazando a un ternero”.
Temblando, totalmente denigrado y vejado, la víctima se apartó para descansar. Mientras tenía los ojos cerrados para intentar recuperarse, Dorao habría intentado rayarle la frente, aunque fracasó porque el hombre abrió los ojos y fue allí cuando observó que todos se burlaban de él.
Denunció que no conocían ningún límite al momento de agredirlo, hostigándolo con burlas de contenido sexual por el tono de su voz y la forma de su boca y cabeza, y hasta llegaron a calentar cucharas para luego golpearlo o quemarle la piel.
La víctima comenzó a sufrir angustia permanente, insomnio, ataques de pánico y de llanto, reducción de su peso, afectación de su rendimiento en su otro trabajo y un profundo cuadro depresivo que lo llevó a pensar hasta en suicidarse. Le diagnosticaron trastorno de estrés postraumático, por lo que debieron medicarlo y prescribirle carpeta psiquiátrica, a pesar de no haber padecido ninguna afección antes de los hechos.
El escándalo desencadenó una investigación interna de la Fuerza Aérea. Su esposa buscó respuestas en lo superiores de su esposo, ya que, según declaró en el expediente, los “suboficiales veían el maltrato como algo natural; lo habían naturalizado”.
Los cuatro implicados fueron sancionados con arresto de cinco días por “cometer maltrato físico y verbal” contra su compañero. Los separaron para que no compartieran los mismos turnos y tomaran contacto con él.
El mismo sumario detectó que llegaron a amedrentarlo con una picana propiedad de Ochoa, aunque sin llegar a torturarlo. Dorao y Correa reconocieron haberlo atacado a naranjazos y, de acuerdo con la declaración del comodoro encargado del complejo turístico, los acusados “no negaron los hechos”, pero lo calificaron como un “juego”.
En 2020, la entonces fiscal federal N° 3, Graciela López de Filoñuk (luego jubilada y reemplazada por Maximiliano Hairabedian), imputó a Correa, Ochoa, Aguirre y Dorao por el delito de vejaciones y por abuso sexual doblemente agravado sólo a los tres primeros.
Procesamientos y fallo de la Cámara
El juez federal interviniente, Miguel Hugo Vaca Narvaja, procesó sin prisión preventiva a Correa, Ochoa, Aguirre y Dorao por vejaciones y apremios ilegales, y les dictó la falta de mérito a los primeros tres por abuso sexual doblemente agravado. Los imputados y la víctima apelaron.
Sin embargo, la Cámara dio por desistido tácitamente el recurso interpuesto por Correa, Ochoa y Aguirre por no haber presentado el informe. Revocó la falta de mérito y los procesó por abuso sexual simple agravado (por resultar un grave daño en la salud de la víctima y por haber sido cometido por más de dos personas de la Fuerza Aérea).
También confirmó el procesamiento de Dorao por vejaciones y apremios. Al respecto, el vocal Sánchez Torres (autor del voto principal con la adhesión de sus pares) consideró probado que Dorao participó de forma “activa” en el maltrato con los demás imputados.
Los camaristas indicaron que los procesados “habrían propinado al denunciante un trato vejatorio y degradante que se extendió en el tiempo, arrojándole objetos, efectuado comentarios inapropiados y con clara connotación sexual, increpándolo con picana, entre otras conductas humillantes que le habrían generado daños en su salud psíquica”.
También valoraron los dichos de la víctima y los informes médicos que le realizaron. “Sin perjuicio de que hayan arribado a diagnósticos relativamente diferentes, resulta fundamental remarcar que presentan una coincidencia absoluta en cuanto a que el daño en la salud psíquica y física sería consecuencia del accionar” de los imputados, “corroborando con ello la existencia del hecho”, sostuvieron.
De este modo, descartaron la versión de Dorao de que se trató de “juegos” en los que el denunciante participó, ya que, como sostuvo la defensora pública oficial Mercedes Crespi (en representación del hombre) y remarcó la Cámara, sólo él fue el “único destinatario de este trato”.
De hecho, Crespi había apelado la falta de mérito dictada por el juez Vaca Narvaja respecto del abuso sexual. Afirmó que si la víctima hubiera sido mujer, la Justicia no hubiera dudado en procesar a los responsables mínimamente por abuso sexual simple, debido al tenor de las pruebas.
Al respecto, resaltó el grave daño psicológico que sufrió el denunciante, la absoluta impunidad” con la que actuaron los imputados y las leves sanciones administrativas que recibieron.
La Cámara destacó el testimonio de la víctima en el marco de las humillaciones y puntualizó que, si bien del video no surgía con contundencia el abuso sexual, debía analizarse como un “sólido indicio que, unívocamente con el contexto fáctico y los dichos de la víctima, orientan la hipótesis delictual”.
Aunque el denunciante no refirió haber sufrido abuso sexual, la Cámara sostuvo que ello podía interpretarse por el pudor y temor que las víctimas de los delitos contra la integridad sexual experimentan. El hombre reconoció sentir vergüenza en contar a su esposa lo sucedido.
Así, revocaron la falta de mérito de Correa, Ochoa y Aguirre, y los procesaron por abuso sexual simple agravado. El juez deberá resolver ahora si les dicta o no la preventiva.