Marta Gómez Flores, exjefa de Neonatología en el hospital Materno Neonatal de la ciudad de Córdoba, es la primera en declarar en la jornada que se reservó en el juicio por las muertes de bebés para la palabra de los imputados por responsabilidades funcionales.
Con una explicación muy detallada del contexto en el que se desempeñaba el servicio, Gómez Flores apuntó a desacreditar una de las principales objeciones de la acusación: que se le pasaron por delante de las narices eventos muy inusuales sin llevar la sospecha a la Justicia.
“Para la planificación de un servicio obstétrico sobre la cantidad de partos, sabemos que el 10% va a necesitar algún tipo de internación y el 1% serán niños por debajo de 1.500 gramos. En el Neonatal, teníamos cinco mil partos anuales y de ese total, nuestro servicio tenía 1.400 ingresos por año y un 2% de recién nacidos con menos de 1.500 gramos. Era un servicio con muchísimo trabajo y en esta gran demanda nos eran derivados embarazos de alto riesgo, por prematuridad, malformaciones y patología materna. En esta variedad de pacientes, existe mucha más probabilidad de tener casos infrecuentes. Se dice que no cae dos veces un rayo en el mismo lugar. Era el pararrayos de la neonatología del subsector público. Tengo innumerables ejemplos de patologías infrecuentes que ocurrieron el mismo día; esta historia de porque pasó uno no podía pasar lo otro, no es real”, explicó Gómez Flores al inicio de una exposición que se extendería por más de dos horas.

Con 37 años de médica y 34 en Neonatología, Gómez Flores hizo una explicación desde la medicina para que se comprenda que hay otras explicaciones para varios casos y que no era evidente que había una posibilidad criminal antes del 6 de junio.
“Literalmente le he dedicado mi vida al cuidado de estos niños. Le he puesto la mente, el cuerpo, el alma. No me entra que una persona pueda hacer daño a los chicos”, dijo, emocionada, al final de su alocución.
En su explicación, habló de la secuencia de casos. Para la muerte de Francisco Calderón, hijo de Vanessa Cáceres y Raúl Calderón, del 18 de marzo, dijo que a pesar de que nació con buen peso y Apgar de 9/9, lo correcto sería decir que nació sin antecedentes de riesgo conocido. Planteó que no se podía descartar la existencia de enfermedades virales o infecciosas que no se detectan en exámenes prenatales y controles, y descartó considerar esta muerte como un colapso súbito prenatal. Los valores de potasio son levemente más altos y sí presenta una acidosis metabólica muy elevada, que no podía atribuirse a una hipoxia perinatal.
“¿Qué causa esta acidosis? Hay que pensar en otras enfermedades, como las metabólicas. Más de 1.450 se ha descripto que se puede presentar en etapa neonatal. Pero no hemos podido confirmar al diagnóstico", dijo la médica.

Acto seguido explicó que se le pidió a los padres que autorizaran una autopsia, pero que se negaron. En el juicio se mencionó que lo hicieron porque les advirtieron que podía no hallarse nada en ella. “El 50 por ciento de las autopsias neonatales no tienen hallazgos. Cuando se va a pedir esto, uno tiene que informar. Eso no es persuadir para que no hagan: es avisar que esto puede pasar”, justificó.
Luego explicó que hacer un análisis de causa raíz no implica tener sospechas sino que se realiza para evaluar los procesos de atención. “No existe en el pensamiento médico pensar en criminalidad”, dijo en ese contexto.
En el repaso de casos, también separa de la lista a Benjamín Luna, hijo de Damaris Bustamante, un recién nacido a término con antecedente de riesgo por una ruptura prematura de membrana, de 48 horas. También en este caso se ve una acidosis metabólica muy grande. Se apoya en los peritos que dijeron que no podían terminar de descartar algo infectológico o metabólico para explicar por qué no podían sospechar de otra cosa en ese momento.
Ese mismo dia nace Carolina Luna, hija de Tamara Hermosilla, a quien se le detecta una tumoración en la zona de vitamina K. De ahí surgen las dudas sobre la posibilidad de una mala aplicación de la vitamina o de un problema con el lote del fármaco.
Llama la atención, por otro motivo, el caso de I.G., hija de G.G., del 26 de abril, en el que se ven dos lesiones en miembros inferiores. “Personalmente fui a revisar la cuna buscando un elemento cortante. Existe la costumbre de pinchar la aguja en el colchon; pensé que habia sido un accidente, que alguien se había olvidado”, relató.
Por estos dos casos, se toma la decisión preventiva de cambiar el lote, primero, y la marca de la vitamina K, porque existían algunos registros en la bibliografía de reacciones adversas, en particular con el diluyente.
Gómez Flores dijo que comunicó estos casos a la Anmat y agregó “por las dudas” las muertes de Francisco Calderón y de Benjamín Luna.
El 1 de mayo se da el caso de G.H., quien apareció con tres tipos de lesiones en el miembro inferior derecho y allí hicieron la famosa búsqueda de insectos.
En este tramo, le contestó a la médica Jimena Tercelán, que en su testimonio había dicho que le había planteado su preocupación por lo que había ocurrido y que ofrecía investigarlo, y que recibió apenas un emoticón de pulgar arriba como respuesta de Gómez Flores.
“Estuvo de guardia el domingo y el martes siguiente podría haberse presentado, si tenia una inquietud puntual. Ella no ha tenido ningún inconveniente por motivos personales; no había pirámide ni figura geométrica para hablar conmigo”, respondió, con una ironía sutil, a la descripción de Tercelán de un triángulo médico integrado por Liliana Asís y Gómez Flores.
Luego repasó otros hitos, como la reunión del 6 de mayo, en la que se tomaron decisiones como no separar más el binomio madre-niño.
Al caso de J.L., del 11 de mayo, dice que lo ubican recién después del de junio en la lista. Dijo que no conocía los valores de insulinemia hasta que se puso en la línea de tiempo de casos bajo sospecha. “Ese niño era un hijo de madre diabética, tratada con dieta, con buenos controles. Hace hipoglucemia por hiperinsulinismo que se corrigió a las 48 horas”, explicó.
El caso de Ibrahim Benitez Guardia, hijo de Julieta, mereció una larga y por momentos conmovida exposición de Gómez Flores. Existían elementos en el momento para considerarlo una muerte súbida por sofocación. “Lo pone en la cama para ir a bañarse, lo pone en la cuna de costado. Cuando vuelve, el chico estaba muerto”, contó.
Dijo que le reiteró el pedido de autopsia médica que habían hecho los profesionales a la abuela, quien lo “había rechazado en nombre de su hija, taxativamente”. “Esgrimió una serie de cuestiones religiosas que era conomovedor escuchar”, confió, al borde de las lágrimas.
“Realmente me había partido el alma la situación que estaban viviendo y fui a buscar los certificados, con los ojos llenos de lágrimas, e hice el cetificado para que pudieran enterrar. Me pidieron tenerlo en brazos en ese momento y entré a la terapia para acondicionar el cuerpito, junto a la doctora (Marcela) Charras”, relató. “Los quise ayudar”, resumió.
Explicó que habitualmente firmaba certificados de defunción, a pesar de que debería hacerlos el médico que atiende el bebé en ese momento, “pero muchas veces no está hecho el DNI, los médicos de guardia se van y yo lo hago por respeto, porque no puedo tener esperando a las familias. No hice dos certificados”.
“Les propongo que hagamos el ejercicio; tenía que asumir en ese momento, no después del 6 de junio, que una sustancia que había sido administrado 6 u 8 horas antes de pronto, como un misil, mataba a una criatura que estaba activa y con llantos vigorosos, quirúrgicamente justo en los 10 minutos que queda en la cuna en una posición no recomendada”, resumió.
El caos del 6 y 7 de junio la encontró internada por un síndrome vertiginoso. Mucho después se enteró de lo que ocurrió en esa guardia.
“El 16 de agosto recién se construyó la línea de tiempo de los niños que se habían puesto para ser estudiados; no era para tomarlos al pie de la letra. Había niños que claramente revelaban una intencionalidad; en otros, no teníamos ninguna certeza”, explicó.
