Desde niños, cuyas muñecas o autitos se rompieron, hasta adultos que buscan recuperar un tesoro de su infancia: todos llegan a “Toys Taller”, donde, gracias a Gabriel, cada juguete tiene la oportunidad de vivir una segunda (o tercera, o cuarta) vida.
El dueño se define como un “guardián de los recuerdos materiales de infancias ajenas”, y es que, en su local ubicado en Rosario de Santa Fe 1.092, barrio General Paz, en Córdoba, hay más de dos mil piezas de colección, además de los juguetes que llegan a diario para ser reparados.
Según contó, en diálogo con La Voz, lleva más de 30 años en este oficio y repara “casi todos los juguetes, porque algunos llegan muy golpeados, muy destruidos o le faltan piezas y no se pueden arreglar”. Él prefiere hablar de “recuperar” antes que “restaurar”, porque considera que son procesos distintos.
El taller donde los juguetes tienen una segunda vida
El taller atiende piezas de todo tipo, tanto por su material como por antigüedad. La complejidad de la reparación varía según el tipo de juguete y el daño que tenga: algunos están listos en una semana y otros pueden llevar un mes de trabajo, según contó.
La reparación de juguetes comenzó en la década del ´70, cuando trabajaba en una fábrica de letreros. Aunque le hubiera gustado ser ingeniero, Gabriel empezó arreglando y recuperando autitos a pedales, para calesitas. “Después me empezaron a llegar juguetes cada vez más chiquitos. Y entonces se fue reduciendo la escala y multiplicándose la diversidad. Y así termina hoy, en el 2025, con esta variedad: de goma, de madera, de plástico, de lata, viejos, nuevos, modernos y no tanto”.
El caso más común, que “pasa día de por medio”, es el de las muñecas que llegan mojadas, desgastadas o mordidas por alguna mascota. “Para cuando vienen sin una mano o un brazo, tengo varias cajas con piezas de otras muñecas que han tenido otro destino o que no estaban arreglables, y entonces se reemplazan. Generalmente, si le falta un bracito hay que cambiarle los dos, porque es muy difícil encontrar uno igual”, explicó.
Su hermana y sobrina se encargan de la ropa y las pelucas, mientras que Gabriel se ocupa de la electrónica, los mecanismos de las cuerdas, los ojitos que se abren y se cierran, y los sistemas que hacen hablar o llorar a las muñecas.
Tesoros antiguos: una muñeca de 140 años y un robot ruso
Al taller llegan juguetes de lo más variado. “A veces han venido cosas muy locas. Una vez llegó una muñeca de 1880, de hace 140 años, y digo ´¿pero cómo puede estar sobreviviendo así?´. Y hace unos cinco años me trajeron un robot de lata grande, como de 50 centímetros. Era un robot ruso, lo cual es muy raro. Salió andando. Caminaba a cuerda, y hablaba y prendía las luces a pila, un híbrido”, dijo entre risas, y agregó: “Horrible, pobrecito, pero tenía valor para el que lo trajo porque era pintoresco”.
“Lo que a mí más me llama es cuando llegan autos muy antiguos como este bólido de Indianápolis, de Estados Unidos. Tiene seis escapes de cada lado, lo que significa que, en la realidad, tenía un motor V12. Es una cuestión técnica, una pavada, pero están dibujados”, explicó a partir del juguete.
“Entonces, al que observa le añade conocimiento. Y el casco del piloto es una gorra de cuero: no tenían casco. Ni cinturón usaban en la década del ´30, y ahí ya iban a 200km/h y pico”, comentó.
La historia a partir de juguetes
“Trabaja con pasión o cambia de profesión”, dice un cartel colgado atrás del mostrador. Si hay algo que Gabriel demostró, es eso: así como contó los orígenes de la muñeca, la extrañeza del robot y las características del bólido, entre otros juguetes, sabe “casi de cada una” de las más de dos mil piezas del taller qué es, de dónde viene y qué edad tiene.
En ese sentido, explicó que la mayoría de los juguetes antiguos de industria argentina son de lata, un material “más barato y accesible” que el plástico, el cual comenzó a usarse a finales de los ’50, compitiendo con la baquelita, un plástico temprano que era “muy caro y frágil”.
En el local hay juguetes emblemáticos nacionales, como un camión Matarazzo de la década del ´40 y un patrullero de Policía argentino de plástico, con sistema a cuerda y bomba neumática.
En cuanto a los orígenes, Gabriel explicó que los alemanes, ingleses y japoneses fueron pioneros en la fabricación de juguetes en la posguerra, a partir de la segunda mitad de la década del ’40, como una salida económica y para “distraer la maldición de la guerra en todo el mundo”.
Coleccionistas, los “guardianes de los recuerdos”
La afición de Gabriel por los juguetes y el coleccionismo surgió en su niñez, comenzando a juntar piezas desde chico. “Lo que iba a apareciendo lo iba juntando, y así se formó una colección que, después de 60 años, es interesante. Hay cosas que compré en la juguetería de la esquina de mi casa cuando era chico… ahora son una antigüedad de más de medio siglo”, contó.
El coleccionismo es algo que disfruta, sobre todo el canje: “Tomá, llévate este que a vos te gusta, y dame ese otro que a mí me gusta más”. Para él, cada colección tiene su historia y es la “parte material de los recuerdos, de la historia de cada uno”. Quienes coleccionan y guardan estas cosas se consideran “guardianes de los recuerdos”, ya que estas piezas “van a sobrevivir” al coleccionista y terminarán en otras colecciones.
“Los recuerdos se recuerdan en la mente, pero cuando aparece este juguete, que es de la década del ´70, y viene alguien que fue chico en esa época, recuerda su infancia y se renueva todo. A veces, esa persona nunca había reparado en ese recuerdo, que genera toda una vitalidad adentro, que motiva a volver a ver cosas viejas o antiguas”.
Fabricar, restaurar y cuidar juguetes para seguir contando historias
Además de la reparación, Gabriel fabrica a pedido autitos históricos a escala 1:43, por ejemplo, la Coupé de Turismo Carretera con la que Carlos Pairetti debutó en 1964. También lleva 32 años asistiendo a la muestra de coleccionismo en el Museo de la Industria, donde arma su propia vitrina con juguetes variados.
Entre historias y anécdotas, Gabriel dejó un mensaje: “Guarden y cuiden los juguetes y los recuerdos. De repente no es un juguete, es el primer teléfono celular, el primer radiograbador, los cassette de aquel tiempo… guárdenlo. De acá a unos años va a ser importante, porque aunque el cassette ya solo haga ruido, te va a traer el recuerdo, acuérdense”.