Esta semana se conocieron detalles de la causa que investiga muertes por fentanilo contaminado en Argentina. Según la investigación que lleva adelante el juez federal de La Plata, Ernesto Kreplak, los laboratorios Ramallo y HLB Pharma –productores del lote contaminado– ya habían tenido una “advertencia” en febrero de este año, porque no estaban cumpliendo ciertas condiciones de seguridad en el proceso de producción de determinados fármacos.
A su vez, el Boletín Epidemiológico Nacional –que lleva el reporte semanal de los casos confirmados y sospechosos que se detectan en el país– informó por primera vez la existencia de seis hechos bajo investigación en Córdoba.
Cuáles son las claves de este brote generado por medicamentos contaminados y qué se puede hacer para evitar nuevos episodios.
¿Cómo se originó el brote?
Los casos de fentanilo contaminado se conocieron públicamente el 7 de mayo, a raíz de un brote detectado en el hospital Italiano de La Plata. Profesionales de la clínica detectaron que varios pacientes internados en terapia intensiva entre abril y mayo no respondían a los antibióticos convencionales. Los análisis de cultivo detectaron tres bacterias de los géneros Klebsiella y Ralstonia.
Cuando se investigaron las causas del brote, se detectaron ambos patógenos en el cultivo de ampollas de un lote de fentanilo de los laboratorios Ramallo y HBL Pharma. Los casos fueron reportados como “posibles eventos adversos a la medicación”. La Anmat –autoridad nacional que regula la calidad de todos los productos médicos que se distribuyen en el país– emitió una alerta y pidió a todos los efectores de salud públicos y privados del país que separaran el lote contaminado, en caso de que lo hayan adquirido.
Para ese entonces, las ampollas contaminadas ya habían sido usadas en centros de salud de todo el país.
Un directivo de una clínica de Córdoba, que pidió reserva de identidad, contó a La Voz que el laboratorio HLB Pharma ofrecía en el mercado cada ampolla de fentanilo a 1000 pesos, cuando por lo general cuesta 1.200, antes de que la Anmat emitiera una alerta.
El Ministerio de Salud de la Nación solicitó a las provincias que notifiquen casos sospechosos y que envíen las muestras, para confirmar que el genotipo de las bacterias de los pacientes coincida con los hallados en las ampollas contaminadas. Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, Santa Fe y Neuquén reportaron casos. Esta semana, el Boletín Epidemiológico Nacional confirmó por primera vez que hay seis casos en estudio en Córdoba.

¿Fallaron los controles?
Esta semana trascendió que el laboratorio Ramallo, propiedad del empresario detenido Ariel García Furfaro, había recibido una “carta de advertencia” el pasado 10 de febrero por presentar “deficiencias significativas críticas y mayores en la gestión del sistema de calidad”.
Según publicó Infobae, el laboratorio había sido sometido a una inspección no programada el 28 de noviembre. La pesquisa realizada por inspectores de Anmat finalizó el 12 de diciembre y halló deficiencias significativas en el sistema de calidad. El laboratorio no podía volver a su rutina hasta tanto resolviera esos problemas. Sin embargo, hizo oídos sordos de esa advertencia y siguió produciendo, entre otras cosas, las ampollas contaminadas.
Según la causa judicial, este laboratorio ya venía teniendo advertencias por falencias en los procesos de elaboración desde mayo del 2019.
Sonia Uema, directora del Centro de Información de Medicamentos (Cime), de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba, explicó que los inyectables –como en el caso de las ampollas de fentanilo– requieren más precaución en la elaboración, así como una infraestructura especializada. Son soluciones estériles que se aplican en otras soluciones estériles (la sangre).
“Los equipos de trabajo por las distintas áreas por la que va pasando, tiene que estar capacitado y formado. Si se detecta una falla, normalmente se suspende la producción. Hasta que el laboratorio no demuestra que ha solucionado esos problemas, no puede seguir produciendo. Cuando supera esas fallas, se rehabilita”, explicó.
Una exautoridad de Anmat, que también pidió reserva de identidad, aclaró que son excepcionales los casos de contaminación en productos farmacéuticos en Argentina. Que la industria nacional tiene por lo general un sistema de calidad fuerte y alta participación en el mercado, por encima de las multinacionales.
Sin embargo, en este caso, supuso que el laboratorio comenzó a relajar las exigencias y que la contaminación puede haberse producido por error en los procesos. A su entender, en lugar de una carta de advertencia, Anmat debería haber declarado una clausura preventiva, un procedimiento que se publica en Boletín Oficial cuando se detectan riesgos suficientemente graves. “Lo hicieron, pero tarde”, consideró.
¿Por qué se producen las muertes?
El juez Kreplak investiga las causas de muerte de 76 personas en distintas puntas provincias, entre ellas, Córdoba. Esta semana se conoció un informe del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema que analizó 20 autopsias. Los resultados determinaron que, en 11 casos, el lote de fentanilo contaminado tuvo alguna incidencia en los fallecimientos.
El informe médico legal no pudo confirmar que el fármaco adulterado haya sido el responsable directo de las muertes. Pero sí halló un “nexo concausal”: 11 pacientes tenían cuadros clínicos complejos y la infección por las bacterias fue un “factor agravante”.
Este dato será relevante a la hora de decidir responsabilidades civiles y posibles resarcimientos a los familiares de las víctimas.
El fentanilo es un potente opiáceo, un sintético de la morfina, que se utiliza en anestesias y tratamientos del dolor. Aquí el problema no es esta sustancia, sino la partida que llegó contaminada con tres bacterias de los géneros Klebsiella y Ralstonia. Todas se caracterizan por ser resistentes a los antibióticos, por eso llamó la atención en el Hospital Italiano de La Plata cuando los pacientes no respondían a la medicación convencional.

Juan Enrique Martínez, especialista en Bacteriología, explicó que género Klebsiella está ampliamente distribuido en la naturaleza, en aguas de consumo, aguas residuales, suelo, vegetales y animales. Son huéspedes habituales del hombre y de los animales.
Martínez participó, el martes pasado, de un Ateneo de Farmacología organizado por la Comisión de Educación Médica Continua, el Comité de Contralor de Farmacología Clínica del Consejo Provincial de Médicos y la Red de Médicos en Farmacovigilancia.
“Es un patógeno oportunista –informó Martínez–, una de las principales causas de infecciones nosocomiales. También es una de las principales bacterias que diseminan el resto de la microbiota que está presente en los hospitales y en los mismos seres humanos, distintos elementos que terminan produciendo bacterias más resistentes, porque intercambian ese material genético. Son bacterias más resistentes a los antibióticos o más virulentas”.
Sobre los gérmenes del género Ralstonia, informó que son prevalentes en suministros de agua (incluyendo los de agua hospitalaria) y están bien adaptados para sobrevivir en condiciones de bajos nutrientes. “Se ha demostrado que causan infecciones, a veces graves, como osteomielitis y meningitis, en entornos hospitalarios”, informó la revista Ethica.
¿Por qué costó encontrar las ampollas del lote contaminado?
En 2011, por resolución del Ministerio de Salud de la Nación, se creó un sistema de trazabilidad por unidad, que permite localizar –en tiempo real– ciertos productos farmacológicos de alto costo. El mecanismo se creó después de que en 2009 aparecieran denuncias de adulteración y estafas a la seguridad social en medicamentos oncológicos.
La lista de unidades trazadas en tiempo real se fue ampliando en forma progresiva. En un momento, los parches de fentanilo formaron parte de este sistema de geolocalización en tiempo real pero con el paso del tiempo y el cambio de gestiones, cada vez se fue acortando más ese listado.
En el caso de las ampollas de fentanilo, por ser un opiáceo, forma parte de un mecanismo de trazabilidad por lote. En Córdoba, el Ministerio de Salud de Córdoba rastreó a través de la Dirección de Farmacia, cuáles fueron las clínicas privadas que recibieron el lote adulterado y computó 18.
A su vez, el fentanilo es una materia prima que se importa con ciertos límites y debe tener un control especial, ya que puede usarse en el mercado negro como corte de la cocaína. Si un laboratorio compra una determinada cantidad de materia prima, ésta tiene que coincidir en los registros de lo que produce. De lo contrario, debe exhibir documentación que muestre que los quemó o comprobar que aún lo tiene en stock.

¿Qué pasó en Córdoba?
La primera muerte relacionada al brote trascendió el primero de agosto. El hombre tenía cáncer y falleció en mayo en la clínica Vélez Sársfield. El caso está siendo investigado por el juez Kreplak y fue detectado por el mismo sanatorio, que elaboró una investigación interna.
En este momento figuran seis casos bajo análisis en el Boletín Epidemiológico de la Nación.
En conferencia de prensa, el ministro de Salud provincial, Ricardo Pieckenstainer, dijo que se localizaron 18 instituciones privadas con la partida en cuestión, que esas ampollas quedaron “en cuarentena”, es decir, que no serán suministradas a los pacientes. Y que no se registraron casos asociados con el brote en hospitales públicos.