La investigación por el femicidio de Milagros Bastos, la joven de 22 años cuyos restos fueron hallados en estado de descomposición en un placard del departamento de los hermanos Grasso en Córdoba, sumó esta semana un nuevo capítulo judicial.
El abogado Carlos Nayi solicitó la constitución como querellantes particulares de Mauricia Flores y Guillermo Reynoso, quienes criaron a Milagros desde que tenía tres meses de vida y hoy están a cargo del hijo de seis años que quedó huérfano tras su asesinato.
“Ellos son los papás del corazón, los que amamantaron, criaron y acompañaron a Milagros toda su vida. Hoy también tienen la tenencia legal de su hijo, que forma parte de esta familia que está devastada por el dolor, la impotencia y la indignación”, señaló Nayi a La Voz.
El avance de la investigación
La causa está a cargo del fiscal José Bringas, quien imputó a Horacio Grasso por homicidio calificado por violencia de género (femicidio) y a su hermano Javier por encubrimiento.
Horacio estaba bajo prisión domiciliaria cuando se produjo el crimen, pero, según múltiples testimonios, violaba de manera sistemática las restricciones. El propio círculo íntimo de Milagros, un hermano de ella, relató que lo vio salir de la casade barrio Pueyrredón -donde Milagros residía- junto a Horacio Grasso el 6 de agosto de 2024, último día que se la registró con vida. Ella había dicho que se iban a vender cubanitos.
El abogado de la familia indicó que hasta el momento, se aguardan pericias claves para determinar la dinámica y la mecánica de la muerte, dado el avanzado estado de descomposición en que fueron hallados los restos. El cotejo de ADN ya confirmó la identidad de la víctima.
“Queremos justicia”
La familia de Milagros, que siempre la contuvo frente a las dificultades de su madre biológica para hacerse cargo de ella, reclama que no haya impunidad.
Mauricia Flores, su tía abuela y madre de crianza, dijo en diálogo con La Voz: “Como mamá de corazón, lo único que pido es justicia. Toda la familia lo pide. Nosotros nos hicimos cargo de Milagros desde los tres meses de vida y ahora estamos a cargo de su hijo. Ella ya no está, pero tenemos que pelear por él y por su memoria”.
Su hermana, Karina, también tía abuela de Milagros, remarcó la responsabilidad del sistema judicial:
“Acá hubo muchas fallas. Este hombre tenía que estar preso y no suelto. Si Horacio Grasso hubiera estado donde debía estar, Milagros tendría que estar viva. Queremos que paguen todos los que tengan que pagar. Lo que pasó con Milagros puede pasarle a millones de mujeres”.
Las mujeres de la familia contaron que el último contacto que tuvieron con Milagros fue el 6 de agosto de 2023, antes de salir de su casa para vender cubanitos. Desde ese día, no volvieron a tener noticias suyas.
Un caso que expone falencias
El femicidio de Milagros Bastos volvió a poner en la mira las falencias del sistema judicial y penitenciario en el control de imputados con prisión domiciliaria. La Voz reveló que Horacio Grasso violó al menos 190 veces la prisión domiciliaria, en un derrotero de incumplimientos que nunca fue sancionado a tiempo.
Para la familia de Milagros, esa falta de control resultó determinante: “Que no haya más Milagros, que ninguna familia tenga que pasar por lo que estamos pasando”, pidió Karina.
Hoy, el reclamo de justicia se centra no sólo en condenar a los responsables directos, sino también en visibilizar las fallas que permitieron que un condenado peligroso siguiera libre.
La búsqueda de Javier Grasso
Tras la identificación del cuerpo de Milagros, el fiscal José Bringas ordenó el jueves 14 de agosto la imputación de Horacio Grasso por femicidio. Su hermano, Javier Grasso, quedó acusado de “encubrimiento agravado” y la Justicia dispuso su inmediata detención.
Horacio fue trasladado a la cárcel de Bouwer, pero Javier continúa prófugo.
Desde entonces, la Policía desplegó un operativo de búsqueda que se extiende en Córdoba y también en otras provincias.
La orden de captura ya fue girada a todas las instancias, incluida Migraciones, ante el temor de que el sospechoso intente salir del país.
Los investigadores no descartan ninguna hipótesis: lo rastrean en barrios de la capital, en zonas rurales y en localidades donde podría contar con contactos o refugios temporales.
La preocupación de los pesquisas se alimenta de un antecedente concreto: el paso de Javier Grasso por Paraguay, donde supo ser detenido por un robo y, en un intento de despistar a las autoridades, simuló un cambio de género.
Con documentación rectificada, se presentó como mujer y pidió ser alojado en una cárcel femenina, lo que desconcertó a la policía paraguaya y prolongó los trámites judiciales.
Ese episodio dejó en claro para los investigadores locales que Grasso no duda en recurrir a engaños para entorpecer las pesquisas y evadir a la Justicia.
En Córdoba, los allanamientos realizados en las viviendas vinculadas a la familia (la de la madre de Grasso, en barrio General Paz) no habían arrojaron resultados. De hecho, cuando el 19 de julio pasado las fuerzas de seguridad registraron ese domicilio, Javier Grasso no estuvo presente, a pesar de que aún no pesaba ninguna imputación ni orden de captura en su contra.
Sólo encontraron a la madre, mientras que el sospechoso no estaba en el lugar. Actualmente, los operativos se intensificaron: patrullajes, controles vehiculares y seguimientos sobre posibles movimientos.
Sin embargo, hasta ahora no hay pistas firmes sobre el paradero de Javier Grasso.
Es una de las preocupaciones más sentidas entre los familiares de Milagros, que se sienten atemorizados ante la libertad del sospechoso.