Mientras numerosas ONG intentan poner un freno a la “caza de trofeos”, algunas provincias flexibilizan la caza deportiva y les quitan protección a especies de la fauna autóctona. Prácticas agresivas contra los animales y el ambiente de siglos pasados, alimentan un gran negocio apuntado a extranjeros, que moviliza millones de dólares cada año.
Entre la promoción turística y la defensa de especies de fauna, se abre un debate.
En este contexto, el gobierno de Neuquén habilitó la temporada de caza para 2025 e incluyó al puma, especie autóctona clave para el equilibrio de la biodiversidad, dentro de las permitidas. El puma es también nativo en Córdoba.
De acuerdo con la resolución 76/2025 se podrían “abatir” en esa provincia hasta 10 ejemplares adultos en áreas de caza. La fuerte presión en contra de esta medida obligó al Ministerio de Turismo de Neuquén a modificar la resolución excluyendo la posibilidad de caza deportiva del puma, aunque aún se mantiene habilitada la “caza control”.
También en la Patagonia, el gobierno de Santa Cruz incluyó especies de fauna nativa en la habilitación de la temporada de caza de 2024 y se acrecienta la preocupación de que este año vuelva a repetirse el permiso, generando “daños irreparables en el ecosistema”, según sectores ambientalistas.
En Argentina, cada provincia tiene autonomía respecto a las normas sobre la actividad cinegética. En Córdoba, la caza de pumas no está permitida como actividad de turismo.
La Asociación Civil Pumakawa, que tiene una reserva de flora y fauna en la cordobesa Villa Rumipal, y aloja a más de 20 pumas rescatados del mascotismo y de cotos de caza, encabeza un movimiento para frenar lo que se denomina “caza de trofeos”. La acompañan 70 ONG de Argentina y de otros países.
El propósito central es lograr que se prohíba la importación y exportación de especies de trofeos de caza, que implica la caza deportiva. Esto mitigaría la actividad que provoca severos daños a la biodiversidad, según afirman.

Animales en la pared
El trofeo de caza es un trozo de animal que ha sido víctima de cacería y fue embalsamado con fines ornamentales. “Es una actitud perversa de admirar lo más bello y por eso matarlo, y a su vez simular que está vivo y colocarlo en la pared”, desliza la cordobesa Kai Pacha, directora de Pumakawa.
Asimismo, para esos trofeos por lo general se buscan los “alfas”, los ejemplares más vistosos que tienen un rol importante, y su desaparición, contribuye a desestructurar la población.
La caza de trofeos tiene un alto valor en el mercado, y es una práctica consumida por público internacional. En el escalafón mundial, Argentina ocupa el séptimo lugar como país en el rol de exportador y 23 como importador de “trofeos”. Con las leyes más flexibles para generar ese tipo de turismo, el temor es que estos puestos trepen posiciones.
“Cacería enlatada o garantizada” se denomina a la actividad que, como resultado final, logra un trofeo de caza, es decir, una parte del animal para exhibir en la pared. Para lograrlo, los dueños del coto privado arman un clima ficticio facilitador de la cacería, agrega Kai Pacha.
“Con una base de diez mil dólares, te aseguran matar un puma, que previamente estuvo en una jaula, sediento o con las almohadillas de las patas cortadas”, explica. A ese ejemplar, que se libera por un rato, dispara el cazador con su arma y desde un mirador. En ocasiones, no logran matarlo y concreta la ejecución luego algún peón a palazos o con otro método.
En este engranaje, el cazador se lleva una parte del animal, una “pieza embalsamada”, generalmente la cabeza, que puede ser de otro ejemplar diferente, ya que el proceso de taxidermia insume unos 15 días y generalmente los extranjeros regresan antes a sus países. También son trofeos de caza la piel, garras, colmillos o todo el animal.
En Argentina existen, según cifras oficiales, más de cien cotos legales, que son pequeñas o medianas empresas.

Una ley antigua
La ley nacional de conservación de la fauna, data de 1981, y uno de los ideólogos fue quien ejercía entonces como ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, declarado cazador.
En una actividad en la que se manejan cifras millonarias, Kai Pacha recuerda el caso de Jorge Noya, director y fundador de Caza&Safari Argentina, detenido por caza de animales en peligro en extinción y tenencia ilegal de armas, quien está con prisión domiciliaria. Le decomisaron más de 8 mil trofeos que equivalen a 50 millones de dólares, pero continúa habilitado como operador de fauna.
“Es necesaria una ley de prohibición de la cacería de trofeos”, sentencia Kai Pacha. Y comparó: “Combatir zorros, pumas y guanacos es como derrumbar una montaña, talar un árbol o secar un rio”.
Respecto al eterno conflicto entre los productores de ganado y el puma, enfatiza que, “por más de 200 años matamos al puma para proteger al ganado y no se resuelve el conflicto, hace mucho menos que hay modos de ahuyentar al puma y los daños se reducen casi a un 100%. El puma no es perjudicial, y matarlo con ese fin es ineficiente”.
Antecedentes
La cordobesa Pumakawa fue elegida como aliada estratégica en la lucha contra la caza de trofeos en 2021 por la ONG internacional Humane Word of Animals, con sede en Estados Unidos.
Entre otros logros en estos años, consiguieron que Aerolíneas Argentinas dejara de trasladar trofeos en vuelos de cabotaje e internacionales, que el gobierno nacional determinara la resolución 133 de 2022 que prohíbe la importación y exportación de trofeos de animales de fauna autóctona, y se desarticularon cuatro criaderos de pumas utilizados para nutrir cotos de caza. Seis de esos pumas viven en la reserva Pumakawa.
Por estas acciones, la reserva de fauna del Valle de Calamuchita obtuvo en 2022 el premio Eikon de oro por la campaña “no a la caza de pumas”.

“Un retroceso en la política pública ambiental”
Valeria Brunone, abogada especialista en derecho animal y derecho ambiental, sostiene que la flexibilización de algunas provincias que permiten la caza de especies de la fauna nativa, “dejan en evidencia la falta de conocimiento y de conciencia que hay sobre la pérdida de biodiversidad que estamos atravesando como humanidad”.
Y enfatizó: “Debe primar el equilibrio ecológico que brinda la fauna silvestre en los ecosistemas y no la mano del hombre en actividades lucrativas como la caza deportiva-lúdica, los trofeos de caza, que impactan negativamente en las especies de fauna silvestre. Debemos cambiar el paradigma de ver a la naturaleza y a los animales como meros recursos económicos a explotar”.