Sentirse somnoliento, irritable o con hambre poco después de comer puede deberse a un desequilibrio metabólico cada vez más frecuente, conocido comúnmente como la fatiga por azúcar.
Este fenómeno está asociado a los picos y bajadas rápidas de glucosa en sangre y puede afectar tanto a personas con hábitos saludables como a quienes realizan actividad física regular, según explicó a Europa Press el médico japonés Satoru Yamada, especialista en medicina interna y diabetes.
Qué es la fatiga por azúcar
Yamada señala que el problema se origina en el consumo excesivo de carbohidratos y en alimentos que contienen azúcares ocultos, incluso aquellos percibidos como saludables.
Entre los síntomas habituales menciona somnolencia tras las comidas, pérdida de concentración, irritabilidad, hambre repentina y una sensación de pesadez en la zona del cuello.
El especialista advierte que ignorar estos episodios puede favorecer el envejecimiento prematuro y aumentar el riesgo de diabetes, hipertensión y otros trastornos metabólicos. “Es un problema que crece de manera silenciosa y que afecta a personas que no creen estar en riesgo”, remarca.
Hábitos saludables que no lo son tanto
El médico destaca que ciertos comportamientos cotidianos pueden desencadenar hiperglucemia postprandial, incluso cuando se consideran sanos. Uno de esos casos es desayunar exclusivamente fruta, por su alto contenido en fructosa.
“La fructosa se convierte en triglicéridos y facilita el desarrollo de obesidad e hígado graso”, explica. Algo similar ocurre con los smoothies y jugos, que concentran grandes cantidades de azúcar y provocan una subida abrupta de glucosa.
Yamada también advierte sobre algunos yogures bajos en grasa, que suelen contener altos niveles de azúcares y fructosa, lo que eleva los triglicéridos y favorece episodios de hiperglucemia.
El efecto de las bebidas energéticas
Otro hábito frecuente es el consumo de bebidas energéticas para mejorar el rendimiento. Una lata estándar de 250 mililitros contiene alrededor de 27 gramos de carbohidratos, lo que genera un pico de glucosa seguido de un descenso brusco.
“Primero aparece la euforia, y luego el agotamiento. Ese ciclo es exactamente la fatiga por azúcar”, señala Yamada. El especialista subraya que repetir este patrón durante el día puede generar una dependencia progresiva del estímulo inicial.
Cómo se produce el agotamiento
Según Yamada, cuando se ingiere más azúcar del que el cuerpo necesita, la glucosa sube de forma rápida. El organismo responde liberando insulina, lo que provoca una caída brusca que deriva en cansancio, hambre y falta de energía.
Este comportamiento metabólico puede desencadenar inflamación crónica, acumulación de grasa, resistencia a la insulina y un mayor riesgo de enfermedades metabólicas.
Un problema en aumento
El especialista insiste en que la fatiga por azúcar afecta a la población general, incluidos deportistas y personas que siguen dietas supuestamente equilibradas. Por eso recomienda prestar atención a los signos tempranos de variaciones bruscas de glucosa.
“Si no se identifica a tiempo, este desequilibrio puede acompañarnos durante años sin que sepamos que está ahí”, advierte.
