-¿Cómo surgió Plaza Tomada?
-El pódcast surge por una beca de Spotify que se estaba haciendo en varias partes del mundo y que se llama Sound Up, y se hizo por primera vez en Argentina en 2021. En ese momento, yo estaba postulándome para muchos concursos, me había agarrado una manía; me postulé a un concurso de poemas, otro de producción de cine y hasta uno de cuento digital, que gané. Creo que era porque en ese momento laburaba en un call center y estudiaba Letras, donde mi futuro era ser profe, pero en realidad yo quería tener una vida artística.
Mi tío me contó sobre la propuesta de Spotify y propuse lo que después se convertiría en Plaza Tomada. Dije: ‘Quiero hacer un pódcast que mezcle la literatura con el freestyle en las plazas’, porque yo iba a las plazas todo el tiempo, todas las semanas iba a rapear ahí. Miraba la plaza y pensaba: ‘Che, esta plaza tiene una banda de historias, una banda de cosas para contar, y quiero que mis amigos estén en el pódcast’. Spotify escuchó el proyecto, le cebó y gané la beca. De ahí salieron 18 capítulos que arrancaron en Córdoba y se fueron ampliando a Rosario, Buenos Aires y hasta artistas internacionales.
Hoy estamos en la segunda temporada, coproducida por Julián Campane y con Spotify Argentina como partner, que acá en Palermo tiene su estudio.

-¿Qué significa “decodificar” el rap?
-Ese término es muy acertado porque el rap es un género de culto y de códigos, entonces, a diferencia de otros géneros, está muy arraigado a la noción de respetar ciertos sentidos. Es entender en qué se basan esos códigos del respeto, la fortaleza, la valoración, la lealtad, la crudeza y la honestidad. Yo, cuando entré a rapear, no lo entendía. Entonces pensé que la única forma de que el resto lo comprendiera era abrirle el micrófono a los que realmente saben de esto.
-¿Y qué dirías que tiene de especial?
-Creo que lo que lo hace especial es que el rap es lírico y performático. Le da mucha entidad a la palabra, en el sentido de cómo se está diciendo eso, cómo encajan las sílabas. Todo el mensaje se construye con mucha atención, digamos.
Se me complica mucho definirlo, porque viene de una cultura superyankee, se entiende muy arraigado a eso, pero hoy en día está muy “argentinizado”. Por los samples, las letras, las formas de rapear. A veces no rima, o rima diferente y se deconstruye esa idea. También, si lo ves desde las estéticas, ahora se están tirando más para el R&B, el jazz o el soul, y deja de ser un bombo y una caja. Entonces, de base pienso que el rap está en un momento de transición y mutación, y escapa de las siglas Rhythm And Poetry (RAP).
Entonces, me cuesta encasillarlo. Pero se está volviendo una identidad argentina y cada vez va a ser más fuerte.

-La decisión de mudarte a Buenos Aires fue artística, ahora, ¿cómo vivís la transición de la plaza cordobesa a la escena porteña?
-Ufff. Es como que yo vengo del under de rapear en la plaza en la que hay arte de calidad 100% y cuando llego acá, entiendo lo mismo pero desde el mainstream. Tuve la oportunidad de trabajar de mánager de algunos artistas grosos y vi la otra cara de la moneda, que es la industria musical. Yo vengo de la plaza, que se rige bajo otras normas, y creo que de este lado hay otros hilos que se tejen, otras formas de ver la música, los proyectos y el avance del artista, que también está bueno.
-¿Cómo entendés el rap a nivel práctica colectiva?
-Creo que es un espacio que justamente se adhiere a lo público, porque se encuentra en las plazas, ese lugar en el que la gente siente que puede expresarse. Son chicos y chicas de todos lados, que comparten un cypher, que muestran de lo que son capaces. A nivel colectivo, creo que es superimportante que se sigan explayando no sólo las competencias, sino simplemente ir a ver a una banda, por ejemplo. El rap cuenta una experiencia cruda y real, esos son sus pilares. Mensajes reales y genuinos. Está bueno que eso se contagie.
-¿El rap es político? ¿Es un acto político rapear?
-Sí, yo creo que sí. Si alguien está diciendo algo frente a un micrófono, si alguien quiere amplificar su voz para poder contar algo, una historia o una verdad, siento que sí o sí va a ser político. Es esto de “desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres” (frase de Platón).
Entonces creo que sí, es político. Tiene esa capacidad política y es un dispositivo que tiene una potencia política más fuerte que cualquier género que se haya creado. Y aún así, no veo que haya un rap político del lado reaccionario, partidario.
-¿Las pibas rapean? ¿Cómo es su realidad en el mundo del rap?
-Bueno, justo el otro día hable con Soui Uno (rapera porteña) y me decía: ‘Cuando bajo a un pogo, no me quieran hacer upa ni dar un beso, porque yo soy igual que ustedes; un rapero’.
Creo que con eso se refleja lo que les cuesta a las mujeres convertirse en profesionales en este género. Todavía no se sientan las bases mínimas de respeto que hay que tener, porque, de alguna manera, Soui tiene mucha trayectoria y una escucha potente, y aun así eso no se refleja en el público, porque la cosifican o la ven diferente que a un hombre. Entonces esas diferencias son las que hacen que haya menos mujeres en el rap, seguro.
-¿Qué le dirías a un pibe o una piba que quiere empezar a rapear?
-Mirá, yo cuando arranqué, iba solo a la plaza. Al fin y al cabo, la familia te la vas haciendo ahí. Entonces, yo creo que, en cualquier ámbito artístico, tenés que ir con tus ideas, andar como una esponja para absorber y aprender, pero siempre ser fiel a tus formas de hacer las cosas, a tu identidad. El arte es muy único como forma de expresar, entonces, es decir: “Puedo contar estas cosas, pero lo puedo hacer de una forma bella y sublime”, y esa oportunidad nos la da el arte nada más.

Hoy no está tan activa la plaza como espacio para rapear, pero de todas formas la cultura urbana está más fuerte que nunca y realmente es un semillero de talentos.
Del call center a la ciudad de la furia
Facundo tiene 25 años, es profesor de Letras Modernas, y hace tres años, mientras trabajaba en un call center, ganó una beca que le permitió incursionar en lo que realmente soñaba hacer: un pódcast que tuviese al rap argentino como protagonista. Hoy, motivado por su proyecto, vive en Buenos Aires y está produciendo la segunda temporada de Plaza Tomada con Spotify Argentina como partner.