Los resultados de un nuevo estudio realizado en Argentina demostraron el impacto positivo de los ácidos grasos omega-3 como tratamiento complementario de la hipertensión arterial y la inflamación crónica en personas con alto riesgo cardiovascular.
La investigación llamada “Omecardio: reducción de inflamación y mejora en la presión arterial en personas con hipertensión y colesterol alto”, fue desarrollada por investigadores independientes del Centro Médico Santa María de la Salud, el Hospital Universitario Austral y el Instituto Biomed (UCA-CONICET).
Se trató de un ensayo aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo en el que se evaluaron los efectos de una formulación de omega-3 de alta pureza (EPA + DHA) en pacientes adultos con diagnóstico de hipertensión y dislipemia y todos bajo tratamiento médico estable.
Participaron 130 voluntarios (45% mujeres y 55% hombres) y con una edad promedio de 57 años que fueron asignados de forma aleatoria a dos grupos: uno que recibió dos cápsulas de placebo y otro grupo que recibió el producto activo en dos cápsulas farmacéuticas que contenían 1 gramo de ácidos grasos omega 3 cada una.
Esta medicación se añadió al tratamiento habitual de cada paciente durante 12 semanas y los resultados indicaron una significativa reducción de la inflamación, un mejor control de la presión arterial y una disminución de la rigidez de las arterias.

“Teníamos a nuestros pacientes hipertensos tomando los mejores fármacos que existen y aun asi seguían con la presión alta. Necesitábamos buscar algo más, algo que sea bien visto por el paciente y sea fácil de incorporar a su tratamiento”, explicó durante la presentación del estudio Carol Kotliar, investigadora principal del ensayo y de Conicet, directora del Centro Médico Santa María de la Salud y consultora del Centro de Hipertensión Arterial del Hospital Universitario Austral.
En esa línea Sebastián Obregón, médico cardiólogo, especialista en hipertensión arterial y coautor del estudio, agregó que eso los llevó a encontrar un preparado farmacéutico altamente purificado y con una “buena distribución” de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga. “La literatura y muchos metanálisis demuestran ampliamente que estos ácidos bajan la presión arterial”, remarcó.
En este punto los investigadores aclararon que se trata de omega 3 en proporciones farmacéuticas que nada tienen que ver con los suplementos dietarios de omega 3 de venta libre, los cuales manejan concentraciones diferentes.
“Es un producto que contiene aceite extraído directamente de los pescados y colocado en una cápsula de tipo farmacológico con alta pureza. La dosis que ingiere el paciente equivale a comer 150 gramos de salmón todos los días”, ejemplificó Kotliar.
Resultados
Entre los principales hallazgos, se comprobó que los pacientes que recibieron la complementación con omega-3 lograron una reducción significativa de la inflamación y de la presión arterial, dos de los mayores desafíos para la salud.
Pero además de estos dos indicadores, se redujo también la estimación de rigidez arterial o arterioesclerosis. Esto es la “velocidad con la que vibra la arteria” y que marca el envejecimiento vascular.
“Que después de 12 semanas en los pacientes haya bajado un 10% la rigidez arterial es un gran resultado. Porque la arteria está más elástica, más esponjosa, más flexible y por lo tanto amortigua más la pulsación cardíaca”, subrayó Obregón.

El trabajo aporta evidencia sobre como más allá del control farmacológico de la hipertensión y el colesterol, los omega-3 pueden ayudar a disminuir la inflamación persistente que acompaña a factores de riesgo muy frecuentes en la vida cotidiana, como el sobrepeso, la hipertensión, el colesterol y los triglicéridos elevados, incluso en personas sin síntomas manifiestos.
Las evaluaciones en los pacientes se realizaron al inicio y al final de las 12 semanas y hubo mediciones de la presión arterial mensuales en consultorio pero también se sumaron monitoreos ambulatorio de 24 horas. Se midió la presión aórtica central, la rigidez vascular y biomarcadores de inflamación en análisis de laboratorio.
Según destacaron, el tratamiento fue bien tolerado por los participantes y no se reportaron efectos adversos significativos.
Con base en los resultados obtenidos, los investigadores plantearon que el omega 3 no debería ser considerado un suplemento universal, sino una intervención estratégica para ciertos subgrupos de pacientes con factores de riesgo bien identificados. Además, los autores destacan posibles beneficios sinérgicos al combinarlo con tratamientos convencionales como estatinas.
El estudio surgió como una iniciativa del equipo de investigadores involucrados, quienes también financiaron su desarrollo y aseguran que cumple con rigurosos estándares nacionales e internacionales. El protocolo utilizado, además, fue aprobado por ANMAT y un Comité Ético acreditado por el Ministerio Nacional de Salud.
Los resultados de la investigación aún no se publicaron en revistas científicas pero ya se presentaron ante la comunidad médica en prestigiosos congresos internacionales como el Congreso Europeo de Hipertensión Arterial, el Congreso Mundial de Cardiología y el Congreso de La Sociedad Europea de Cardiología, realizados respectivamente en Milán y Madrid.