Silvia Aimaro cuenta que se levanta a las 8 para disfrutar en soledad de su patio multicolor con el canto de pájaros. A las 10, abre las puertas para los visitantes que se asombran ante el primer vistazo.
Ella logró trasladar una fracción de la belleza de los famosos campos de tulipanes que cultivaba en la patagónica Trevelin (en Chubut) a su patio en su nuevo lugar en el mundo, Villa Rumipal, en el cordobés valle de Calamuchita.
De las montañas nevadas al entorno serrano, sin escalas. Una sorpresa que esas flores del frío holandés o del sur argentino también crezcan, con mas cuidados, en las más calurosas sierras cordobesas.
En una parcela pequeña pegada a su vivienda, florecieron este septiembre unas 50 mil plantas, de 40 variedades de tulipanes. Una explosión de colores que se transforma en un regalo para la vista de quienes llegan a recorrer el jardín ubicado en barrio El Torreón, en Villa Rumipal, a una cuadra de la transitada ruta 5.
Rojos, amarillos, negros, rosas, blancos, anaranjados, en grupos prolijamente ordenados por colores y por hileras. Los más novedosos, con bulbos traídos de Países Bajos, están haciendo su primera etapa de adaptación.
“La riqueza está bajo tierra”, repite Silvia lo que nos contó en marzo, cuando La Voz la visitó en su emprendimiento aún incipiente. En ese momento, la postal era un predio “pelado” con la tierra removida. Los bulbos enterrados entonces comenzaron a florecer este septiembre. La espera valió a pena.
Qué vende
Su negocio no está en las flores de corte, ya que limitaría el crecimiento de los bulbos. Con cada cosecha, un bulbo reproduce dos más y si la flor se cortara antes, limitaría el crecimiento del mismo.
Las flores elegantes, exóticas, vistosas, permanecen durante aproximadamente un mes, hasta que los pétalos se van deteriorando y en ese momento, las corta a mano y descarta. El tallo queda entero para formar el bulbo: la riqueza está debajo. De tofos modos, ofrece a los visitantes algunos tulipanes a la venta, en macetas.
Los bulbos, luego de la cosecha, permanecen unos meses en un galpón, antes de ser nuevamente plantados en el próximo otoño. Otros, serán vendidos para jardines.
Una de las claves para lograr el prolijo jardín multicolor, es tener mucha precaución y almacenarlos de acuerdo a su variedad, que determina el color y otras características particulares, como la altura.
Aunque cuando vivió en Trevelin la labor de siembra y cosecha la realizaba de forma mecanizada, Silvia volvió a los orígenes de forma manual, todo a pala y en otra escala. Pero asegura que disfruta el contacto directo con la tierra.
El recorrido
El primer año en Córdoba, en una prueba experimental, plantó unos 500 tulipanes en macetas y el resultado la animó a seguir. Se adaptaron sin problemas, desafiando las diferentes temperaturas y topografías de la Patagonia argentina a las Sierras de Córdoba. Lo repitió el siguiente. Y en 2022 los llevó a la tierra: comenzó con 33 mil y este año casi duplicó el desafío, con 50 mil.
Por consejo de sus amigas, abrió su patio a los turistas, que hoy no dejan de llegar: delegaciones en colectivos o en grupos pequeños. El “boca en boca” de quienes quedan cautivados con semejante belleza, más las réplicas de las fotos en redes, no paran de acrecentar su fama. Aunque, su negocio está debajo de la tierra, el perfil turístico es un bonus track que va creciendo. La floración dura aproximadamente un mes.
Acostumbrada a los campos infinitos que cultivó por más de 25 años en el sur, su patio cordobés le parecía demasiado pequeño. Pero la belleza compactada y con el entorno serrano, también tiene su encanto.
Para visitar el patio florecido, se puede hacerlo hasta el 30 de septiembre. Después, se deberá esperar hasta la primavera de 2024.
La entrada cuesta 1.000 pesos y un tulipán en maceta se lleva por 1.500 pesos.
Tulipanes, también en Despeñaderos
Además de este jardín de tulipanes de Calamuchita, otro emprendimiento con la misma planta comenzó a desarrollarse hace un año en Despeñaderos, localidad ubicada 42 kilómetros al sur de Córdoba capital.
El proyecto, impulsado por el municipio y la Facultad de Agronomía de la UNC, comenzó con la plantación de unos mil bulbos que adquirieron en Países Bajos y florecieron en macetas, al resguardo de un invernadero.
“El proyecto comenzó con capacitaciones y luego se fue materializando en nuestro campo de flores que busca generar inclusión, es un proyecto sustentable que pretende disminuir la huella de carbono y tiene este triple impacto: ambiental, social y de emprendedores”, detalló la intendenta Carolina Basualdo a La Voz.
En el invernadero trabajan 13 familias. Sumada a la finalidad productiva, apuntan a potenciar el turismo con las vistosas flores. El invernadero está ubicado en la bajada al balneario municipal, a orillas del río Xanaes y está abierto al público. Por ahora las plantas están en macetas y se comercializan en centros comerciales, pero el plan es trasladarlos a la tierra.
El proyecto denominado “Despeñaderos florece”, está enmarcado en el programa provincial “Córdoba florece”.
