El basural que desató una reciente preocupación en la ciudad de Córdoba por el olor penetrante a “coliflor hervido” tuvo un desarrollo progresivo a lo largo de los últimos cuatro años.
A través del análisis de imágenes satelitales de Google Earth, se constata que los primeros registros de acumulación de residuos en el terreno datan de entre abril y mayo de 2021.
Desde entonces, la superficie ocupada por basura creció de manera exponencial hasta multiplicar su tamaño casi por nueve, aumentando más de 20.000 metros cuadrados.
El 12 de abril de 2021, el predio con desechos tenía un área estimada de 3.485 metros cuadrados, porque el resto se ve lleno de vegetación. Un año más tarde, en abril de 2022, la extensión del predio alcanzó los 5.048 metros cuadrados. En abril de 2023, el crecimiento de la basura ya se duplicó y las imágenes satelitales mostraron un total de 9.859 metros cuadrados cubiertos por residuos.
La tendencia se aceleró en marzo de 2024, cuando el basural ya ocupaba unos 18.042 metros cuadrados. Finalmente, en febrero de 2025, el área afectada superó los 26.000 metros cuadrados, consolidándose como un foco de contaminación que se expandió año tras año, sin control.
La concejala Elisa Caffaratti (UCR), marcó a La Voz la gravedad del caso y lo enmarcó dentro de un fenómeno más amplio: la proliferación de basurales clandestinos en la Capital en los últimos años.
“Muchos de los basurales que hemos relevado son relativamente nuevos. Las imágenes satelitales demuestran que en 2020 varios de estos sitios aún no existían. Al calor de los congresos de economía circular y del marketing ambiental oficial, proliferaron lugares clandestinos de disposición ilegal. El caso más emblemático es el del predio que generó el famoso ‘olor a coliflor’, que según las imágenes satelitales no estaba en 2020”, expresó.
El olor a coliflor
El hallazgo de la evolución histórica del basural se suma a la investigación que ya venían realizando las autoridades municipales y provinciales para determinar las causas y responsabilidades del olor que afectó a gran parte de la zona norte de la capital.
Los informes técnicos confirmaron que el hedor provino de la combustión lenta de residuos a cielo abierto en el terreno, lo que liberó compuestos azufrados como el disulfuro y el trisulfuro de dimetilo. Estos gases, aunque no representaron riesgos para la salud, fueron detectados en el aire con una intensidad suficiente para impactar a miles de vecinos.
Inspectores municipales notificaron a organismos provinciales como el Ministerio de Ambiente, el CIQA de la Universidad Tecnológica Nacional y el Observatorio Hidro-Meteorológico, que tomaron muestras de aire y residuos para análisis de laboratorio. Las mediciones de calidad del aire en la ciudad no registraron valores por fuera de los parámetros normales, aunque se ratificó la presencia de sustancias responsables del olor característico.
En paralelo, la Municipalidad radicó una denuncia penal contra los responsables del terreno por la quema ilegal de residuos, causa que quedó en manos de la Fiscalía del Distrito Tres, Turno Siete.
Con el paso del tiempo, el basural pasó de ser un punto incipiente de disposición clandestina de desechos a convertirse en un foco ambiental de gran escala que afecta la vida urbana de Córdoba.
El análisis de la evolución de su superficie, sumado a los estudios sobre las emanaciones y a la denuncia judicial, pone en evidencia la falta de control y la expansión sostenida de prácticas ilegales de gestión de residuos en la ciudad.