A pesar del contexto crítico que enfrenta el sistema científico argentino por razones presupuestarias, los investigadores siguen sumando reconocimientos internacionales por la generación de conocimiento con impacto global.
Es llamativa la cantidad de científicos que integran el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), triangulados en general con universidades nacionales, que sobresalen en medio de un clima complicado. También, los de organismos como el Inta (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), con relevante aportes para el desarrollo productivo.
Los reconocimientos recientes van desde prestigiosos premios “que rozan” los Nobel, y los logros y adelantos científicos que protagonizan y que pueden mejorar la vida de las personas y del planeta, en muy diversas áreas.
El listado sorprende. Más, cuando se dan en un contexto de restricciones de recursos, que están generando que sus investigaciones se demoren o traben, o que algunos decidan emigrar al exterior para seguir la tarea.
En medio de la crisis, buscan alternativas para continuar con las tareas mediante más alianzas con el sector privado, armando equipos interdisciplinarios internacionales y sondeando otras alternativas.
Un hito en estos días está marcado por el reconocimiento de la sociedad: la campaña científica que explora el cañón submarino Mar del Plata y cuya transmisión en tiempo real se convirtió en un fenómeno de visualización inesperado y masivo.

De esa misión, con apoyo del exterior a través del Schmidt Ocean Institute, participaron 30 investigadores argentinos del Conicet, entre ellos, dos cordobeses: Carla de Aranzamendi y Marcos Tatián, del Instituto de Diversidad y Ecología Animal, de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
Reconocimientos
La investigadora Mónica Balzarini, directora de Conicet Córdoba, apuntó a La Voz que la continuidad de logros en ciencia “habla de una comunidad científica sólida, formada en el sistema público, que persiste incluso en escenarios de incertidumbre y restricción”.
Sostuvo que los premios representan un motivo de orgullo colectivo y una muestra del potencial transformador de la ciencia pública, que “sigue siendo una herramienta fundamental para enfrentar los desafíos sociales, ambientales, sanitarios y tecnológicos de nuestro tiempo”.

“Se logran porque la ciencia argentina es de excelente calidad”, indicó Balzarini. Y opinó que es curioso, y a veces hasta inexplicable, que este fenómeno exista a pesar que hacer ciencia en condiciones que están lejos de ser aceptables, con sueldos deprimidos, desfinanciamiento de equipos de investigación, y “hasta con descrédito narrativo”.
En Córdoba, unos 1.500 investigadores
Entre muchos avances, vale profundizar aquí en los que tienen tonada cordobesa.
Balzarini sostuvo que la sociedad cordobesa cuenta con una comunidad científica capacitada a través de años de formación en universidades públicas y privadas, con organismos nacionales de investigación como el Inta, el Inti y la Conae (Comisión Nacional de Actividades Espaciales)
Córdoba cuenta con el Centro Científico Tecnológico del Conicet, con unos 1.500 investigadores de carrera y jóvenes becarios.

“Aquí están nuestros científicos, generando conocimiento para la sociedad. Son reconocidos internacionalmente por su creatividad y dedicación para la búsqueda de resultados”, expresó Balzarini.
Sinergia entre universidades y organismos
El secretario de Innovación y Vinculación Tecnológica de la UNC, Santiago Palma, valoró que los reconocimientos para la ciencia argentina y cordobesa “deviene de la sinergia” que hay entre las universidades como las de Córdoba, Río Cuarto y Villa María, que triangulan con organismos nacionales.
Es todo un entramado científico: la mayoría de los investigadores que trabajan en el Conicet lo hacen también en las universidades.
“Córdoba no se queda atrás, tiene alta productividad con logros mensurables y tangibles”, afirmó Palma.

Agregó que la UNC apuesta a mantener los equipos de investigación que están siendo diezmados por la falta de financiación nacional. Hubo ajustes en otros gastos para poder sostener, por ejemplo, laboratorios y tareas experimentales que se veían ya comprometidas.
Los reconocimientos más relevantes
En el marco de esta situación, el Conicet elaboró un documento público con 140 logros de científicos argentinos de los últimos años.
Hay investigaciones recientes premiadas y reconocidas en el mundo, como la creación del reactor nuclear modular Carem; la creación de UniLib (primera fábrica de baterías de litio en Sudamérica); el descubrimiento del exoplaneta súper-Neptuno “TOI-3568 b” por investigadores del Observatorio Astronómico de Córdoba (OAC), o el descubrimiento de evidencia de presencia humana de 21.000 años de antigüedad.
La lista es extensa y variada, en temas de salud, ambiente, energía, tecnología, sociedad y otros.
Algunos científicos argentinos están entre los más citados en trabajos de colegas de todo el mundo, como es el caso de dos cordobeses: Gabriel Rabinovich y Sandra Díaz.

Cordobeses premiados
Numerosos cordobeses aportan a la lista de logros e impactos recientes.
Por ejemplo,la multipremiada bióloga Sandra Díaz es una de las ecólogas más reconocidas a nivel mundial. En 2025 ganó el Premio Tyler, considerado el “Premio Nobel del Ambiente”, y fue ijncluida entre “las 100 personalidades más influyentes del mundo” por la prestigiosa revista norteamericana Time. También integró el panel internacional que en 2007 obtuvo el premio Nobel por su aportes sobre el cambio climático. La también docente de la UNC es una de las principales referentes en el mundo sobre biodiversidad.

En el campo de la biomedicina, el químico cordobés Gabriel Rabinovich, graduado en la UNC, fue distinguido con el Hakomori Award 2025, uno de los mayores reconocimientos internacionales en glicociencias. Su trayectoria, lo posiciona como un referente internacional en el estudio de los mecanismos inmunológicos vinculados a enfermedades inflamatorias, autoinmunes y cáncer. Los estudios que lidera, desde un centro de investigación en Buenos Aires, alientan en el mundo altas expectativas para el tratamiento del cáncer.

Otro caso es el biólogo Pedro Jaureguiberry, que obtuvo el año pasado el Frontiers Planet Prize, uno de los galardones más relevantes en investigación sobre ambiente. Su trabajo conecta la investigación ambiental con el diseño de políticas públicas efectivas.
Otro caso, entre muchos posibles de citar, es el grupo de 60 argentinos, 40 de ellos de la UNC, que forman parte del proyecto que promete transformar radicalmente la comprensión del universo con la cámara fotográfica más grande del mundo del Observatorio Vera Rubin en Chile. Ese equipo es coordinado por Mariano Domínguez Romero, del Instituto de Astronomía Teórica y Experimental (UNC-Conicet).
En física, la científica cordobesa Gabriela González fue portavoz del proyecto internacional Ligo, ganador del Nobel de Física 2017, que confirmó por primera vez la existencia de ondas gravitacionales, un hallazgo histórico que validó una predicción centenaria de Albert Einstein.

En ciencias de los alimentos, Alberto León fue el primer argentino en recibir el premio internacional Harald Perten Prize por sus aportes en ciencia y tecnología de los cereales. Su trabajo tuvo un gran impacto en la industria alimentaria, incluyendo desarrollos sin gluten.
Historias de avances
Además de los reconocimientos internacionales, se suman distinciones de alcance nacional, y logros concretos por investigaciones del ámbito científico de Córdoba en los últimos años.
Por ejemplo, Santiago Palma, doctor en Farmacia e investigador del Unitefa (Conicet–UNC), quien recibió el Premio Houssay 2025, y que investiga tecnologías basadas en nanomateriales para mejorar tratamientos terapéuticos, como el desarrollo de partículas de zinc para el tratamiento de caries. Creó, además, una especialidad en Farmacia Comunitaria para capacitar a farmacéuticos en problemáticas cotidianas.
O Beatriz Caputto, presidenta de la Academia Nacional de Ciencias, quién recibió el Premio Konex 2023 por sus trabajos en química biológica al descubrir las proteínas c-Fos, con capacidad de regular mecanismos claves para la génesis de membranas en el citoplasma celular. Sus hallazgos son claves para la genética humana.
Humberto Debat, en tanto, es biólogo e investigador del Conicet en el Inta, y fue distinguido con el Premio Konex 2023 por sus aportes frente al Covid-19, a través del estudio genómico de ese virus.
Otra premiada es Miriam Strumia, doctora en Química Orgánica del Ipqa (Conicet-UNC): sus líneas de investigación se centran en el campo de la síntesis y modificación química de nuevos materiales poliméricos con aplicaciones en nanomedicina, materiales biomédicos, envases activos e inteligentes y sensores electroquímicos.
Ricardo Astini, geólogo e investigador del Cicterra (Conicet-UNC), fue galardonado con el Konex en el rubro de Ciencias de la Tierra por sus estudios sobre la precordillera argentina que aportaron conocimientos claves sobre la evolución geológica sudamericana.
También, Diego García Lambas, astrónomo e investigador del Iate (Conicet-UNC), recibió el Premio Jorge Sahade a la Trayectoria 2023, máximo reconocimiento de la Asociación Argentina de Astronomía. Es un referente en estudios sobre evolución galáctica y el universo a gran escala.

Otro ejemplo es Guillermo García, investigador de la riocuartense UNRC, quien recibió el Premio Houssay 2020 y que desde el Grupo de Electrónica Avanzada desarrolló innovaciones con impacto económico y social.
Natalia Wilke, doctora en Ciencias Químicas, fue distinguida con el Houssay 2021 por sus investigaciones en físico-química, particularmente sobre películas de lípidos y la influencia de campos eléctricos en monocapas lipídicas.
La lista sigue. Otro caso es el de Javier Nori, investigador del Idea (Conicet-UNC), premiado por su trabajo en biogeografía y conservación y el análisis de los efectos del cambio climático sobre la biodiversidad.
En investigaciones desde el interior cordobés, por ejemplo, pueden citarse los avances recientes de científicos de la UNRC para el tratamiento del síndrome urémico hemolítico, una enfermedad para el que no hay medicamentos aún en el mundo. O el descubrimiento, en la misma universidad riocuartense, de un extracto de piel del maní como inhibidor del virus del dengue.
No puede quedar afuera el impacto de los investigadores de la Conae, en su sede de Córdoba, para el desarrollo de varios satélites argentinos ya puestos en órbita.