“A Catalina Gutiérrez la mató su compañero de la facultad a quien conocía y con quien compartía estudio y amistad. No son enfermos, ni son locos, son hijos sanos del patriarcado. Los femicidas no son personas alejadas, en la mayoría de los casos se encuentran en nuestro círculo cercano”.
Este es el párrafo que se destaca de un comunicado de NiUnaMenos Córdoba, tras el femicidio de la joven estudiante de arquitectura.
En redes sociales, Ariana Balladares publicó: “Lo que pasó a Catalina Gutiérrez nos pasa a todas todo el tiempo. Simplemente decir no a alguien es cuestión de suerte. Nunca sabés cómo va a reaccionar. A veces, algunas logramos zafar, otras lamentablemente no. Así es ser mujer”.
Frente a la consulta de La Voz si un rechazo puede generar en una persona obsesionada el impulso de matar, la psicóloga Belén Gauna, presidenta de la Fundación Paihuen, dedicada al abordaje de las violencias, consideró que “el rechazo puede generar ese impulso, pero no por ser una persona obsesiva, sino aspectos muy profundos, basales, de la masculinidad hegemónica, que es la que determina una forma que tiene el hombre de ser en la sociedad, en la que se le va a atribuir ser el género fuerte y ejercer el control, el poder y la dominación sobre cualquier otro género”.
“Si una mujer es inferior, es más débil, y si soy el macho que tiene el poder, cómo no me va a responder según me corresponde. El rechazo genera un miedo de perder ese poder y ante esta invalidación que siente el varón, busca anular y reducir al cuerpo de la mujer a un mero objeto que tiene que servirme y si atenta contra el poder del varón es plausible de ser eliminado”, reflexionó Gauna.
“El caso de Catalina nos llama la atención porque la víctima y el victimario son personas jóvenes, no es el clásico femicidio donde existe una relación en donde existe la violencia de género durante un tiempo que va mutando. El sistema que genera estas cosas se llama machismo y patriarcado”, consideró, a su vez, Betiana Cabrera Fasolis, referente de Mumalá Córdoba y médica, en una entrevista con radio Mitre Córdoba.
Gauna plantea que existe una responsabilidad en todas las personas, pero en particular en los varones, de deconstruir los elementos profundos, que ella grafica como una pieza de arcilla en la que se imprimen los aspectos patriarcales y machistas de la cultura cuando está blanda y luego, con los años, ya es más difícil moldear y imprimir, se vuelve rígida, admite solo cambios en la superficie, como una pátina de agua.
Que estos casos no queden sin una respuesta de la justicia es clave, por otro motivo: para que no actúen como mensaje “ejemplificador”. “Rita Segato habla de violencia expresiva que evidencia un mensaje de impunidad que perpetua el género hegemónico sobre cuerpos conquistados como territorio. Cuando el cuerpo se reduce a una cosa y se conquista porque tengo el poder y el dominio”, aporta Gauna.
“Nosotras las mujeres lamentablemente siempre pensamos algo que nos puede pasar porque estamos socializadas en esa cultura. A nosotras es más fácil robarnos, levantarnos en las calles. Sabemos desde siempre. Y este, pero lo cierto es que siempre tenemos que tener un segundo sentido cuando atentan contra nuestra autonomía, cuando quieren controlarnos, Esto que hacemos y que no hacemos, cuando existe una diferencia hacia nosotros. Sobre todo cuando vemos que avanzan los dispositivos de control, esto estamos hablando en vínculos que existan. Cuestionar nuestras decisiones, todo lo que tienda a vulnerar nuestra autoestima, nuestra capacidad de agencia, todo eso es indicativo de la violencia previa a la violencia física. Eso se comienza a ver en noviazgos de corta edad”, alertó, a su vez, Cabrera Fasolis.
