La idea de que el pescado puede hacer más inteligentes a los niños está profundamente arraigada en la cultura popular. La explicación parece lógica. Este alimento es fuente de ácidos grasos omega-3, nutrientes esenciales para el cerebro.
Pero una nueva evaluación del proyecto Nutrimedia, del Centro Cochrane Iberoamericano y la Universidad Pompeu Fabra, pone en duda esta creencia.
Tras analizar datos científicos de calidad, los investigadores concluyen que es “posiblemente falso” que una dieta rica en pescado aumente la inteligencia en niños y adolescentes.
Qué dice la evidencia sobre el consumo de pescado en la infancia
El equipo de Nutrimedia evaluó estudios realizados en chicos de entre 0 y 15 años, incluyendo cinco ensayos clínicos con casi mil participantes. El resultado: consumir al menos dos porciones de pescado por semana tiene poco o ningún impacto en las puntuaciones de los test de inteligencia.
Sí se observaron pequeñas mejoras en algunos estudios observacionales, como mejores calificaciones escolares o leves aumentos en el rendimiento cognitivo en chicos de 9 a 15 años. Pero la evidencia es débil y con alto riesgo de sesgo, según aclara la investigadora Paula González Caicedo, autora principal del informe.
Beneficios reales del pescado más allá del coeficiente intelectual
Aunque el pescado no parezca potenciar la inteligencia directamente, sí puede aportar beneficios relevantes para otras áreas del desarrollo cerebral. Por ejemplo, podría mejorar habilidades socioemocionales, coordinación motora y el funcionamiento general del sistema nervioso.
Los omega-3 también están asociados con menor riesgo de trastornos como la depresión o el TDAH, aunque los estudios específicos en población pediátrica aún son insuficientes para afirmarlo con certeza.
Riesgos a tener en cuenta al incluir pescado en la dieta infantil
El informe también subraya que los beneficios del pescado deben ser analizados junto con sus posibles riesgos. Algunos tipos pueden contener contaminantes ambientales como mercurio, bifenilos policlorados o restos de antibióticos.
Por eso recomiendan elegir variedades de pescado con bajo contenido en contaminantes, especialmente en menores de edad. Lo ideal es mantener una dieta equilibrada que contemple tanto la calidad nutricional como la seguridad alimentaria.
Javier Brachiglione, coautor de la evaluación, resume la idea central del informe: “Para valorar de forma equilibrada los efectos del pescado durante la infancia y adolescencia hay que tener en cuenta tanto los posibles beneficios como los riesgos”.
En otras palabras, el pescado es saludable, pero no es una fórmula mágica para mejorar la inteligencia.