La comunidad católica despidió al papa Francisco, quien falleció este lunes 21 de abril a sus 88 años. Tan sólo un día antes de su fallecimiento el pontífice hizo una aparición pública desde el balcón de la basílica de San Pedro, durante la celebración de Pascua.
Miles de fieles se habían congregado en la plaza para verlo tras semanas de incertidumbre sobre su salud. Entre ellos, estuvo una cordobesa oriunda de Villa Dolores y profesora de historia que viajó a Roma. Sin saberlo, fue testigo de la última aparición del Papa, y el ambiente que se vivió en la ciudad al conocerse la noticia de su fallecimiento al día siguiente.
Por privacidad en esta nota se la conocerá por el nombre ficticio, Gisella. Su relato, en diálogo con La Voz, reveló una profunda fe y la intensa emoción de presenciar los momentos finales del pontífice argentino.
“Era uno de los sueños de mi vida”
Todo comenzó en 2020 cuando tenía planeado un viaje a Roma que tuvo que ser cancelado por la pandemia. Sin embargo, no todo fueron malas noticias porque, momentos después de recibir la notificación de la aerolínea, se enteró de que estaba embarazada, y llamó a su hijo nada más y nada menos que Francisco.
Finalmente, pospuso su viaje hasta este año, y lo organizó para poder pasar Semana Santa en el Vaticano. “Era uno de los sueños de mi vida poder verlo al Papa. Mi hijo se llama como él. Encima tenía el viaje armado hace cinco años y no había podido ir… yo sabía que venía bastante enfermo y estaba la posibilidad de que ni lo viera. Pero bueno, yo tenía fe: decía va a salir, va a salir, va a salir, se va a asomar”, explicó.

Gisella logró entrar a la misa del domingo, presidida por el Cardenal, y contó: “Cuando termina, y va a dar la bendición final, el papa Francisco se asoma. Yo estaba al lado de una italiana, con la que me hice amiga. Ambas empezamos a llorar de emoción porque no lo podíamos creer”.
La cordobesa describió el esfuerzo visible del Papa al decir unas palabras. “Se escuchó que dijo ´Hermanos y hermanas, buena Pascua´. Lo dijo en italiano, y se notaba que le costó un montón hablar“.
Después, en las pantallas anunciaron que Francisco bajaría a dar la bendición al pueblo. “Ahí también fue una emoción muy grande, todo el mundo gritando, era como una estrella de rock, básicamente”, describió.
En cuanto a su salud, contó que no lo vio bien “Se le cerraban los ojos. Es como que iba para atrás como si se fuera a desmayar, se notaba que estaba haciendo mucho esfuerzo por estar presente”. En ese sentido, destacó la fortaleza y lealtad del Papa para con Dios y sus fieles hasta su último día de vida.
Recordando sus pensamientos, Gisella confesó: “La verdad es que yo pensaba: se va a morir acá, se muere acá, yo lo veía que se iba para atrás, no se podía mantener”.
Para la mujer, la fortaleza del Papa al aparecer en la misa de Pascua fue un ejemplo de su compromiso. “Se obligaba a abrir los ojos“, comentó. Ella cree que era la “última voluntad” del Papa de estar presente en la celebración de la Resurrección. “Yo pienso que él decía, ´yo tengo que aguantar´, era su última voluntad, era su forma de decir que podía irse a los brazos de Dios“, expresó.
La noticia del fallecimiento del Pontificio
Al día siguiente, lunes 21 de abril, Gisella se levantó y se dispuso a tomar un colectivo hacia la Basílica de San Pedro. En el trayecto, recibió un mensaje de la mujer que conoció el día anterior: “Acaba de morir el Papa”.
“Digo no, no puede ser… entonces agarro el teléfono, le escribo a mis familiares en Argentina y entró a buscar en las noticias del Vaticano. Ahí veo que era cierto”, relató.

A pesar del shock, continuó su camino hacia el Vaticano y contó cómo reaccionaron en la ciudad: “En las esquinas de la calle veía que los italianos, gritaban ´Ha muerto el Papa, ha muerto el Papa´”.
Cuando llegó a la Basílica, comenzó a ver gente que pasaba con cruces. “Empecé a buscar en internet qué iba a pasar, cómo era el protocolo, si lo iban a traer, a dónde estaba el Papa”, aseguró.

Fue allí cuando vio que Francisco estaba en su casa en Santa Marta y no en el Vaticano. “Entro y ya estaba a la mitad de una misa que estaban haciendo para el Papa”.
“Había como una consternación, gente llorando, rezando, fue bastante fuerte, y yo estaba procesando porque no podía creer que el día anterior lo había visto”, contó. Por otro lado, explicó que para muchos turistas extranjeros no fue tan shockeante la noticia.
El papa Francisco, un argentino
“Yo me senté ahí, casi al frente de la basílica, me quedé un rato y pasó un hombre de una radio de Suiza. Como vio que era argentina, me preguntó qué había significado el Papa para mí”. A eso, contestó: “Para nosotros es el representante de Dios en la tierra, y es argentino, es muchísimo. Es un hombre que toda la vida fue humilde, que vino a cambiar las reglas de juego para los Papas”.
“Vos ves la Basílica de San Pedro y es un lujo, revienta de oro, y él eligió descansar en la de Santa María Mayor, que también es es hermosa, pero nada que ver el lujo que es la Basílica de San Pedro”, dijo. Comentó que los europeos pueden estar acostumbrados a toda esa extravagancia, pero “yo creo que como argentino te sentís chiquito. Quizás a Francisco le pasó eso”..

Según Gisella, “él siempre fue un siervo fiel a Dios, dio su vida por la Iglesia”. Pero la cordobesa también lo nombró como un “instrumento”, alguien que rompió con la figura de una eminencia, para hacer más accesible la iglesia.
“Fue fiel a Dios, pero aún más a sí mismo hasta último momento”.
“Fue una bendición haber estado ahí: qué posibilidades había”
Lo que parecía una desventura terminó convirtiéndose en una de las experiencias más emotivas de su vida. A la hora de sacar los pasajes vivió una serie de cambios inesperados en sus vuelos, que, sin saberlo en ese momento, la llevarían directo a cumplir uno de sus sueños: ver al Papa Francisco en persona.
“Fue una bendición haber estado ahí: ¿qué posibilidades había?“, exclamó.

Desde la aerolínea le ofrecieron cambiar tanto la ida como la vuelta. Ella, que originalmente regresaba un sábado, decidió extender su estadía. “Bueno, listo, vuelvo el lunes”, recordó.
Incluso con los cambios inesperados le permitieron estar ahí justo a tiempo para verlo. ”Y de repente se armó todo para que se dé de esa forma y sentí que para mí fue una bendición muy grande la verdad“, expresó con emoción.
Finalmente, Gisella concluyó: “El como argentino nos hizo quedar muy bien y sobre todo siempre fue muy fiel a él mismo y a nuestra cultura. Podría haber cambiado, porque cuando te dan un poco de poder ya son otras personas, pero él no“.
Su testimonio resuena con la emoción de un pueblo que vio en Jorge Bergoglio a un líder espiritual cercano y transformador.