La falta de actividad física en la infancia no solo afecta al cuerpo, también puede influir en el cerebro y en la forma en que los niños aprenden.
Ante ese escenario, un grupo de investigadores exploró una rutina breve y factible para aplicar dentro del aula, con el objetivo de entender qué ocurre en el cerebro infantil y cómo esto podría repercutir en su desempeño académico.
Cómo hacer para que los niños rindan más en clase
Dar a los niños nueve minutos para realizar ejercicios en intervalos de alta intensidad puede mejorar su rendimiento académico, según un estudio de la University of North Carolina Greensboro, Estados Unidos, publicado en Psychology of Sport & Exercise.
En estudios anteriores se probó con ejercicio de más duración (20 minutos) y con instrumentos que no se encontraban en un aula, como una máquina de correr.
Sin embargo, en este nuevo estudio probaron un tipo de ejercicio más práctico y de menor duración para un entorno de aula y los resultados fueron positivos.
El ejercicio de pocos minutos que mejora el rendimiento escolar
Los investigadores crearon una secuencia corta (9 minutos) de ejercicios para 25 niños de 9 a 12 años basada en elevaciones de rodillas, saltos de tijera, zancadas y sentadillas en el aire, durante 30 segundos cada ejercicio, seguidos de 30 segundos de descanso.
Así, cuando los mismos 25 estudiantes realizaron ejercicio en intervalos de alta intensidad obtuvieron puntuaciones significativamente más altas en una prueba estandarizada que medía la comprensión verbal, en comparación con cuando estaban sentados antes de la prueba.
Asimismo, los investigadores se interesaron tanto por el rendimiento académico de los niños como por lo que ocurría en sus cerebros tras un ejercicio intenso.
Para eso examinaron la negatividad relacionada con el error (ERN). En este sentido, el profesor adjunto Eric Drollette indicó que una alta amplitud de ERN se asocia con la distracción mental, con una mayor fijación en el error, lo que reduce la concentración y el rendimiento del niño.

Después de cada sesión de ejercicio, completaron una prueba cognitiva mientras usaban un electroencefalograma (EEG), que podía medir la magnitud de su respuesta ERN tras un error.
“Con el ejercicio a intervalos, observamos una disminución en la respuesta relacionada con el error. Esto puede ser beneficioso porque significa que, aunque una persona cometa un error, este es menos evidente, lo que permite responder eficazmente al mismo de forma mentalmente sana”, señala Drollette.
“Esta investigación nos proporciona información valiosa sobre el potencial de un solo período corto de ejercicio para beneficiar el rendimiento cognitivo de los niños”, señala la coautora del estudio Jennifer Etnier. “Estos hallazgos podrían tener implicaciones importantes para el profesorado que incorpora pausas de movimiento en sus aulas y que, de esta manera, podrían ver beneficios en el rendimiento académico de sus alumnos”, añade.