Alrededor de una enorme mesa llena de ropa, calzados, juguetes y libros, ocho mujeres seleccionan el contenido de las bolsas y van ordenando de acuerdo a lo que fue donado para el ropero comunitario armado recientemente.
Las mujeres conforman el “Club de Madres Solidarias”, una iniciativa que surgió ante la necesidad, sobre todo de indumentaria, de los chicos que asisten a la escuela Grecia de barrio San Vicente, ubicado al sudeste de la ciudad de Córdoba, a la que también concurren sus hijos.
Muchos de los estudiantes del nivel primario que concurren a dicho establecimiento educativo son de barrios vulnerables de la zona, como por ejemplo Maldonado, Müller, Campo de la Ribera y Yapeyú, entre muchos otros.
El “club” se formó este año, con el acompañamiento de las autoridades del colegio, y surgió entre las charlas de las mamás que afligidas por las carencias de las familias decidieron ayudar como podían.
Así, comenzó a funcionar un ropero comunitario en la casa de una de ellas, Luciana Ríos. Allí receptan las donaciones que llegan desde distintos barrios de la ciudad para luego ser repartidas entre los 350 niños que asisten a los dos turnos del establecimiento.
“Los chicos no tienen abrigos, tampoco tienen calzados en buenas condiciones; muchos están sin medias, y ya se acerca el invierno”, dice Luciana, afligida.
La mujer aclara que ellas no buscan sacarles lo que no tienen, sino “simplemente darles lo que les falta”. Y agrega que la mayoría de las familias en esa zona de la ciudad capital son cartoneros y “se las rebuscan como pueden”.
“En estos tiempos tan difíciles para todos, poder brindarles ropa y calzado es una caricia al alma para nosotras y también para los niños”, expresa Luciana.
Ayuda a familias carenciadas
Luciana explica la situación económica de esas familias vulnerables se agrava por la falta de trabajo. Este año las carencias son más notorias que nunca, sobre todo de aquellas que tienen varios niños y no pueden comprarles ropa o calzado.
“Hay mamás que tienen muchos chicos. Y no son pocos los que faltan a clases porque no tienen abrigo o zapatillas”, dice Luciana.
La semana pasada, aprovecharon la campaña de distribución de leche, y con autorización de las autoridades repartieron la primera tanda de ropa de abrigo que lograron juntar gracias a donativos.
“Para nosotras es gratificante verlos con una sonrisa. Por más que sea ropa usada, la reciben con mucho amor. Y eso te llena el corazón”, afirma Candela Rodríguez, otra de las mamás del club.
La mayoría de las mujeres solidarias no tiene un trabajo fijo, y además de abocarse a sus familias, también brindan parte de su tiempo a ayudar a otras. Antes de comenzar con el ropero pidieron donaciones para regalarles huevos de Pascua a los chicos en los dos turnos del nivel primario del colegio.
“Los niños necesitan apoyo porque todo tiene que ver con su educación y nuestro aporte se enfoca en eso: acompañarlos mientras se educan, junto a la institución, y transmitirles amor y empatía”, manifiesta Graciela Gallardo, otras de las mamás del club solidario.
Inasistencia a clases
Natalia Olivero, directora de la escuela Grecia, que apoya decididamente la iniciativa de las mamás, contó a La Voz que desde 2022 comenzó a notarse un porcentaje muy elevado de inasistencia de estudiantes a clases, de entre un 25% y 30% de la matrícula.
La ausencia en las aulas se da sobre todo en los meses de invierno y durante los días de lluvias. Una de las mayores “excusas” de las familias es que sus hijos no tienen calzado en condiciones para poder enviarlos a clases en esas jornadas.
Como la mayoría de los estudiantes son de barrios más alejados, como Campo de La Rivera o Bajada San José, tienen que caminar muchas cuadras para llegar al colegio y sin un calzado en condiciones el trayecto se hace muy difícil.
“Cuando el grupo familiar está en riesgo por su salud o los chicos tienen un solo par de zapatillas, directamente no vienen a clases”, asegura Olivero.
La idea de nuestra escuela –argumenta la directora– es garantizar que mientras los niños estén en el aula tengan las necesidades más básicas cubiertas, incluyendo que haya una ropa de abrigo para que no pasen frío mientras estudian.
“Ese es un derecho que tienen ellos, porque si están con frío o hambre no pueden aprender. La idea es que los chicos vengan a la escuela y hacemos todo lo posible para que estén en buenas condiciones”, afirma la docente.
La institución escolar trabaja con las familias y los estudiantes sobre temas vinculados a esta problemática, como la asistencia diaria, la responsabilidad en la casa, la ayuda en las tareas, entre otros.
En 2022, la escuela contaba con un ropero, que después se diluyó. Y este año, las madres reflotaron la idea para cubrir una necesidad, “porque el Estado aporta, pero no alcanza”.
Desean que el proyecto se extienda
Las mamás quieren que el club crezca y se sumen más familias. Y que además se repita en otras escuelas. “Tendríamos más niños entusiasmados, que vayan todos los días a clases y que no falten por no tener ropa”, se ilusiona Luciana.
El amor de las madres se extiende también a otros proyectos que tienen en carpeta, como talleres de diferentes temáticas para las familias y los chicos. “Queremos que se generen talleres sobre ESI, pediatría, odontología, y que la tarea no solo recaiga sobre las docentes”, agrega Gallardo.
Para el 25 de mayo planean cocinar empanadas para entregarles a los niños; y más adelante pretenden realizar un festejo por el Día de Las Infancias.
Garantizar los derechos de los chicos
La escuela Grecia está ubicada en calle Pedernera 952 de barrio San Vicente y cuenta con 12 secciones. Este año su matrícula se redujo, y actualmente oscila entre los 330 y 360 estudiantes. El 85% de esos niños se alimenta principalmente con el programa Paicor.
La directora del establecimiento, Natalia Olivero, explica que las familias de los chicos no tienen un trabajo estable o son cartoneros, vendedores ambulantes, empleados de la construcción o directamente están desempleados.
“La mayoría de los hogares de nuestros estudiantes no tiene una estabilidad económica”, agrega. Y explica que en el último año la situación socioeconómica empeoró y la vida de estas familias se tornó aún más difícil.
Además, como institución, la escuela Grecia busca la trabajar sobre la convivencia escolar y mejorar la calidad de los vínculos a través de talleres entre docentes, familias y los propios niños y niñas.
“Articulamos con organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que están en el barrio, y otras escuelas de la zona”, cuenta al respecto Olivero.
“Así, desde la solidaridad y el compromiso, les brindamos oportunidades a las familias para que los chicos tengan garantizados sus derechos y su educación”.
“La propuesta del Club de Madres Solidarias complementa lo que se hace en la escuela todo los días. Y entre todos tratamos que la situación de los chicos y de sus familias sea algo mejor”, finalizó la directora del colegio.
Dónde donar
Para solicitar las donaciones las madres publican el pedido en la página de Facebook “Club de Madres Solidarias”.
Lo que más necesitan es ropa de abrigo para niños, camperas, pantalones, calzados y medias.
El club recibe donaciones de todos los barrios de la ciudad. No cuentan con movilidad para el traslado por eso las reciben en casa de Luciana, en calle Gorriti 840, barrio San Vicente. Contacto telefónico: 351 5205916.