Si bien se suele suponer que el rendimiento escolar depende en buena parte del nivel socioeconómico de los alumnos, existen otros factores que inciden y sobre los cuales las escuelas pueden actuar para mejorar los aprendizajes, incluso en contextos desfavorables.
Esta lectura es solo una de las posibles del informe “El nivel socioeconómico no lo define todo: el rol de las escuelas en el rendimiento”, del Observatorio de Argentinos por la Educación.
El informe analizó cuánto influyen las condiciones sociales en el rendimiento académico de las escuelas, pero también indaga en el impacto de variables propias de la escuela y del aula, como el clima escolar, la formación docente y el tiempo de clase. O incluso la asistencia a sala de 3 y los libros en el hogar.
A partir de estas condiciones iniciales, los autores del informe estimaron un rendimiento “esperado” para cada escuela y lo compararon con el rendimiento real en base a los resultados de la evaluación Aprender 2023 de primaria y del Relevamiento Anual 2023 de la Secretaría de Educación de la Nación.
En Córdoba los indicadores determinaron que el 37% de los establecimientos supera lo esperado según el contexto de sus estudiantes. En tanto un 42% rinde por debajo de lo esperado en función de su contexto social. El 21% tuvo un rendimiento acorde.
A nivel nacional el 35% de las escuelas supera lo esperado según el contexto de sus estudiantes, lo que demuestra que es posible lograr buenos resultados incluso en condiciones desfavorables. En tanto, un 39% de las escuelas rinde por debajo de lo esperado en función de su contexto social.

Los datos muestran que el rendimiento escolar no está completamente determinado por el origen social de los estudiantes: aunque existe una relación positiva entre el nivel socioeconómico y los resultados académicos, hay escuelas que logran desempeños destacados incluso en entornos desfavorables. Si bien las condiciones familiares de origen influyen fuertemente en el rendimiento escolar, lo que ocurre dentro de las escuelas también es determinante.
Entre estos factores institucionales, los más relevantes son el clima escolar, la formación y antigüedad del director, la cantidad de horas de clase y la formación docente: todas estas variables se asocian positivamente con mejores desempeños.
El informe también indaga en los factores que distinguen a las escuelas que obtienen buenos resultados en contextos muy vulnerables. Entre las escuelas del cuartil más bajo de nivel socioeconómico (es decir, las que atienden a estudiantes provenientes de los hogares más pobres), hay cuatro factores que marcan una diferencia clara en el rendimiento académico: la antigüedad del director, el clima escolar, la formación docente y las horas de clase. Los resultados muestran que las escuelas tienen márgenes de acción para promover mejores aprendizajes, incluso en contextos adversos.
Por ejemplo en Córdoba y en la Ciudad de Buenos Aires se observa una clara brecha entre la gestión estatal y privada, con las escuelas privadas promediando niveles socio económicos y rendimiento notablemente más altos.
Resignificar el rol educativo
“La escuela puede ser la que rompe el círculo vicioso de la pobreza. Pero su mera existencia y la asistencia de niños y jóvenes no garantiza que lo sea. El desafío es grande. El compromiso, la formación y experiencia del equipo directivo y docente, así como el tiempo efectivo de clases –y evitar el ausentismo– son fundamentales para que los niños y jóvenes aprendan y tengan mayores oportunidades en la vida”, afirmó Cecilia Adrogué, coautora del informe e investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo Humano (CEDH) y la Universidad de San Andrés (UdeSA).
Por su parte otra de las autoras, la investigadora María Victoria Anauati consideró que si bien el contexto social influye, no determina por completo el destino educativo de los estudiantes.
“La escuela cuenta con márgenes de acción. El informe señala que ese margen varía según la provincia y el tipo de gestión escolar. Y que hay ciertos factores institucionales –como el clima escolar, la estabilidad y formación de los directivos, y las oportunidades efectivas de aprendizaje (cantidad de horas de clase y capacitación docente)– que resultan determinantes para explicar estas diferencias”, señaló.
“La ya conocida relación positiva entre el contexto socioeconómico de los estudiantes y sus logros educativos puede instaurar un panorama desalentador. Sin embargo, el presente informe muestra que, si bien dicho contexto es un factor condicionante importante, el vínculo no es concluyente. Más allá que las condiciones de origen desfavorables significan importantes barreras para el logro de un desempeño escolar exitoso, el determinismo no es absoluto. La evidencia de que existen escuelas resilientes constituye una luz de esperanza y una guía para llevar a cabo acciones de política”, sostuvo María Marta Formichella, investigadora independiente y docente del CONICET-UNS.
Finalmente Luis Arocha, director del Colegio María de Guadalupe, fundado hace más de una década en General Pacheco (Tigre) con la idea desarrollar una escuela de calidad en un barrio popular comentó que “el informe echa luz sobre el hecho de que, independientemente del contexto de origen de los alumnos, la escuela tiene un margen de acción importante para promover el logro académico de sus estudiantes. Esto invita a las escuelas y comunidades educativas a resignificar su acción diaria, ya que si bien las escuelas no pueden solucionar todos los problemas derivados de la situación de vulnerabilidad social de sus alumnos, sí pueden hacer muchísimo para que se rompa el círculo vicioso de la pobreza, asumiendo su responsabilidad como ámbitos de aprendizaje significativo”.

Hoy sus alumnos obtienen resultados por encima del promedio en las pruebas Aprender.