La dieta de ayuno intermitente, que implica periodos de restricción calórica severa y que tanta presencia adquirió en el debate sobre los mejores métodos para combatir la obesidad y el sobrepeso, podría estar en vías de desaparición.
Sucede que una nueva investigación de la Universidad de Surrey, Reino Unido, sugiere que, en lugar de reducir drásticamente las calorías, las personas pueden conseguir beneficios metabólicos similares reduciendo los carbohidratos.
El nuevo estudio tiene la respuesta
El estudio comprobó que la mera restricción de la ingesta de carbohidratos en la dieta podría ofrecer beneficios metabólicos similares al ayuno intermitente, sin necesidad de una reducción calórica drástica.
En la investigación, participantes de entre 20 y 65 años con sobrepeso u obesidad siguieron tres planes de dieta diferentes durante un día: una dieta normal de carbohidratos, una dieta baja en carbohidratos con una ingesta calórica equilibrada y una dieta baja en carbohidratos con una restricción calórica significativa.
Mejora en los marcadores metabólicos
Los investigadores descubrieron que ambas dietas bajas en carbohidratos, independientemente de la reducción calórica, producían mejoras en los marcadores metabólicos de los participantes, así como una mejor gestión de una comida rica en grasas, incluida la reducción de los niveles de triglicéridos -un tipo de grasa en la sangre que puede provocar enfermedades cardiacas- y un cambio hacia la quema de grasas para obtener energía.
“Descubrimos que simplemente restringiendo los carbohidratos, sin soportar una restricción calórica extrema, podemos cosechar los efectos metabólicos asociados con el ayuno a corto plazo”, explica Adam Collins, coautor del estudio y profesor asociado de Nutrición en la Universidad de Surrey.
Esto sugiere que reducir periódicamente la ingesta de carbohidratos podría ser una forma más accesible y sostenible para que las personas controlen y mejoren su salud metabólica.
El organismo se adapta
El estudio, publicado en el European Journal of Nutrition, también destaca que, aunque los participantes experimentaron un aumento del hambre en los días de bajo consumo de carbohidratos, esto no se tradujo en un aumento de la ingesta de alimentos en los dos días siguientes.
Esto sugiere que el organismo puede adaptarse a la ingesta reducida de carbohidratos, lo que podría facilitar el cumplimiento de esta dieta a largo plazo.
Collins resalta que esta investigación ofrece una nueva y prometedora perspectiva sobre las intervenciones dietéticas para la salud metabólica y podría repercutir en el control de afecciones como la diabetes de tipo 2, las cardiopatías y la obesidad.