Como ocurre cada 29 de abril, en todo el mundo se celebra el Día del Animal. La ocasión es propicia para que aquellos amantes de este reino les rindan homenaje de distintas maneras, fundamentalmente los que tienen mascotas desde siempre en sus casas o han aprendido a incorporarlas en sus vidas.
Con el paso de los años, muchas personas se animaron a ir más allá de los perros y gatos (estos últimos con muchísimo crecimiento en presencial en los hogares en los últimos años) como sus “compañeros animales”.
Y se animaron a explorar hacia otras especies dentro de lo que permite la ley puesto que hay recordar que en Argentina está totalmente prohibido tener como mascotas a la denominada fauna autóctona.
En paralelo con el crecimiento respecto de la presencia de los animales en los hogares también aumentó la demanda por su atención, sobre todo cuando tienen algún tipo de problema en su salud.
Y allí entran los médicos veterinarios. Atender perros y gatos seguramente forma parte de los denominados “pacientes clásicos” en sus consultorios. Pero, ¿cómo actúan en caso de aquellas mascotas que no son las tradicionales? ¿Con qué situaciones se encuentran? ¿Existen veterinarios dedicados exclusivamente a los animales no convencionales?
Cómo es la atención en Córdoba de los veterinarios de mascotas no tradicionales
Uno de ellos es Lucas Sticca, médico veterinario de Córdoba capital, quien le contó a La Voz cómo es el día a día en una veterinaria dedicada exclusivamente a atender mascotas no convencionales.
Entre ellos, se destacan conejos, cobayos, loros, chinchillas, peces. Además, detecta situaciones extremas en las que tiene que intervenir para que no se conviertan en casos de tráfico de especies.
“Temprano a la mañana hacemos las cirugías programadas, y después empezamos con la atención al público”, comenzó el veterinario.
El especialista explicó que en su espacio de trabajo no atienden a perros ni gatos, sólo animales no convencionales. Y enseguida enumeró: “Conejos, roedores como cobayos, hámsters, jerbos; también chinchillas, loros, canarios... de todo un poco”.
Pero no todo es consulta de rutina. En este lugar, la frontera entre la medicina y la conservación ambiental es muy delgada. Animales heridos, especies protegidas, víctimas del tráfico ilegal: todo convive y es conveniente estar alertas y dispuestos a denunciar cualquier irregularidad que se presente.
Reeducar a la sociedad para el cuidado de estas mascotas
“Hay mascotas que directamente no se deberían tener”, explicó Lucas. Especialmente, según el especialista, las especies silvestres.
La veterinaria, sin embargo, no tiene funciones judiciales. “Lo que tratamos de hacer desde acá es reeducar: que los tengan en las mejores condiciones, que si se puede reintroducirlos al ambiente, se haga. Pero eso tampoco es sencillo: hay agroquímicos, perros que matan fauna silvestre, y una falta total de políticas de conservación activas”, agregó Sticca.

Sin embargo, la problemática es grande y los recursos no dan abasto. “No hay campañas de educación, no hay políticas serias, y estamos remando siempre desde atrás”, reclamó.
Una anécdota ilustra la situación. Hace unas semanas les llegó un lagarto overo cubierto de pegamento tras haber caído en un contenedor. “Estamos sacándole las últimas partes del pegamento para poder liberarlo”.
Este es uno de los animales que pueden restituir en su hábitat sin ningún problema porque es autóctono de Córdoba. “La mayoría no tiene esa suerte. Vienen del norte, llegan por tráfico, y no pueden volver a su lugar”, expresó con dolor.
Pacientes poco convencionales
Algunas historias son conmovedoras: el veterinario explicó que hay animales como los loros, que viven hasta 60 años o tortugas, que pueden llegar a más de 100 años.
En consecuencia, sobreviven a sus dueños y ante la pérdida, pueden llegar a sufrir emociones ligadas a la depresión.
Detalló que muchos de ellos tienen un nivel de apego emocional que la gente subestima. Algunas de estas criaturas, como los loros, pueden tener la inteligencia de un niño de tres años. “Se apegan a una persona, y si esa persona cambia o fallece, estas aves, se estresan, se pelan, sufren”, explicó.
Hasta los peces tienen su historia en esta veterinaria. “He operado peces de 25 años con tumores. Muchos problemas vienen por la mala calidad del agua, porque la pecera es un ecosistema y no cualquiera sabe mantenerlo”, sostuvo.
También hay casos que exceden cualquier lógica. “Nos han traído pumas, monos, ciervos. Especies que claramente no son mascotas”.
Sin embargo, entre los pacientes más frecuentes están los conejos y los cobayos, cada vez más populares en los hogares. “Son limpios, no hacen ruido, ideales para departamentos. Pero necesitan su espacio, juguetes para roer, cuidados específicos. Si les das todo eso, no te destrozan nada”, aclaró haciendo énfasis en la necesidad de educar a los dueños.
La preocupación entre los cuidadores de animales
En su voz se mezcla la indignación con la resignación ante el creciente fenómeno del tráfico de fauna que, lejos de morigerar, con el paso de los años se sostiene y sostiene.
“La Gendarmería no da abasto. El zoológico, que ahora funciona como centro de rescate, está saturado. Y también otros centros como Tatú Carreta o los refugios en Villa Rumipal. No hay espacio para tantos animales”, expresó con disconformidad.

La mayoría de los ingresos vienen de la gente. “Un empleado de una empresa que encuentra un animal en mal estado, un automovilista que ve una tortuga atropellada en la ruta, o alguien que ya no puede cuidar al animal que heredó de un familiar”, contó.
En los casos cuando una familia ya no puede hacerse cargo de un animal, la veterinaria recurre a una red de contactos: refugios de aves, centros de rescate, voluntarios. “La comunidad ayuda mucho, hay gente con ganas de colaborar, sobre todo con aves”, concluyó.
Cómo es convertirse en veterinario de animales no tradicionales
“Cuando empecé no había casi nadie que atendiera estos animales”.
El veterinario egresó de la Universidad Católica de Córdoba, donde hoy en día da clases de fisiología animal. “Después me especialicé solo, formándome constantemente”, agregó.
Contó que la medicina animal avanza a pasos agigantados y hay muchas especies distintas que se segmentan en aún más clasificaciones.
Su asistente comentó que Sticca es una de las personas más apasionadas por su trabajo. En las ocasiones que una persona rescata a un animal, él suele tratarlas de forma ad honoren por el simple hecho de haberlas rescatado.
“Yo lo respeto mucho, me ha enseñado muchas cosas y tiene la pasión para ayudar a quien quiere aprender”, destacó su compañera.
Y mientras todo eso pasa, cada mañana, sin pausa, se abren las puertas del consultorio. Porque siempre hay un ala herida, una tortuga atropellada, un pez o un loro con depresión. Y alguien que, con paciencia y vocación, intenta que tengan una vida un poco más digna.