Se conocieron (o ella creyó conocerlo) a través de Instagram. Primero la empezó a seguir, luego comenzaron las reacciones a sus publicaciones, iniciaron una conversación por chat y, siempre desde la plataforma, la relación parecía avanzar.
El intercambio de fotografías y videos con contenido sexual conocido como sexting –algo cada vez más común en la forma de relacionarse de jóvenes y no tan jóvenes– fue lo que siguió a un vínculo que parecía ir en sentido ascendente.
Ese ida y vuelta de conversaciones y fotografías resultó grato hasta que ella, una chica de 19 años, reconsideró seguir enviándole material íntimo. “Ese intercambio se desarrollaba de manera voluntaria, pero luego se supo que él ya estaba mintiendo su identidad. En un momento le pide más fotografías y más videos, pero ella dice que no más, y él amenaza con mostrar todo el material que ya tenía”, describió el fiscal especializado en cibercrimen, Franco Pilnik.
“Con la amenaza se inició una especie de juego de dominación, donde él tenía material de ella y amenazaba con publicarlo, mientras que las fotos que ella tenía ni siquiera eran de él, más cobarde aún de su parte porque ni siquiera se había expuesto realmente”, apuntó.
De “sexting” a sextorsión
Sorteando la vergüenza que le generaba la situación, la joven decidió acercarse hasta una Unidad Judicial para dejar asentada la extorsión que estaba sufriendo por parte del usuario que además la había engañado acerca de su identidad.
“Comenzamos a investigar y rastrear el perfil de Instagram, incluso con informes de los Estados Unidos, hasta que llegamos a un domicilio de la ciudad de Córdoba. Allanamos y secuestramos un aparato telefónico donde se encontró parte de la prueba que nos determinaba que la persona allanada había sido la autora”, detalló Pilnik sobre el proceso de investigación.
El acusado, que también tiene 19 años, fue imputado por coacción calificada por anonimato, y el caso llegó a un juicio abreviado que culminó el 30 de noviembre pasado con una condena a tres años de prisión en suspenso.
“La defensa intentó acceder a una probation, pero la fiscal de la Cámara Segunda Laura Batistelli se lo negó por entender que había un contexto de violencia de género”, apuntó el fiscal sobre el pedido para suspender el juicio a prueba.
Tres años de ejecución condicional
En el juicio, presidido de manera unipersonal por la jueza Inés Lucero, se dispuso una condena de tres años de ejecución condicional por coacción calificada por anonimato. “En términos prácticos no va preso, y se le impuso también tratamiento psicológico. Él aceptó su responsabilidad en el caso”, valoró Pilnik.
“Es importante que sepan que este tipo de acciones se puede denunciar, y también que los varones sepan que esto no es un juego ni un chiste, sino un delito”, reflexionó el fiscal.
En este caso, se trató de un intercambio voluntario entre personas de la misma edad, aunque una de ellas utilizaba una identidad falsa. “El reproche no es por mandar fotos, es una mujer mayor de edad que puede elegir cómo ejercer su sexualidad. El problema es que fue engañada y amenazada”, agregó.
Acerca de estas formas de vinculación cada vez más frecuentes, Pilnik recordó la importancia de preservar algunos detalles como mostrar la cara o tatuajes que permitan la identificación de la persona. “Hay que manejarse en contextos de confianza, porque una vez que una imagen se viraliza, eso no se baja más”, concluyó.
- Sexting. Se conoce como “sexting” al intercambio de contenido sexual propio, ya sean fotos o videos, a través de plataformas digitales como WhatsApp, Facebook, Instragram, correo electrónico u otras aplicaciones. El nombre viene de sex (sexo en inglés) y texting (enviar mensajes a través del teléfono celular). El sexting es ilegal cuando involucra a personas menores de edad (pornografía infantil), o entre personas adultas sin mediar consentimiento.
- Sextorsión. Se conoce como sextorsión a una forma de chantaje en la que una persona amenaza a otra con difundir fotos o videos íntimos de contenido sexual.
