Hace 25 años, dos riotercerenses que hacían unos trámites en la ciudad de Córdoba capital vieron a un pibe en una esquina vendiendo una revista. Era La Luciérnaga, que ya había ganado espacio como opción de ingresos “sin mendigar” para los “chicos de la calle” de la Capital.
En instantes, imaginaron que podía ser esa una ayuda para Cristian, un chico de una familia muy vulnerable de Río Tercero que solía “pedir” en las calles de la ciudad.
La revista cordobesa podía ser una alternativa también para él, imaginaron en aquel 1999. Ahí nomás, surgió el contacto con La Luciérnaga cordobesa, donde no tardaron nada en decir que sí.
Llegaron así unas revistas para que Cristian vendiera. Pero a las semanas había más pibes buscando esa opción. Casi sin darse cuenta, La Luciérnaga ya empezaba a andar su propio camino en Río Tercero.
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Más chicos y chicas se sumaron. Pero también más manos para atender esa demanda.
Pronto nacía en ese grupo informal un proyecto de apoyo escolar: docentes voluntarias se sumaban –y eso se sostiene activo hasta hoy– para asegurar que niños, niñas y adolescentes pudieran asegurar su continuidad educativa, evitar la deserción escolar y promover por esa vía la igualdad de oportunidades. Cientos han pasado por esas aulas en estos años. Ese desafío del apoyo escolar es el eje de La Luci riotercerense desde entonces.
Desde allí, entre tropiezos y avances, fue creciendo.
La búsqueda de recursos para sostener las actividades hizo imaginar un encuentro cultural. Y nacía de ese modo el encuentro Río Tercero No Durmai: una fiesta anual de cultura y arte, que lleva 24 años y que se transformó en el evento más convocante de la ciudad, con entrada gratuita para la gente y en el que ninguno de los cientos de artistas que participan sobre los escenarios cobra.
Otros proyectos consolidados
En 2012, nacía el Proyecto Papelón, para generar fondos para sostenerse por cuenta propia. La idea era de economía circular antes de que ese término se utilizara: se propuso transformar algo que la gente considera basura (papel y cartón) en un recurso económico para la institución y, de paso, inaugurar en la ciudad la conciencia ambiental sobre la separación de residuos.
Hoy, 12 años después, Papelón lleva recuperadas más de 700 toneladas de papel y cartón para destinar a reciclado junto a la comunidad.
Ese crecimiento demandó, en 2012, una mejor organización y autonomía. Y nacía entonces la Fundación Juntos a la Par – La Luciérnaga Río Tercero.
En 2014 surgía otra idea: el Proyecto Madres, para que las mamás de familias pudieron también, sin mendigar, generar sus propios recursos, aprendiendo a la vez un oficio, mediante talleres de costura para generar prendas y objetos que se venden y cuyo producto se reparte entre las hacedoras. Casi como una cooperativa de trabajo, que sigue en marcha.
Una marca, desde el origen, definió el espíritu de los equipos de colaboradores por los que en más de dos décadas pasaron decenas de personas: el voluntariado. Entre sus integrantes valoran que fue y sigue siendo el alma de la institución.
La nueva casa
Las mudanzas entre casas prestadas y alquiladas fueron alimentando otro sueño: la sede propia. Y a ese sueño llegan justo al cumplir los 25 años.
Un terreno en donación, arquitectos que donaron su trabajo, muchos vecinos e instituciones que sumaron aportes de todo tipo, incluyendo el municipio, la Cooperativa de Obras local y tantos otros. Mientras, resultaron claves para hacerlo posible los fondos obtenidos mediante el Proyecto Papelón y los del bufet de cada encuentro No Durmai.
Este sábado, esa flamante sede (con aulas, un salón, un depósito y otras instalaciones) quedará inaugurada sobre calle Catamarca.
“La gente se pregunta cómo lo hicimos. Y nosotros a veces nos preguntamos lo mismo. Parece un milagro; más en tiempos difíciles”, señala Guillermo Vigliecca, uno de los que hace 25 años trajo las primeras revistitas desde Córdoba y que hoy preside la Fundación.
“Siempre la institución tuvo apoyo de la comunidad. Esa fue la clave: sumar en red para avanzar”, completan otros de aquellos que, sin saberlo ni planificarlo, habían iniciado una senda que se ensanchó con los años.
Victoria Pereyra, de la generación de más jóvenes que se integraron al trabajo y hoy es vicepresidenta de la Fundación, apunta que este sábado la inauguración de la sede (desde las 10.30) será también la oportunidad de agradecer a toda la comunidad que lo hizo posible.
