El virus que provoca el Covid-19 viene siendo detectado en las redes cloacales. En esas investigaciones, Córdoba ha sido pionera en el país, con trabajos que han permitido durante la pandemia mejorar y anticipar los diagnósticos de presencia del Sars-Cov-2.
Pero no sólo se ha detectado en redes y piletones del sistema cloacal de la Capital. Ahora también hay evidencias de la presencia de la variante Ómicron, la que generó en enero pasado el mayor pico de contagios de toda la pandemia, en varios puntos de la cuenca del lago San Roque, en el valle de Punilla.
La detección es una evidencia más de la presencia de líquidos cloacales que llegan con nulo tratamiento a las aguas del embalse. De hecho, son sabidos los diagnósticos respecto de que la falta de tratamiento de cloacas en el centro y sur de Punilla es la principal causa del altísimo deterioro ambiental que impacta en la calidad de las aguas de ese lago.
Investigadores del Instituto de Virología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) confirmaron que el genoma de la variante Ómicron se encuentra en ese embalse.
Todo parece indicar que con semejante nivel de expansión de la Ómicron las cloacas de cualquier pueblo o ciudad tendrían registros de su presencia.
El punto es que el San Roque no es una planta cloacal. Pero recibe los desechos sin tratar de numerosas localidades.
La toma de muestras
En este caso, las muestras fueron procesadas en el laboratorio de Gastroenteritis Virales y Sarampión del Instituto de Virología de la UNC, en el marco de un proyecto de investigación sobre Sars.Cov-2, enterovirus y otros marcadores de contaminación fecal en aguas residuales y recreativas de la cuenca del San Roque.
Se analizaron muestras de ocho puntos ubicados en los alrededores de Villa Carlos Paz y en las desembocaduras de los ríos Cosquín y San Antonio y del arroyo Los Chorrillos.
Los análisis reportaron resultado negativo de presencia de la variante Ómicron en febrero, pero positivo en marzo, en Bahía del Gitano, Bahía Municipal, desembocadora del San Antonio, centro del embalse, desembocadura del río Cosquín, El Fantasio y Los Chorrillos. En tanto, en la zona del dique, dio positivo el muestreo tanto en febrero como en marzo.
Con procesos de potabilización, en tanto, no hay riesgos para el consumo del agua.
En la Capital, desde diciembre
El mismo instituto de la UNC, en trabajos coordinados con el Ministerio de la Salud de la Provincia, había detectado la presencia de la variante Ómicron en las aguas residuales de la ciudad de Córdoba el 13 de diciembre de 2021.
Para esa fecha, recién se estaban conociendo los primeros casos en la Capital provincial vinculados a esta variante. Pero el estudio mostró que para entonces ya estaba “circulando” en la población.
En tanto, en una medición sobre cloacas realizada una semana antes solo se había identificado la variante Delta, tal como ocurrió durante gran parte de 2021.
El Sars-Cov-2 replica en las células intestinales y se elimina por materia fecal en el 35% de los casos. “Muchas personas asintomáticas excretan el virus por esta vía incluso antes de eliminarlo por vía respiratoria”, explicaron desde el instituto Vanella.
Ahora, también las algas
Por estos días y como es habitual desde hace muchos años en cada fin de verano, se observa una nueva proliferación de algas verdeazuladas en varios sectores del embalse.
Esas cianobacterias son –según todas las investigaciones que se fueron sumando durante años– la manifestación más visible del estado de eutrofización del embalse de Punilla por efecto, principalmente, del escaso tratamiento de los líquidos cloacales en la cuenca hídrica. Otro causante señalado es el impacto de las cenizas por los incendios serranos, arrastradas por ríos y arroyos.
Un relevamiento de este diario estimó, un par de años atrás, que sólo el 21% de la población que habita en esa cuenca hídrica regional contaba con conexión a redes cloacales.
En el último año, la Provincia aceleró finalmente un plan de obras de nuevos sistemas de tratamiento de cloacas en esa cuenca del centro y sur de Punilla. Pero el avance con las redes domiciliarias conectadas, y su efecto sobre el lago tras décadas de deterioro, demandará años.
