Este lunes 23 de junio de 2025, el mundo de la astronomía marca un antes y un después con la puesta en marcha oficial del Observatorio Vera Rubin.
Ubicado estratégicamente en el Cerro Pachón, en la región andina del norte de Chile, a más de 2.600 metros sobre el nivel del mar, este ambicioso proyecto promete transformar radicalmente nuestra comprensión del universo.
Con una inversión de unos 600 millones de dólares y dos décadas de construcción, el observatorio no solo es un prodigio tecnológico, sino también un motor para el análisis de datos masivos y la inteligencia artificial.
Desde su primera “luz”, el telescopio ya ha entregado resultados asombrosos, incluyendo la composición de espectaculares imágenes de nuestro Universo y el descubrimiento de 2.104 asteroides nuevos, siete de ellos cercanos a la Tierra, aunque sin representar riesgo para nuestro planeta.
Tecnología de vanguardia: un ojo sin precedentes en el universo
La característica más destacada del Observatorio Vera Rubin es, sin duda, su cámara fotográfica, la más grande del mundo.
Con el tamaño de una camioneta y una resolución impresionante de 3.200 megapíxeles –muy superior a los 48 megapíxeles de un celular de última generación–, esta cámara está diseñada para una misión sin precedentes.
Acoplada a un espejo de 8,4 metros de diámetro, el sistema es capaz de escanear todo el cielo del hemisferio sur cada tres o cuatro noches, realizando una captura cada 30 segundos.

Este monumental esfuerzo generará una cantidad de datos nunca antes vista: el equivalente a 20 terabytes de imágenes por noche.
Según Mariano Domínguez Romero, investigador del Conicet y la UNC, el observatorio “recolectará más datos que todos los telescopios de la historia” en solo un año.
Su objetivo es crear una “película tipo stop motion” del cielo, con casi 900 imágenes de cada lugar revisitado durante al menos 10 años.
El rol clave de la Universidad Nacional de Córdoba
La Universidad Nacional de Córdoba (UNC) juega un papel fundamental en este proyecto internacional, que congrega a más de 1.500 científicos de cerca de 30 países.
El grupo argentino, coordinado por Mariano Domínguez Romero del Instituto de Astronomía Teórica y Experimental (Iate, UNC-Conicet), está compuesto por 60 investigadores e investigadoras, de los cuales 40 pertenecen a la UNC.

Estos profesionales han contribuido significativamente, desde el desarrollo de software para el telescopio y un instrumento auxiliar, hasta la automatización de operaciones críticas como la apertura y cierre del domo, el movimiento del telescopio y los cobertores de los espejos.
Carolina Villalón, astrónoma del Conicet e integrante del Iate, destaca la “magnitud del esfuerzo” y la coordinación requerida para este tipo de colaboración.
A cambio de su trabajo, la UNC y otras universidades participantes tendrán acceso directo a esta invaluable base de datos.
Descubrimientos potenciales y el futuro de la investigación
El Observatorio Vera Rubin no solo generará un caudal de información, sino que también actuará como una “primera alerta astronómica”, produciendo cerca de 10 millones de alertas de cambio de variabilidad por noche.
Esto permitirá a otros grandes telescopios del hemisferio sur enfocar su atención en nuevos fenómenos, desde cambios de luminosidad en planetas, asteroides y estrellas, hasta supernovas y quizás otros fenómenos desconocidos.

Las preguntas científicas que el telescopio ayudará a responder son vastas y profundas:
- Estructura y formación de la Vía Láctea: creará un mapa exhaustivo de nuestra galaxia, incluyendo el halo galáctico, y permitirá descubrir nuevas galaxias satélite.
- Astronomía extragaláctica: estudiará la formación y evolución de miles de millones de galaxias.
- Cosmología: profundizará el conocimiento sobre la energía y materia oscura –un homenaje a Vera Rubin, la astrónoma que ayudó a descubrirla– y la expansión del Universo.
- Sistema Solar: permitirá observar más allá de Neptuno y mapear numerosos asteroides menores, incluyendo aquellos que podrían acercarse a la Tierra, facilitando alertas tempranas ante cualquier riesgo.
Más allá de la astronomía: impacto en inteligencia artificial y datos
La trascendencia del Observatorio Vera Rubin va más allá de la astronomía pura. La tecnología de procesamiento de datos e imágenes que lo sustenta es tan avanzada que parte de su inversión provino de capitales privados ajenos al ámbito astronómico.
Esto se debe a la importancia de los datos masivos (Big Data) y la Inteligencia Artificial (IA).
Domínguez Romero enfatiza que el observatorio aportará una “riqueza de información nunca antes vista” para la IA, y que el manejo de esta información y el desarrollo de la IA tienen “aplicaciones directas fuera de la astronomía”.

La cantidad de datos es tal que el proyecto involucra a los principales centros de datos y supercomputadoras científicas de EE. UU. y Europa para su procesamiento.
La participación de la UNC, con estudiantes no solo de astronomía sino también de física y computación, es crucial para el desarrollo de software y el aprendizaje automático, abriendo oportunidades incluso para el apoyo del sector privado.
Este proyecto también fomenta la “ciencia ciudadana” y la participación de astrónomos aficionados, prometiendo una “explosión de descubrimientos”.
Para la UNC y el país, el acceso a estos datos permitirá la formación de nuevos científicos y tecnólogos que colaborarán en estos avances a escala global.
Fuente de esta nota: sitio Unciencia de la UNC. Autor: Lucas Viano