El invierno no sólo se siente en el cuerpo: también se nota en la piel. Tirantez, enrojecimiento, labios agrietados y sensación de sequedad son señales claras de que la piel necesita una rutina de cuidado específica para esta época del año.
Aunque el clima cambie, la piel puede mantenerse nutrida y radiante si se siguen algunos pasos simples. No se trata de llenar el baño de frascos, sino de elegir bien y ser constante. Con una rutina de cuatro pasos (limpieza suave, hidratación profunda, protección antioxidante y protector solar) se puede enfrentar el frío sin perder frescura ni bienestar.
Vanina Geloz, gerente comercial de Bagués, especializada en cosmética natural, explica cómo hacerlo de forma accesible y efectiva, combinando ingredientes nobles como la rosa mosqueta, la frambuesa o el aceite de almendras con el poder de los antioxidantes.
Cómo enfrentar el frío
- Limpieza suave para comenzar bien el día. En invierno, la piel tiende a sensibilizarse más. Por eso es clave usar limpiadores suaves, como emulsiones con rosa mosqueta o frambuesa, que eliminan impurezas sin agredir la barrera natural de la piel. Este primer paso deja el rostro limpio y preparado para absorber los beneficios de los productos que siguen.
- Hidratación profunda para combatir la sequedad. Ambientes calefaccionados, viento y cambios bruscos de temperatura deshidratan la piel. Un sérum facial con ingredientes como arándanos y rosa mosqueta ayuda a restaurar la humedad natural y devolverle a la piel su vitalidad. Aplicarlo sobre la piel limpia potencia la absorción de nutrientes y mejora la elasticidad.
- Antioxidantes: la defensa invisible contra el daño ambiental. Aunque los días estén nublados, los radicales libres siguen presentes y aceleran el envejecimiento de la piel. Las cremas con grosellas, rosa mosqueta y otros activos antioxidantes naturales forman una barrera protectora frente a la polución y otros factores externos, ayudando a preservar la luminosidad incluso en los días más fríos.
- Protector solar: también en invierno. Es un error común dejar de usar protector solar cuando baja la temperatura. Pero los rayos UVA, responsables del envejecimiento prematuro, siguen actuando. Incorporar un protector solar liviano a tu rutina diaria es uno de los hábitos más efectivos para cuidar tu piel a largo plazo, incluso en invierno.
- Aceites esenciales: el toque nutritivo y reparador. El frío hace que la piel pierda lípidos naturales. Los aceites vegetales como el de almendras dulces, rico en vitamina E, calman, suavizan y protegen. Son ideales para labios, manos, codos y pies. Aplicarlos antes de dormir actúa como una mini terapia reparadora que deja la piel suave y cuidada al despertar.
Bienestar integral: la piel también necesita calma

Cuidar la piel también es cuidar el ánimo. Tomarte cinco minutos al día para aplicar los productos con conciencia, elegir una infusión caliente o simplemente respirar profundo es parte de un bienestar más amplio.
Ingredientes naturales como la malva y la manzanilla, presentes en algunas cremas corporales, aportan una sensación de calma, hidratación profunda y un aroma que envuelve.
Más allá de los productos y rituales, es importante entender que cada piel es única. Un chequeo dermatológico puede ayudarte a personalizar la rutina y detectar a tiempo cualquier alteración o necesidad específica.