“Vas a ser mía o no vas a ser de nadie”, es la frase que le repetía una y otra vez Felipe Herreras Larena a Christelle Vernónica Heredia, hasta el día que la asesinó.
La frase, muy frecuente entre femicidas, resume la historia de violencia que vivió la joven cordobesa que fue víctima de femicidio en junio de 2024 y cuyo juicio comienza este lunes 3 de noviembre en la Cámara 12° del Crimen de la Ciudad de Córdoba.
Christelle tenía 34 años. Era relacionista pública, trabajaba como maquilladora, participaba de eventos y trabajaba en Radio Shopping.
Sus amigas y familia la recuerda como una personas sonriente y alegre. Pero detrás de esa vitalidad se fue gestando un silencio que se hacía cada vez más insoportable: los gritos, los celos, las humillaciones y las amenazas de quien decía amarla, Hernán Felipe Herreras Larena, un ingeniero chileno de 39 años que ya tenía denuncias por violencia de género en su país.
En la madrugada del 16 de junio de 2024, en su departamento de barrio General Paz, ese ciclo de violencia llegó a su final trágico. Christelle fue asesinada a puñaladas por su pareja, que fue él mismo quien llamó al 911 y confesó el hecho.
Según consta en la causa, él la mató el día que ella le dijo que quería terminar la relación.
Este lunes 3 de noviembre comenzará el juicio en la Cámara 12ª del Crimen, donde Herrera Larenas enfrentará los cargos de homicidio doblemente calificado por el vínculo y por mediar violencia de género, además de privación ilegítima de la libertad y amenazas calificadas, por un hecho previo ocurrido en mayo de ese año.
Un patrón de violencia
El requerimiento de elevación a juicio, que estuvo a cargo de del fiscal de Violencia Gonzalo Berrotarán describe una relación de ocho meses marcada por el control, los celos y la manipulación.
El acusado, según la fiscalía, desplegó todas las formas de violencia: psicológica, económica y física.
“Es un caso de manual de machismo”, resumió en diálogo con La Voz, Gustavo Franco, abogado querellante de la familia Heredia.
“Ella lo protegía frente a los demás y no contaba todo pero las amigas sabían del episodio de mayo en el que la dejó encerrada en una habitación por horas y le habían suegrido denunciar”, dijo el abogado.
Y agregó: “Él La celaba por todo, le revisaba el teléfono, la acompañaba para controlar con quién se veía. También la ayudaba económicamente y le pedía cosas a cambio. Le decía: ‘vas a ser mía o no vas a ser de nadie’”.
La cosificación y la necesidad de control de Herrera era constante, de hecho una vez la insultó por haber bailado el vals en un casamiento con el novio. Un mes antes del crimen, la encerró durante horas en un dormitorio y le mostró una cuchilla: “La próxima vez te voy a matar y me mato”, le advirtió.
La noche del crimen
El 16 de junio de 2024, alrededor de la una de la madrugada, los vecinos escucharon una discusión. Según el expediente, Christelle le había dicho que quería terminar la relación. Herrera respondió con violencia: la golpeó y luego la atacó con un cuchillo.
La autopsia determinó signos de que Christelle se defendió. La escena del crimen mostraba la brutalidad del ataque: Herrera llegó hasta arrancarle las prótesis.
Después del femicidio, Herrera llamó al 911. Confesó lo que había hecho y dijo que se quería matar. Cuando la Policía llegó al departamento, lo encontró con cortes superficiales.
El caso quedó a cargo del fiscal Gonzalo Berrotarán, de la Fiscalía de Violencia Familiar 5°, quien imputó los delitos en concurso real.
Las pericias psiquiátricas confirmaron que Herrera comprendía la criminalidad de sus actos. La defensa había planteado inimputabilidad, pero los peritos lo descartaron.
“Una crónica de una muerte anunciada”
El abogado Franco resume el caso con una frase que repite desde el principio: “Fue una crónica de una muerte anunciada”.
“El femicidio de Christelle fue la consecuencia lógica de un patrón de dominio y control. Ella quiso poner fin a una relación violenta, y él ejecutó la amenaza que ya había hecho: ‘si no estás conmigo, no vas a ser de nadie’”.
La querella pedirá prisión perpetua. Las pruebas —pericias, testimonios, el llamado al 911, los antecedentes de encierro y amenazas— conforman un cuadro contundente.
“Mi familia quedó destruída”
Alejandra Heredia, hermana de Christelle, espera este juicio conmocionada. “Mi familia quedó destruida incluso llevó a la muerte de mi papá hace apenas cinco meses.”, dijo en diálogo con La Voz.
“Llego con la esperanza de que se haga justicia y el asesino pague por todo el daño que nos hizo”, dijo. “Después de un año y medio de espera, siento ansiedad, furia y tristeza, pero también esperanza de que esto finalmente se cierre”.
Mi hermana tenía una energía increíble, ganas de vivir y de conocer el mundo. Era alegre, sociable, muy querida. Aunque yo vivía fuera del país, hablábamos todos los días. Era mi mejor amiga”, agregó.
Sobre el acusado, recordó: “Lo conocí una sola vez. Fingía ser alguien ejemplar, jamás imaginamos que era capaz de algo así”.
Alejandra deja un mensaje: “A las víctimas, les diría que hablen; a las familias y amigos, que no miren para otro lado. Si notan señales de violencia, díganlo. Puede salvar una vida antes de que sea demasiado tarde”.
“Por vos y por todas”
A días del inicio del juicio, las amigas de la facultad de Christelle dijeron a La Voz: “Chris era sinónimo de alegría, una persona llena de vida. Siempre impecable, pero tan sencilla y agradable. Tenía un alma pura, sin un gramo de maldad. Paradójicamente, su vida fue arrebatada por alguien diametralmente opuesto. Nunca vamos a olvidarte, querida Chris, y hoy más que nunca exigimos justicia por vos y por todas”.



























