Ulises Moyano (18) estaba esperando por la ración que siempre buscaba en el comedor comunitario Esperanza y Vida de barrio Parque Ituzaingó, en el extremo sudeste de la ciudad de Córdoba. Era el atardecer del viernes, y otros chicos llegaban a buscar su plato de comida.
Levantaron una tapa de un tacho de pintura que estaba tirada en el piso, y la comenzaron a lanzar por el aire como si fuera un frisbee. La tapa voló y cayó del otro lado de la calle, entre los yuyos que crecen en lo que vendría a ser la vereda del predio del club Amsurrbac.
En la cuneta había un gran charco de aguas servidas provenientes de la planta cloacal de barrio Ciudad de mis Sueños. A pocos centímetros, un poste de alumbrado con la caja descubierta y a bajísima altura, menos de medio metro sobre el suelo.
Del poste sale un alambrado de tres hilos que no tiene mucho sentido porque no cierra nada: corre por varios metros pegado al cordón.
A Ulises le tocó ir a buscar el improvisado frisbee, Para evitar el charco de líquidos cloacales, decidió cruzar el alambrado. Pero apenas tocó uno de los hilos de acero, una descarga eléctrica lo fulminó.
Uno de los niños que jugaban con él cruzó a los gritos la calle, hacia el comedor. Allí, Eva Almada estaba terminando de preparar las raciones. “Mientras estaba sirviendo la comida, uno de los chicos vino gritando que le había agarrado la corriente”, contó conmocionada Eva.
Salieron a la calle, y vieron a Ulises tirado en el piso. Llamaron a una ambulancia, pero demoraba, así que el cuñado de Eva lo cargó en el auto y lo llevó hasta el dispensario de Ciudad de mis Sueños. Los médicos no pudieron hacer nada, el jovencito había fallecido.
Dolor familiar
A pocos metros del dispensario de Ciudad de mis Sueños viven los Moyano. Un grupo de vecinos y familiares están reunidos en la vereda de la casa. En el medio está Lorena Carballo, la mamá de Ulises.
Faltan unos minutos para las 19, ya pasó un día desde que el chico fue a buscar su plato de comida. Ahora, esperan por que la Justicia entregue su cuerpo para velarlo.
Lorena no encuentra explicación a lo que le pasó a su hijo, que en febrero pasado había cumplido 18 años. No comprende cómo es posible que haya estado ese alambrado electrificado justo en frente a un lugar donde decenas de niños y adultos mayores del barrio van a buscar comida.
Las fotos muestran que la caja del poste de alumbrado está a unos 30 centímetros del suelo, abierta y con los cables expuestos.
Ayer, desde Defensa Civil de la Municipalidad de Córdoba habían cortado el suministro eléctrico del poste, que quedó envuelto hasta un metro de altura por una cinta plástica roja y blanca.
“Podrían haber quedado electrocutados todos los otros niños que estaban jugando con Ulises. ¿Cómo es posible que hayan dejado que eso esté así? Que esos alambres hayan estado atados al poste...”, se pregunta una mujer que se identifica como la tía de Ulises.
En el barrio piden justicia por Ulises. Y piden que el Estado se haga cargo de la seguridad en la calle, en las plazas y en las veredas. No quieren que ningún otro chico pierda la vida por algo totalmente evitable.
Lamentan, con bronca, que la revisión de instalaciones eléctricas que lanzó el municipio tras la muerte de Luciano Aranda (14) a principios de año. Luciano había tocado un poste de alumbrado, y recibió una descarga mortal.
Después de esa muerte, hubo otros dos niños electrocutados en barrio El Chingolo: un caso fue en enero y el otro en julio pasado. Afortunadamente, sobrevivieron.
Desde el municipio aseguraron que al igual que en El Chingolo, el poste de alumbrado de barrio Parque Ituzaingó depende de la empresa provincial Epec. Desde esa firma no emitieron ninguna declaración.
A la muerte de Ulises la investiga el fiscal Luis Micheli, pero seguramente el caso será girado a la fiscalía de Guillermo González, que investiga los casos de riesgo en la vía pública.
