–¿Cuál es tu mayor ambición como político?
–Como en mi vida deportiva, donde siempre traté de ser el mejor jugador posible, en la política trato de ser el mejor político posible.
–¿Por qué insistís en querer ser intendente de Córdoba?
–Trato de ser el mejor para el equipo donde me toca actuar. Después la gente decide dónde va a estar cada uno.
–¿Qué aprendiste siendo vicegobernador?
–Casi todo lo que hoy aplico en la política. Trabajar junto con Schiaretti fue estar al lado de un libro abierto. Aprendí muchísimo viendo cómo analiza las cosas y toma las decisiones.
–Te mirás al espejo y ¿ves a un político o a un exbasquetbolista?
–A un exbasquetbolista, a un dirigente político, a un padre y a un esposo.
–En tus inicios políticos, debutaste como concejal pero seguiste compitiendo como basquetbolista. No estabas bien de la cabeza, ¿no? 🙂
–Estaba muy bien de la cabeza. Por eso pude cumplir las dos tareas de buena manera. Quería ayudar a la gente y por eso arranqué mi carrera política mientras cerraba mi carrera deportiva.
–¿No te molestó que usaran tu popularidad deportiva para conseguir votos?
–No. Cuando empecé, sabía que lo estaban haciendo. Con el tiempo, hice mi propio camino en este ámbito.
–Entraste a la política con Carlos Rossi y con Luis Juez y después saltaste con Schiaretti. ¿Te daba lo mismo el color de la camiseta?
–Hace casi 18 años que uso la misma camiseta. Creo que no quedan dudas de cuál es la que prefiero.
–Sos secretario de Fortalecimiento Vecinal y Deportes de la Municipalidad de Córdoba. ¿Es un cargo que inventaron para vos?
–El área de Centros Vecinales y Deportes ya existía. Ahora sólo tienen un nombre nuevo. Me encanta trabajar en las dos áreas, porque me permiten estar cerca de la gente.
–¿Cuál considerás tu mejor virtud como político?
–Aprender de los errores que cometí.
–¿Quiénes son hoy tus modelos deportivos?
–Marcelo Milanesio, Ginóbili, Messi y Maradona.
–¿A cuáles deportistas actuales les ves madera de futuro político?
–Con tantas cosas que hago durante el día, no tengo tiempo de ver esas cosas. Tiene que ser alguien que quiera comprometerse a cambiar la realidad de nuestro país y para eso hay que prepararse.
–¿Por qué valdría la pena ponerle U$S 50 millones más al estadio Kempes?
–Cuando nos tocó hacer la primera gran remodelación, todo el mundo dijo que era un gasto innecesario. Hoy están a la vista todos los espectáculos y eventos deportivos que han venido, que han convertido al Kempes en una fuente de ingresos, además de un gran escenario deportivo. Modernizarlo sería un salto de calidad y lo disfrutaríamos durante mucho tiempo. Es una inversión que se amortiza sola.
–¿Por qué creés que los equipos cordobeses de fútbol nunca salen campeones?
–Sólo es una cuestión de tiempo. No tengo ninguna duda de que pronto van a salir campeones.
–¿Falta transparencia en los torneos nacionales de fútbol?
–Me parece que no.
–¿Estás de acuerdo con las sociedades anónimas en el fútbol?
–No. Creo que desvirtuarían la realidad deportiva de la historia de nuestros clubes. Tal vez habría que discutir alguna otra figura y profesionalizar más la estructura de los equipos, pero no sé si las sociedades anónimas son la solución.
–Te acabás de casar por segunda vez, luego de 13 años de relación. ¿Por qué?
–Porque amo a Lore, mi mujer.
–Tenés una familia ensamblada. ¿Cómo la llevás, te costó adaptarte?
–La llevo muy bien, soy muy feliz. Amo a mis hijos, a mis nietos, a mis yernos. Es una lucha de todos los días, pero vale la pena. La disfruto todos los días, con nuestras virtudes y defectos. Somos así y nos queremos así.
–Fuiste padre en dos etapas. ¿Has sido mejor con los últimos que con las primeras?
–Sí, fui padre en etapas. Creo que, como todo, cuando uno va teniendo experiencia, seguramente puede hacer mejor las cosas, pero son mis hijos los que van a decidir en definitiva si fui buen padre. Lo que sí sé es que a todos les di el mismo amor.
–¿Sos un padre miedoso, de esos que viven pensando que algo les puede pasar?
–Ahora sí. Tal vez sea por haber sido padre con experiencia o más grande. Es que los miedos son mucho mayores que cuando fui padre más joven.
–¿Te considerás un tipo feliz?
–Soy un tipo muy feliz. Busqué la felicidad, busqué el amor; lo encontré y lo cuido todos los días.
–¿Seguís teniendo una rutina deportiva?
–Sí. Hace varios meses que empecé el gimnasio y me está haciendo realmente muy bien. Recomiendo tener una rutina deportiva y, en la medida de las posibilidades, hacer actividad física por lo menos tres veces a la semana.
–¿Te has hecho alguna cirugía? ¿Te la harías?
–No me hice ninguna, salvo por mis lesiones deportivas. No lo descarto, tal vez…
–¿Por qué sigue jodida la Argentina?
–Porque no nos ponemos de acuerdo.
–¿Votaste a Milei?
–Voté a Juan Schiaretti. Y lo volvería a votar. A Milei le deseo lo mejor, que le vaya excelente porque es lo que necesitamos los argentinos.
–¿A cuáles políticos admirás?
–A los que hacen las cosas bien, a los que escuchan, a los que construyen, a los que son amplios, a los que priorizan las soluciones para la gente por encima de las banderas partidarias. En ese sentido, Schiaretti y De la Sota nos mostraron el camino que hoy Martín y Daniel están continuando, y que permite que Córdoba sea un modelo para el país.
–Subís al avión y te toca al lado de Cristina Fernández. ¿De qué hablás?
–No hablaría de política.
–¿Sabés cocinar? ¿Cuál es tu punto fuerte?
–Sé cocinar y creo, modestamente, que bastante bien. O al menos eso me dicen, ja. Mi punto fuerte es la parrilla, pero también me defiendo con las cosas básicas: un bife, milanesas, papas fritas, las minutas. Me gusta cocinar.
–¿Tomás alcohol?
–Tomo. Vino, cerveza y, obviamente, fernet, como buen cordobés que soy.
–¿Qué es lo que no tolerás en una pareja?
–La mentira.
–En la pandemia estuviste internado. ¿Qué aprendiste?
–Que la vida se te puede ir de la mano en un segundo. Me cagué todo.
–Jugaste tres mundiales para la selección argentina y con Atenas jugaste en París frente a los mejores equipos del mundo. ¿Te quedó pendiente algo en el básquet?
–Logré cosas que jamás imaginé, tanto en mis equipos como en la selección. Me hubiera gustado jugar en Europa y, si hubiera nacido 10 años después, quizás se me hubiera dado. Fui a una prueba a la NBA, pero en ese momento era muy difícil para los extranjeros. Me quedaron muchas cosas por lograr, pero estoy más que feliz con las que conseguí.
–¿Qué fue lo último que te hizo llorar?
–De alegría. El 21 de junio de este año, en el momento en que me casé con Lore.
–¿Cuál fue el momento más feliz de tu vida?
–Gracias a Dios, tuve muchos. Si tengo que elegir, me quedo con los días en que nacieron mis hijos.
–¿Cuál es el sentido de la vida?
–Aprender. Y ser feliz.
Abuelo y admirador de Schwarzenegger
Héctor Campana tiene 59 años y una familia ampliada que suma a su esposa, Lorena, y a sus hijos, Natasha, Trinidad, Guillermina, Cristóbal, y a su “hija del corazón” Agustina. También incluye a su sobrina Valentina, a sus yernos Julián y Martín y a su nieto León. Como deportista profesional, vivió en un montón de lugares: Buenos Aires, Mar del Plata, Venado Tuerto, San Luis... Dice que hoy recomienda ver la serie Arnold, sobre el fisicoculturista, actor y político estadounidense Arnold Schwarzenegger “porque muestra cómo una persona se puede reinventar y ser exitosa en varias facetas a lo largo de su vida”.
