Los antojos suelen ser el gran enemigo de quienes intentan seguir una dieta. Pero un nuevo estudio publicado en Physiology and Behavior desafía esta idea.
Incluir pequeñas porciones de alimentos “prohibidos” puede mejorar el control de peso y reducir la ansiedad alimentaria.
Investigadores de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, en Estados Unidos, comprobaron en un ensayo clínico que quienes incorporaron sus antojos dentro de una alimentación equilibrada lograron una mayor pérdida de peso sostenida y experimentaron una notable disminución de esos impulsos.
Cómo se diseñó el estudio y qué se midió
El trabajo se realizó en el marco del programa “EMPOWER”, una versión digital del Programa de Mejora Dietética Individualizada. Participaron 30 personas con obesidad y comorbilidades como hipertensión o diabetes, quienes asistieron durante un año a 22 sesiones virtuales de educación nutricional.
Los investigadores, liderados por la estudiante Nouf W. Alfouzan y el profesor Manabu T. Nakamura, aplicaron una estrategia de “inclusión”, permitiendo consumir antojos (dulces, fritos, harinas) en porciones pequeñas y dentro de comidas balanceadas.
Menos antojos, menos peso y más constancia
Los resultados fueron contundentes: quienes aplicaron esta estrategia perdieron más peso y mantuvieron los antojos bajo control durante todo el año de mantenimiento. En promedio, los participantes que completaron el programa perdieron el 6,7% de su peso inicial. Más de la mitad continuó aplicando la estrategia después del primer año.
Además, quienes bajaron más del 5% de su peso vieron reducciones significativas en la intensidad y frecuencia de sus antojos, especialmente por dulces y grasas. Esto sugiere que el descenso de peso sostenido puede, por sí solo, disminuir la ansiedad por comer.
El hallazgo también pone en duda una teoría vieja pero aún extendida: la de las “células grasas hambrientas”, que sugiere que los antojos aparecen cuando se reduce la energía almacenada. Pero los autores demostraron que mientras se mantenga un peso saludable, los impulsos por comer siguen bajos.
“La gente cree que necesita una fuerza de voluntad sobrehumana para resistirse, pero no es cierto. La clave es la constancia y la inclusión moderada, no la privación total”, explicó Nakamura.