La Cámara de Diputados decidió este jueves darle media sanción al proyecto que propone modificar el huso horario en la Argentina presentado por el legislador radical Julio Cobos. De aprobarse también en la Cámara Alta, se deberá retrasar una hora los relojes de todo el país.
La hora actual en Argentina está fijada en UTC-3 (o sea, tres horas al oeste del Meridiano de Greenwich) y algunas ciudades cordilleranas entran en el UTC-4. Sin embargo, este no es el huso horario que nos corresponde sino el UTC-4 en la mayor parte del territorio y UTC-5 en la zona cercana a la cordillera.
El proyecto busca alinearnos con el huso horario correcto y también habilita a volver al huso de-03 GMT durante el verano para luego retomar el fijado por la nueva reglamentación.
En ese marco, el antropólogo y especialista en gestión de tiempo, Gonzalo Iparraguirre, consideró que el cambio es “muy positivo”.
Y justificó su aprobación alegando que esto va a mejorar la vida de los ciudadanos por estar más expuestos a la luz solar y estabilizar y “mejorar nuestros signos”, impactando en varias cuestiones como “normalizar las horas de sueño”.
“El tiempo no es dinero, nuestra vida no es solo producir”, agregó a La Voz En Vivo.
Efectos biológicos
Con este cambio en puertas de concretarse varios expertos señalaron los beneficios de modificar el horario actual como el uso más eficiente de la energía. Pero además, explicaron las consecuencias negativas de conservarlo para la salud, el rendimiento físico y el estado de ánimo.
Para tener un correcto funcionamiento, el reloj biológico debe sincronizarse con la luz. Así ocurre que la luz del crepúsculo y del atardecer adelantan y retrasan, respectivamente, la hora endógena. Sin embargo, en términos prácticos el principal estímulo sincronizador es la luz de la mañana, que además tiene efectos positivos en el alerta y el estado de ánimo.
“Desde el punto de vista cronobiológico los efectos de alinearnos con el huso horario que nos corresponde serían muy positivos, es más, no veo desventajas. Los argentinos tenemos la costumbre de cenar muy tarde, a su vez los chicos entran muy temprano al colegio”, dijo a La Voz María Ana Contín doctora en Ciencias Químicas, Investigadora del CONICET y docente de la UNC.