En un contexto de ajustes generalizados en los precios de los alimentos, algunos comerciantes del rubro pesquero decidieron no trasladar a los consumidores los incrementos que recibieron de sus proveedores, que en la últimas semana rondaron entre el 8% y el 10%, principalmente vinculado a la festividad religiosa, como ocurre todos los años.
Productos populares como merluza, lomito de atún, pejerrey y surubí fueron los más afectados por las subas en origen. Sin embargo, en ciertos locales se mantuvieron valores entre un 20% y 30% más bajos que el promedio del mercado. “Hay quienes prefieren absorber parte del aumento antes que perder clientes”, explicó a La Voz Antonio “tucho” Fazzio, un referente del sector.
El mecanismo de precios en la pesca es particularmente volátil, ya que depende directamente del volumen de captura. “Cuando hay escasez, los valores se disparan; cuando la pesca es abundante, bajan. Muchos compramos con anticipación para evitar los picos de Semana Santa, donde siempre hay especulación”, detalló Fazzio que también es un vendedor mayorista en el rubro.
Algunos comerciantes como Fazzio señalaron que esta estrategia tiene límites. “Es inviable sostenerlo indefinidamente, pero en el corto plazo ayuda a fidelizar compradores”, admitió el pescadero del Mercado Norte. Además, remarcaró que, si más actores de la cadena adoptaran esta práctica, se podría morigerar el impacto inflacionario en el rubro.
El fenómeno no es uniforme: mientras algunas pescaderías congelaron sus listas, otras ya aplicaron los ajustes completos. “El que tiene más margen o trabaja con otro tipo de clientela puede bancarlo; para los pequeños es más difícil”, agregó un distribuidor.