La conocida “estafa del afilador” enciende las alarmas en varios barrios de Córdoba, con testimonios de residentes que han caído víctimas de esta antigua treta. Un oficio noble se ve desprestigiado por un par de vivos que utilizan diferentes tretas para engañar a los clientes.
Cómo actúan estos estafadores
El modus operandi, que ha sido reportado en diversas ciudades de Argentina e incluso en Uruguay, consiste en ofrecer servicios de afilado a precios irrisorios para luego exigir montos desorbitantes una vez que el trabajo está finalizado -y el objeto afilado- ya está en manos del prestador del servicio.
Un caso reciente en Córdoba, específicamente en el barrio Chateau Carreras, ilustra la situación.
Un residente sale a su vereda, al contactar a un afilador, recibió una cotización inicial de “13.500 pesos”. Sin embargo, una vez concluido el trabajo, el afilador exigió 54 mil pesos, por dos cuchillos, alegando que eran 13.500 por “asentar” y otros 13.500 por “rebajar” el cuchillo. Esta táctica de crear confusión sobre el precio y luego culpar al cliente por un “malentendido” es una constante en las denuncias.
También se registraron varios hechos en otros barrios como Urca. Todos coinciden, palabras más, palabras menos, se fija un precio y al final cobran otro. “Este afilar me dijo que venía de Rosario”, señaló un cliente que se contactó con La Voz.

Más casos reportados
El diario La Capital de Rosario sacó años atrás un informe que se titula: “Se multiplican las estafas de la mafia de los afiladores”.
“El modus operandi es siempre el mismo. La mayoría de las víctimas son mujeres, aunque esto no es exclusivo y también hombres han caído en el ardid. El supuesto afilador le dice un precio bajo a sus potenciales clientes para que acepten el servicio, y luego les intenta cobrar una cifra mucho mayor, con la excusa de un malentendido o bajo amenaza violenta de no devolverles los cuchillos o tijeras. Todos los relatos apuntan a los que pasan casa por casa”, indica el informe.
La estafa se alimenta -en algunos casos- del factor de intimidación: el afilador tiene el objeto del cliente (cuchillos, tijeras o incluso machetes) recién afilado en sus manos.
Además del abuso en los precios, muchos usuarios han reportado que la calidad del trabajo es deficiente, o incluso que los afiladores arruinan las herramientas. Utilizan piedras muy rugosas que desgastan excesivamente el material y pueden dañar el filo, a veces eliminando características específicas como el serrucho de un cuchillo.
Un oficio tan noble y viejo como el del afilador termina desprestigiado por vivos o delincuentes estafadores. Se han reportado casos en Rosario, Neuquén, La Plata, Córdoba, San Francisco y hasta en Uruguay.
Consejos para evitar ser víctima de la estafa del afilador
- Afile sus propios cuchillos: Muchos recomiendan comprar una piedra de afilar, que puede costar hasta $ 10.000, y aprender a usarla. Hay tutoriales disponibles en línea y la inversión se amortiza rápidamente.
- Considere otras opciones: Lleve sus cuchillos a carnicerías de barrio o almacenes que ofrezcan el servicio, o a cuchillerías especializadas.
- Grabe la conversación: Si decide utilizar un afilador ambulante, grabe el audio de la conversación donde se acuerda el precio para tener una prueba en caso de disputa.
- No se sienta presionado: No pague un precio que no acordó. Es mejor negarse y, si es necesario, reportar el incidente a las autoridades, aunque no existan registros formales.
La estafa del afilador es un truco tan viejo como las calles por donde transita. Para evitar caer en sus redes, la prevención y la desconfianza ante ofertas “demasiado buenas para ser verdad” son sus mejores herramientas.