A Córdoba no le sobra el agua. Mucho más si se trata de potable. Sin embargo, no parece cuidar ese recurso por el valor estratégico que tiene, clave para el futuro próximo. Actuamos, en general, como si sobrara.
Lo saben, y sufren, los habitantes de localidades que no tienen suficiente acceso a ese servicio. Muchas veces ocurre por razones de disponibilidad geográfica, como el medio mapa cordobés afectado con napas con arsénico o el árido norte y noroeste provincial.
Pero también falta donde brilla la ausencia de planificación. Alcanzan algunos ejemplos, entre varios posibles.
Sierras Chicas es la zona de mayor crecimiento poblacional de Córdoba en las dos últimas décadas. Pero la Provincia no previó acompañar ese proceso con las obras de infraestructura necesarias, por caso para el agua potable, que recién ahora asoman. Tampoco lo hicieron varios de sus municipios.
Salsipuedes es el caso más evidente: es el que más habitantes está recibiendo en los últimos años en esa región, pero arrastra dificultades severas con la provisión de agua desde hace años, y hasta con la insólita situación de barrios que no cuentan ni siquiera con redes para ese servicio. Pero ese municipio nunca dejó de habilitar loteos y urbanizaciones que siguieron sumando habitantes… sin agua.
En Villa Yacanto, hace décadas que se conoce la dificultad para contar con agua: cada nueva vivienda de veraneo construida fue constatando esa carencia. En la última década, el aluvión de nuevos habitantes que recibió no estuvo acompañado por un municipio que previera las obras con anticipación o que al menos se animara a frenar el crecimiento urbano, aun a costa de resignar recaudación tributaria: a más vecinos, más tributos. Aunque sea sin agua...
Hay decenas de casos similares para citar.
El crecimiento vertiginoso genera desafíos. Pero sin planificación, estos se transforman en problemas.
