¿Cuánto tiempo transcurre entre el beso y abrazo del reencuentro con nuestros hijos a la salida del jardín o el colegio y la siguiente actividad programada? Les preguntamos: “¿Cómo te fue hoy?“, pero ¿hay espacio para esperar la respuesta o lo ocupa alguna pantalla? Vivimos en una sociedad sumamente acelerada e hiperconectada en la que nos cuesta permitirnos el silencio, la pausa o “no hacer nada”.
En este contexto, los adultos nos enfrentamos a la tentación de percibir el tiempo libre de nuestros hijos como un problema que debemos resolver, dando lugar a la ansiedad o sentimientos de culpa. Así caemos en la trampa de querer llenar cada espacio: actividades extracurriculares, talleres, pantallas, un juguete nuevo tras otro. Sin embargo, ¿es realmente beneficioso para los niños estar siempre ocupados o con una “agenda llena”?
El aburrimiento como motor para desarrollar la creatividad
La Lic. Melina González Paulos (@almadenino.crianza), terapeuta materno-infantil, en diálogo con La Voz del Interior, explicó que, con frecuencia, son los adultos quienes le tienen más temor al aburrimiento: “Nos asalta el miedo de que nuestros hijos se sientan solos, de que no estén aprovechando su tiempo o, peor aún, de que nos juzguen como malos padres por no haberles planificado una actividad”.
Sin embargo, la terapeuta resalta que el aburrimiento no implica que algo va mal, por el contrario, puede ser una puerta que se abre para dar lugar al desarrollo de la creatividad y la autonomía. “Es una oportunidad de oro para que el niño se conecte consigo mismo, explore su creatividad y desarrolle su imaginación. Es en esos momentos de aparente inactividad donde nacen las ideas más originales y se fortalecen habilidades esenciales para la vida”, menciona.
González Paulos invita a los padres a soltar el control y abandonar el rol de “directores de orquesta” y advierte que el exceso de ocupaciones o la sobreestimulación puede dar lugar a que los niños dependan constantemente de estímulos externos para sentirse bien. “Permitir el aburrimiento es un acto de amor y confianza en la capacidad de nuestros hijos. Ofrece un espacio de exploración y autodescubrimiento. Podemos dejar juguetes, juegos o materiales a su alcance y ver qué sucede”.

La importancia del juego libre en la infancia
Florencia Rodríguez es Licenciada en Psicología, diplomada en pedagogía Montessori y asesora en equipos de orientación escolar. Desde su experiencia de trabajar en estos ámbitos, a diario, con niños y sus familias, explica que el juego libre, ese que puede surgir, tal vez, luego de un momento de aburrimiento, es esencial para el desarrollo del niño.
“Los niños tienen que jugar; si les ofrecemos la pantalla, los adultos les estamos quitando la posibilidad de tener una vida sana”, señala la profesional. Al consultarle por los beneficios del juego libre, la Lic. Rodríguez destacó algunos aspectos:
- Ensayar para la vida: “Un niño que no jugó será un adulto que no va a poder resolver problemas”, explica. El juego libre permite “procesar, tramitar” respuestas a diferentes situaciones de la vida cotidiana.
- Explorar la creatividad y las emociones: jugar brinda la posibilidad de “crear, de hacer algo nuevo”, en una condición de “libertad, en la que no tienen que seguir reglas, sino que pueden cambiar sin la necesidad de seguir un rol”. Además, es un momento de “mirar hacia adentro para conocerse, analizarse, reflexionar”.
- Placer y seguridad: los niños suelen tener juegos favoritos. Esta repetición de ciertos juegos una y otra vez “no solamente da placer, sino que también da seguridad al saber qué es lo que viene y permite que se canalicen ciertos tipos de situaciones”.
Las profesionales coinciden en que no necesitamos buscar la perfección en el rol de ser madres o padres y señalan que la dinámica de muchas familias requiere de algunas actividades programadas. La propuesta y el desafío es permitirnos soltar el control en algunos momentos y dar espacio para “no hacer nada”, para el silencio, para respirar, para abrazarnos, mirarnos a los ojos, conectar.
*Práctica profesionalizante Colegio Universitario Politécnico (CUP).